El ¡Ay de los vencidos!, – «Vae victis» que Tito Livio dejó escrito en Ab Urbe condita, (5, 48, 9), como pronunciado por el caudillo galo Brenno, después de haber tomado Roma, hace veinticinco siglos -, tuvo en la España de Franco, una reedición acrecentada, sin posibilidad de rescate ni piedad.
Mas, lo que hace más terrible, si cabe, la represión desencadenada desde el 17 de julio de 1936, es que toda ella había sido cuidadosamente planificada, y hasta los asesinatos y desapariciones aparentemente improvisados, obedecían a un plan manifiestamente establecido y anunciado.
A pesar del tiempo transcurrido, todavía resulta escalofriante, leer estos pensamientos;
«Sembrar el terror… eliminando sin escrúpulos ni vacilación a todos los que no piensen como nosotros. (…) Echar al carajo toda esa monserga de derechos del hombre, humanitarismo y filantropía.»
EMILIO MOLA VIDAL, 19 de julio de 1936.
Estamos entregados totalmente a la guerra y ya no habrá paz mientras el triunfo no sea completo. Para nosotros todo reposo y todo freno está desechado, ya no hay parientes. Ya no hay hijos, ni esposa, ni padres; solo está la Patria.
Onésimo Redondo 20 de julio de 1936
Pensamientos fascistas en toda su pureza, que fueron llevados a efecto e incorporados a la praxis bélica de aquella cruenta Guerra INcivil Española.
El corresponsal norteamericano JAY ALLEN, dejó testimonio escrito de ello, en una entrevista que en los primeros días de la guerra civil, le había concedido FRANCO, cuando todavía estaba en Marruecos.
El texto de dicha entrevista sería publicado el 28 de julio de 1936, en el Chicago Tribune.
He aquí una parte fundamental del diálogo sostenido entre Franco y Allen:
[Allen]
Then no truce, no compromise is possible?
(Entonces ¿ninguna tregua, ninguna avenencia es posible?
[Franco]
No. No, decidedly, no. (= No. Decididamente, no)
We are fighting for Spain. (= Nosotros estamos luchando por España)
They are fighting against Spain. (= Ellos luchan contra España)
We will go on at whatever cost. (= Seguiremos adelante a cualquier precio).
[Allen]
You will have to shoot half of Spain. (=Tendrá usted que fusilar a media España)
He shook his head, smiled and then looking at me steadly:
(= El movió su cabeza, sonrió y luego mirándome fijamente [replicó]
[Franco]
I said whatever the cost (=Dije al precio que sea)
Entre las pequeñas libertades que me he tomado al copiar esta entrevista, en forma dramatizada, figura la de la traducción al castellano, que he colocado entre paréntesis, siendo la interpretación y traducción totalmente imputable a mí.
Hay que tener en cuenta que quien hablaba en esos momentos, era el general jefe del denominado Ejército de África, cuyas tropas transportadas desde Marruecos a la Península, ya estaban avanzando a toda velocidad, corriendo por toda la franja andaluza y extremeña colindante con Portugal, exterminando a su paso toda resistencia, y masacrando prisioneros, en una táctica genocida, impropia de las prácticas militares civilizadas, para llegar a Madrid, en el mínimo tiempo.
Las tropas autoras de estas hazañas eran unidades aguerridas y bien armadas, mandadas por jefes africanistas y africanos.
Todo esto ha sido aseverado por la historiografía.
Cuando Allen le hace aquella entrevista, FRANCISCO FRANCO ni siquiera era miembro de la autodenominada Junta de Defensa Nacional.
Junta constituida en Burgos por los sublevados contra el gobierno legítimo y legal de la Segunda República, bajo la presidencia del anciano general de División MIGUEL CABANELLAS FERRER.
FRANCISCO FRANCO hubo de esperar hasta el tres de agosto de 1936, para ser reconocido como miembro de dicha Junta.
