LA GUERRA DESCRITA POR UNA NIÑA LAGUNERA


19

Hoy empezó la guerra. Tal vez hace muchos días.

Par mi que no sé que pensar, la guerra empezó hoy frente a casa de abuelo.

29

Se ha declarado la guerra, se derramará la sangre entre unos y otros, unos y otros hijos de la misma patria.

Y ahora, no creceré. Me siento como si fuera mayor. Una guerra puede detener a los niños. Aunque los niños no luchan, no tienen prisión y duran más.

Los niños pueden esperar.

60

Mamá explicó que desde ahora sólo habremos de tener lo más urgente, porque sin que papá trabaje la cosa irá de mal en peor. Luego oí que la cuenta del banco ha desaparecido por motivo de que la policía creyó que él, como todos los «izquierdistas», ganaba con exceso, olvidando que eso que había en el banco más que dinero era sudor de papá, sudor de por las noches.

65

Estoy triste y cada vez hablo menos.

76

Yo había imaginado la guerra como explica la historia sagrada o un libro que tía nos leía acerca de Las Cruzadas, Si, la imaginaba diferente. Grandes ejércitos chocando entre si con lanzas difíciles de manejar donde los valientes vencían a los que no eran valientes. Pero hubiese creído tonto pensar que la guerra se mete de este modo en las casas y hasta en los estómagos a quitarles la costumbre de comer todos los días.

80

«No hay claridá bajo un opresor», dijo abuelo.

93

Antes yo no me fijaba en los hombres. La primera vez fue el día que visité la cárcel y encontramos a papá después de mucho tiempo. Allí los hombres caminaban jorobados, como abuelo.

99

Sabemos que las prisiones se llenan más cada día porque la gente desaparece y hay menos comunicación entre los vecinos. Es como si unos y otros se acecharan. Pero ninguno habla o protesta.

103

Ellos hablaban de la necesidad que había de no exhibirse mucho para evitar requerimientos y para evitar «ras». Y se atravesaban el cuello con la mano en forma de cuchillo.

105

La guerra.

Desde que estalló habita con nosotros, en el lugar que estemos.

107

Allí lejos los niños no existe, Desde aquel día los niños no existen debajo de la luna y yo nunca más seré una niña.

109

«Ellos dicen que Otero busca a todos los que tuvieron que ver con la Republica»

Otero el que mete en las prisiones y el que saca a medianoche de allí para matar

111

Los guardias me empujan, me separan con el fusil porque estoy abrazada a papá y digo que no se lo llevarán y les doy patadas y los araño y les doy puñetazos y no sé que hacer

Malditos guardias, maldito Otero.

Pero los guardias me dan taponazos en la boca.

Abuelo dice: «mi jija, es la Justicia»

Yo no sé nada de la «la Justicia», no sé nada.

Y no es Justicia llevarse a papá.

137

Llegué hasta donde todavía siguen los patos sobre el agua, y más allá, hasta un jardín privado en el que dos monos siempre piensa,

Pensé: «que fácil es ser mono» y noté que uno de ellos se parecía a Otero.

Lo conozco de una foto militar que publicaron los periódicos «de derechas»

* * * * * * * * * *

 Todas estas frases están entresacadas del libro EL BARRANCO escrito por Nivaria Tejera en 1955, publicado por primera vez en París en 1958.

Una novela en prosa plena de lirismo.

La guerra civil contemplada con los ojos de una niña, y descrita con las palabras de una niña.

Un emotivo relato para reflexionar.

Nivaria Tejera es una de las grandes creadoras de la literatura canaria.

Una magnífica escritora, que en su tercera novela publicada, Huir la espiral, ha dejado escrita esta sentenciosa frase:

 

Para el desterrado no hay más flagrante mentira que la ilusión del regreso al país natal.

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.