»Los políticos se constituirán en casta, dividiéndose hipócritas en dos bandos igualmente dinásticos e igualmente estériles, sin otro móvil que tejer y destejer la jerga de sus provechos particulares en el telar burocrático. No harán nada fecundo; no crearan una Nación; no remediaran la esterilidad de las estepas castellanas y extremeñas; no suavizaran el malestar de las clases proletarias. Fomentaran la artillería antes que las escuelas, las pompas regias antes que las vías comerciales y los menesteres de la grande y pequeña industria. Y por último, hijo mío, veras, si vives, que acabarán por poner la enseñanza, la riqueza, el poder civil, y hasta la independencia nacional, en manos de lo que lamáis vuestra Santa Madre Iglesia.
»Alarmante es la palabra Revolución. Pero si no inventáis otra menos aterradora, no tendréis más remedio que usarla los que no queráis morir de la honda caquexia que invade el cansado cuerpo de tu Nación. Declaraos revolucionarios, díscolos si os parece mejor esta palabra, contumaces en la rebeldía. En la situación a que legareis andando los años, el ideal revolucionario, la actitud indómita si queréis, constituirán el único síntoma de vida. Siga el lenguaje de los bobos llamando paz a lo que en realidad es consunción y acabamiento … Sed constantes en la protesta, sed viriles, románticos, y mientras no venzáis a la muerte, no os ocupéis de Mariclio Yo, que ya me siento demasiado clásica, me aburro … , me duermo … »
Madrid-Santander.-Marzo-agosto de 1912.
FIN DE «CÁNOVAS
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Nuestro genial Don BENITO PÉREZ GALDÓS escribió este premonitorio texto, hace más de un siglo.
Hoy, en 2015, sigue vigente.