EL SISTEMA ELECTORAL DE LA RESTAURACIÓN


El sistema electoral establecido durante la Restauración era intrínsecamente fraudulento.

Y no facilitaba una auténtica democracia participativa.

Hubo varios intentos para mejorarlo, pero los resultados de las previstas mejoras, no redundaron en una mejora real.

Las elecciones eran falsificadas.

El proceso electoral era una ficción legal, que se producía de este modo:

El Rey depositaba su confianza en un Jefe de Partido para formar Gobierno.

Este convocaba elecciones, fabricando en el Ministerio de la Gobernación la composición de la Cámara, mediante el sistema del «encasillado».

Encasillado consistente en designar los candidatos a proclamar.

El Ministro de la Gobernación nombraba a los Gobernadores Civiles Provinciales.

Con la cooperación de los caciques locales, bajo la férula de los gobernadores civiles provinciales, se obtenían los votos necesarios para obtener la mayoría parlamentaria, que permitiera gobernar al jefe del partido designado por el Rey.

Así se obtenía la estabilidad política, pero el régimen democrático quedaba reducido a una parodia manejada por la oligarquía.

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