Así reza el Boletín Oficial donde se publica su nombramiento:
Decreto número 25
Como Presidente de la Junta de Defensa Nacional y de acuerdo con esta,
Vengo en nombrar Vocal de la misma al Excmo. Sr. General de División, Jefe del Ejército de Marruecos del Sur de España, don Francisco Franco Bahamonde.
Dado en Burgos a tres de Agosto de mil novecientos treinta y seis.- Miguel Cabanellas.
El general FRANCO permanecía en Marruecos.
No daría el salto a la Península hasta el día 6 de agosto, cuando la columna del teniente coronel JUAN YAGÜE BLANCO estaba ya próxima a Mérida.
Franco actuaba siempre sobre seguro.
No se ponía en riesgo innecesariamente.
Esta columna tomaría Badajoz el día 14, llevando a cabo una sangrienta matanza de varios miles de personas.
Matanza que sería reconocida por el propio YAGÜE en declaraciones al periodista John T. Whitaker, quien alarmado por lo que le había transmitido su colega Jay Allen, se lo preguntó a Yagüe
Y este, sonriendo, respondió:
«Naturalmente que los hemos matado. ¿Qué suponía usted? ¿Iba a llevar 4.000 prisioneros rojos con mi columna, teniendo que avanzar contra reloj? ¿0 iba a dejarlos en mi retaguardia para que Badajoz fuera rojo otra vez?»
Era la respuesta de un militar práctico, acostumbrado a dicha práctica en Marruecos y Asturias.
El genocidio practicado como arma de guerra.
Este testimonio consta en el libro de John T. Whitaker, We cannot escape history, Macmillan, New York, 1943, p. 113, citado en H. R. Southworth, El mito de la cruzada de Franco, Ruedo Ibérico, París, 1963,p. 123.
Dos años más tarde, el 27 de agosto de 1938, FRANCO haría unas jugosas y victoriosas declaraciones, al representante de la Agencia Havas, de las cuales he extractado estas perlas:
Cuantos deseen la mediación, consciente o inconscientemente, sirven a los rojos y a los enemigos encubiertos de España.
[…]
El que piensa en mediación propugna una España rota, materialista, dividida, sojuzgada y pobre en que se realice la quimera de que vivan juntos los criminales y sus víctimas; una paz para hoy y otra guerra para mañana.
[…]
La España nacional ha vencido y no dejará arrebatarse ni desvirtuarse su victoria, por nada ni por nadie.
Todos estos textos estaban publicados y tenían que ser ampliamente conocidos.
La Represión había sido anunciada desde los primeros días.
No iba a haber, ni hubo, piedad con los vencidos.
Por ello, me pregunto, como en el bando republicano hubo tanta gente, de inteligencia probada, que propusiera e intentara negociar con FRANCO, hasta el último momento.
Me resulta inexplicable que el Jefe del Ejército republicano del Centro, CORONEL GUMERSINDO CASADO, días antes de entregar Madrid a Franco, aún sabiendo que la guerra no podía ser ganada por la República, pudiera pensar que la negociación fuera posible con tales enemigos, cuya doctrina exterminadora era conocida.
Para algunos autorizados historiadores, el coronel GUMERSINDO CASADO actuó como un traidor en el bando republicano.
Y más inexplicable me parece, que un filósofo de la talla de don JULIÁN BESTEIRO FERNÁNDEZ, secundara tal acción, decidiendo permanecer en España.
Aquí sería sometido al inicuo procedimiento sumarísimo 1499/39, siendo condenado a muerte.
Aunque no llegaría al pelotón de ejecución, pues don JULIÁN BESTEIRO moriría antes, envejecido y enfermo en la prisión de Carmona.
Para terminar este párrafo, y a propósito de este episodio de la entrega de Madrid, por lo que nos toca como canarios, debemos recordar el valor y la determinación del militante comunista gomero, el comandante o mayor de milicias GUILLERMO ASCANIO MORENO, que luchó al frente de sus tropas contra la traición de Casado, pagando con su vida, al ser entregado a los franquistas, cuando éstos entraron en Madrid.