[En el libro de actas municipales del año 1918, iniciamos la lectura en el folio 280 vuelto]
En la Muy Leal, Noble, Invicta y Muy Benéfica Ciudad, Puerto y Plaza de Santa Cruz de Santiago de Tenerife, capital de la provincia de Canarias, a veinte y uno de diciembre de mil novecientos diez y ocho, siendo la hora de las diez y seis, se reunieron en la Sala Consistorial con la presidencia del Señor Alcalde accidental Don Juan Rumeu y García, los Señores Concejales que al margen se consignan, para verificar sesión pública extraordinaria del Excmo. Ayuntamiento.
[Los concejales consignados al margen, eran estos:]
1
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Juan Rumeu y García |
2
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Enrique Álvarez y Álvarez |
3
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Andrés Arroyo y González de Chávez |
4
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José Sicilia Carmona |
5
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Anselmo J. Benítez y Expósito |
6
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Antonio Vivanco y Santillán |
7
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Ángel Crosa y Costa |
8
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Andrés Orozco y Batista |
9
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Adolfo Bencomo y Fernández del Castillo |
10 |
Pedro Maffiotte y La-Roche |
11 |
Eladio Arroyo Herrera |
12 |
Francisco Martínez Viera |
13 |
Erasmo de Armas Marrero |
14 |
Matías Molina |
15 |
Pedro del Toro Santana |
16 |
Domingo Ayala Barreda |
17 |
Francisco González Currá |
18 |
Sixto Fernández del Castillo |
19 |
Guillermo Cabrera y Felipe |
20 |
Eloy Sansón y Pons |
Abierta la sesión, la Presidencia, en breves conceptos, explicó el objeto de la reunión, disponiendo la lectura de dos proposiciones suscritas por los Concejales Señores Orozco y Arroyo y González de Chávez.
Asunto relativo a la autonomía regional.
Concedida la palabra al Señor Orozco, manifestó que al presentar la proposición de que se había dado lectura, cumplía un deber inherente al programa idealista de la minoría republicana, por estimar momento oportuno el actual en que se halla planteado en la Nación el problema de las autonomías regionales iniciado por Cataluña y las provincias Vascongadas; que la separación de ésta de Canarias de la Metrópoli la abona los fundamentos que existen para aspirar a ese régimen, que ya fue proclamado en la asamblea regional verificada en esta Ciudad en el año de mil novecientos once, y que el regionalismo en estas islas responde a una realidad geográfica.
Atendiendo a las leyes generales que regulan la vida de la Nación, dice que las mismas no encajan ni se acomodan a las especiales características de esta región. Al efecto menciona la ley de pantanos, sin eficacia, porque debió haber sido de embalses, por lo que a estas islas se refiere; la que benefició recientemente a los agricultores con motivo de los perjuicios ocasionados por la guerra, que no pudo ser aplicada a Canarias; la de colonización y tantas otras que han anormalizado la vida insular.
Hablando del desenvolvimiento de nuestras iniciativas, recordó que no ha sido posible constituir una empresa naviera con capitales, del país, precisamente por no existir en la región un organismo capacitado para imponer un tributo; circunstancias todas que demandan el régimen autonómico. En este mismo orden de ideas, el Señor Orozco se extiende en manifestaciones relacionadas con el aspecto económico del problema, haciendo resaltar el gravísimo error en que se incurrió al crear los Cabildos insulares sin dotarlos de una hacienda que les permita cumplir su misión.
Por último, abogó resueltamente por la reunión de una Asamblea que recoja, estudie y concrete el programa de nuestras aspiraciones autonómicas.
Usa de la palabra. El Concejal Señor Sansón y Pons, y empieza haciendo constar que ratifica las manifestaciones que, acerca de este mismo asunto hizo presentes en la última sesión ordinaria, por entender que esta Corporación carece de personalidad para demandar la autonomía de los poderes públicos, opinando, por el contrario, que nos debemos concretar a pedir la autonomía municipal, que debe ser aspiración preferente de todo municipio. Para la autonomía regional, añadió, no estamos capacitados, ni podemos llevar la voz de la región, pues antes, y como base primordial, precisa hacer opinión bien orientada. Terminó su discurso comba tiendo, por las razones expuestas la totalidad de la proposición de la minoría republicana, apoyando la del Señor Arroyo y González de Chávez y solicitando de los Señores Crosa y Vivanco que expongan su criterio sobre el particular.
Entra el Señor Delgado Rodríguez.
Concedida la palabra al Señor Crosa y costa, dice que la citada proposición que firma el Señor Orozco y demás compañeros de minoría, la estima totalmente inoportuna y fuera de ocasión y de lugar, mostrándose partidario de la unidad nacional y provincial, y de la autonomía de los municipios.
En el caso que se debate, entiende que es preciso oír la voz de toda la región por medio de sus representaciones genuinas, a fin de que los acuerdos lleven el evalúo que emana de las aspiraciones conjuntas, y luego, concretadas, debidamente, elevarlas al Gobierno Central.
Deja la presidencia al Señor Rumeu y la ocupa el segundo Teniente de de Alcalde Don Pedro del Toro.
Añade el Señor Crosa que todas las regiones de España, incluso Cataluña, han abordado el problema de la autonomía que ahora solicitan, después de largos años de estudios, por lo que nosotros no debemos precipitarnos, pues si las aspiraciones que se evidenciaran, no llegaran a ser congruentes, haríamos resaltar tan solo nuestra incapacidad. En tal sentido, la iniciativa no debe cristalizar en esta Corporación sino en la Liga Regional o en los Cabildos insulares.
Manifiesta que en las Asambleas de mil novecientos ocho y mil novecientos once no se habló de autonomía sino de descentralización, y que a pesar de las deliberaciones y de la calma y serenidad que precedió a las mismas, ningún resultado positivo obtuvimos; que si ahora, en Cataluña, ha surgido el problema del nacionalismo, entonces nosotros tuvimos en el tapete el del provincialismo, que pretendimos resolver con un nuevo régimen económico – administrativo.
Por lo que respecta a un concierto con el Estado para el percibo de rentas que constituyan la hacienda de la provincia, cree que, como no existen estadísticas, ni sabemos lo que se recauda, ni lo que el Estado gasta, no podríamos llegar a nada satisfactorio en este sentido.
Entra el Señor Ramírez Filpes.
Interviene en el debate el Señor Vivanco. Dice que él no pertenece a la Liga Regionalista y que aún hallándose conforme con el espíritu de la proposición del Señor Orozco, exima que no deben adoptarse los acuerdos que contiene por no ser el Ayuntamiento el llamado, sino únicamente para solicitar la autonomía municipal. Hace presente que el aspecto económico de este asunto es el más importante, y que si Cataluña se ha lanzado al fin al pedir la autonomía regional, lo ha hecho después de una intensa y laboriosa preparación.
Deja la presidencia el Señor del Toro y la ocupa el Señor Rumeu.
Concedida la palabra al Señor Arroyo y González de Chávez, comienza haciendo constar que en su significación de las derechas, de la extrema derecha si se quiere, viene a mantener los principios autonomistas, tan radicales como los del Señor Orozco, pues él ha sido siempre regionalista y lo será toda la vida, en el sentido de que las entidades que se denominan región, municipio, etc., tengan derecho a la autonomía. Pero que entiende que el Estado no debe dar nada a la región, pues solo le cabe reconocer lo que se le pide.
Se opone a la proposición del Señor 0rozco, en los términos en que se halla redactada, estimando que como el Ayuntamiento está en el caso de velar por las prerrogativas de su propia autonomía, no puede ni debe pedir la de la región.
Haciendo un estudio de las teorías regionalistas, dice que siempre las ha sustentado, extendiéndose en consideraciones respecto al proceso del origen y formación de los organismos naturales, desde el individuo y la familia que necesitan asociarse con el mutuo apoyo, de donde nacen los municipios, hasta la constitución del Estado, nacido de la unión de las regiones y éstas de los municipios.
Alude al proyecto de ley sobre régimen de la hacienda local que presentó a las cortes el señor Maura en el año mil novecientos, haciendo ver que en el mismo se condensan, íntegras, las aspiraciones totales de los municipios.
Entiende que pedir nosotros la misma autonomía que solicitan Cataluña y las Vascongadas, equivale a ir contra el mismo regionalismo, que implica la ley de variedad.
Termina su discurso el Señor Arroyo y González de Chávez, oponiéndose a que el ayuntamiento pida la autonomía regional, cuando lo que debe pedir es la municipal; entendiendo que la autonomía para la región, cuando lo que debe pedir es la municipal; entendiendo que la autonomía para la región ha de ser solicitada por todos los ayuntamientos para la región ha de ser solicitado por todos los ayuntamientos para que pueda ser oída, pero que antes hay que definir las aspiraciones en una reunión de odas las fuerzas intelectuales de la provincia.
Hace uso nuevamente de la palabra el Señor Orozco y dice que parece extraño que estando todo conforme en el fondo del asunto, que se debate, existan, no obstante, las disenciones que se han manifestado.
Refiriéndose a su proposición, insiste en sus puntos de vista, añadiendo que la pétition de la autonomía regional la considera de carácter imperioso.
Hace presente que la Unión Patriótica definió perfectamente las atribuciones que pedía para la región, las cuales leyó, por lo que le llama mucho la atención que el Señor Crosa haya dicho que en las Asambleas de mil novecientos ocho y mil novecientos once, no se trató de la autonomía.
Terminó el Señor Orozco preguntando si los que en aquel entonces mostraronse partidarios del regionalismo han cambiado de criterio, censurando agriamente la conducta.de los políticos que mixtificaron las nobles aspiraciones que alentó y encarnó “Unión Patriótica”.
Interviene de nuevo el Señor Arroyo y González de Chávez, afirmando rotundamente que si la autonomía regional, que solicita al Señor Orozco, la pide solo esta Corporación, la solicitud quedará empequeñecida; negó que él haya claudicado de las ideas que sustentara “Unión Patriótica”, y reta a que se le demuestre lo contrario.
Aludió a los políticos culpables del desastre de aquella entidad, que recorieron.los pueblos de la isla y actuaron en escenarios avalorando sus predicaciones con grandes golpes de pecho y con actitudes que se tradujeron solo en el medro personal.
Entran los señores Vandewalle y Casariego.
Habla nuevamente el Señor Orozco y dice que para plantear el problema de la autonomía regional de Canarias debe haber una entidad, siendo preciso buscarla, por ser el de ahora el momento propicio, pues no hay tiempo que perder. Afirma que el Estado tiene que estudiar ese problema, y que ahora, antes de la asamblea solicitada, es la ocasión de pedirla al poder central, y luego convocar esa Asamblea para que condense la aspiración y la haga prevalecer.
Reconoce que el Señor Arroyo y González de Chávez no es de los que abandonaron los ideales y las orientaciones que sustentó la ”Unión Patriótica”, y lo reconoce así porque ya había constar que aquel saludable movimiento de opinión pública, quedó abandonado por los mismos que lo iniciaron,
vuelve a intervenir en el debate el Señor Crosa, y sostiene que no es el Ayuntamiento el llamado a tomar la iniciativa en este asunto, pues podríamos tropezar con el inconveniente de que los demás organismos provinciales o insulares no aceptaran nuestra propuesta.
Hace uso de la palabra el Señ0r Regidor Don Guillermo Cabrera y Felipe, y dice que pudiéramos, concretar el acuerdo, resolviendo dirigirnos a los Poderes públicos, diciendo a los mismos que el Ayuntamiento de esta Ciudad opina que debe solicitar la autonomía, no una especial, sino en términos generales sin perjuicio de que seguidamente se obtengan opiniones concretas, de las demás entidades y organismos de la región; mostrándose en este punto partidario de la asamblea de que se ha venido hablando.
Suficientemente debatido el asunto, y después de breves aclaraciones de los señores Orozco y González de Chávez, la Excelentísima Corporación, por unanimidad, adoptó el siguiente acuerdo;
Primero.
Dirigirse al poder central manifestándole que esta Corporación considera conveniente la solución de los problemas canarios, por lo que debe concedérsenos una autonomía regional dentro de la integridad de la’ soberanía de la Nación; que se dirija a todas las corporaciones oficiales para que, si lo estima oportuno, eleven al poder central idéntico acuerdo; y que para concretar cual haya de ser la autonomía que se considera conveniente a la perfecta organización de la región canaria, se convoque une asamblea de todas las corporaciones y organismos de la provincia, la cual adoptará los acuerdos que estime oportunos; y
Segundo. Solicitar del Gobierno lleve a las Cortes un proyecto de restauración de autonomía municipal, en el que, devolviendo a los Ayuntamientos la plenitud de capacidad para regirse como entidades naturales, se les reconozca autonomía administrativa, sobre todos los asuntos que se les encomendaba en el artículo noventa y siete del proyecto de Ley sobre régimen local que presentó a las Cortes el Excmo. Señor Don Antonio Maura, en el año mil novecientos.
Con lo que se levantó la sesión siendo la hora de las diez y ocho y cuarenta y cinco minutos, de todo lo que yo, el infrascrito Secretario interino, certifico; debiendo hacer constar que han dejado de concurrir al acto los Señores Don Esteban Mandillo, por encontrarse en uso de licencia, y Don Sixto Lecuona, Don José García Lanzaran, Don Moisés Coba, Don Toribio V. Expósito, Don José Siliuto, Don Eulogio Reyes, Don Arturo Escuder, Don Humberto Lecuona, Don Juan Bello, Don Eladio Ruiz, Don Santiago Negrín, y Don Antonio Delgado Lorenzo, por causas que se ignoran. = Sobre raspado; = dos proposiciones suscritas;= Vale
[En el folio 284 acaba el acta suscrita por las firmas manuscritas rubricadas de los asistentes]
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Políticos canarios, en su mayoría reaccionarios y conservadores, solicitando la autonomía regional en 1918.
Cuando todavía el pueblo canario no se había repuesto de los los padecimientos ocasionados por la crisis derivada de la primera gran guerra europea.