Que algunos «asertos históricos» de Alejandro Cioranescu en su monumental obra, carecen de certeza, quedan en evidencia por estos pequeños detalles encontrados en mi pesquisa documental en el Archivo Municipal.
I.-
En primer lugar el Acta de la sesión donde, – entre otros acuerdos más trascendentes, de los cuales Cioranescu no dice nada -, se adoptó el acuerdo de cambiar los nombres de catorce vías urbanas, no corresponde a la sesión de fecha 28/9.1936, sino a la de la siguiente sesión celebrada el cinco de octubre de 1936, una semana después.
Yerra, pues, el rumano en esta fecha.
Vid.
http://personales.ya.com/pedroms/pdf/1.05.pdf
II.-
Es falsear la historia decir que habían sido bautizadas con aguas republicanas las calles
Doctor Comenge
Pablo Iglesias
Camino del Manicomio
1.-
El propio Cioranescu sabía que poco, o para ser más exacto, nada tuvo que ver con la República (primera o segunda) el doctor Luis Comenge Ferrer.
En el capítulo XIII del tomo IV, páginas 156 a 158, ha dejado impresa esta amplia referencia, en la cual aparece el doctor Comenge:
“
En diciembre de 1906 se detectaron varios casos de tifus en la capital. Murieron dos enfermos en sus casas (los días 3 y 4) y luego tres en el lazareto (los días 8, 9 y 16). Hasta fines del año no hubo más víctimas. Pero aquello había sido suficiente para hacer que cundiese el pánico, y no sólo en Santa Cruz: porque en todas las mentes estaba presente, con carácter permanente, la amenaza de epidemias mas graves, fiebre amarilla o peste bubónica.
En Santa Cruz se tomaron, esta vez rápidamente, las medidas pertinentes. Se abrió el lazareto, transformado en hospital, con Agustin Pisaca Fernandez y el doctor Naveiras como médicos. El 11 de diciembre se desinfectaron las aguas de Los Lavaderos, así como las del Toscal y de Cabo-Llanos; se destruyeron las barracas que podían constituir focos de infección; se quitaron las basuras, se alejaron de la ciudad los cerdos. Se cerraron las escuelas, para evitar en lo posible la contaminación. Como los médicos habían establecido que la enfermedad era simplemente tífica y su peligrosidad relativa, se consideró se había hecho lo suficiente para combatirla. Sin embargo, fuera de Santa Cruz nadie creyó en las seguridades y garantías de los médicos y de la autoridad. Se pensó que se trataba en realidad de peste bubónica y que los santacruceros ocultaban la verdad, para no perder los beneficios del tráfico de su puerto. Así como en Santa Cruz había cundido el tifus, en otras partes cundió el histerismo colectivo. En La Laguna se trato de impedir el paso del tranvía y en el km. 8 de la carretera se estableció una estación de fumigación, que en realidad no hacía daño a nadie, pero que contribuía a mantener la inseguridad. En Las Palmas, 19 médicos firmaron una certificación en que se declaraba que la enfermedad que se padecía en Santa Cruz era peste. Se produjo un verdadero pánico y en algunos puertos los barcos procedentes de Santa Cruz fueron recibidos a tiros 139. En Santa Cruz se sospechaba que no era pánico, sino un juego complicado de intereses y rivalidades políticas, que pretendía declarar sucias las procedencias de Tenerife y cortar de este modo el comercio de la capital. Por otra parte, también había gente desconfiada en Santa Cruz: en alguna fracción de la opinión publica nació la sospecha de que posiblemente los otros tenían razón, que efectivamente había peste y que la autoridad intentaba disimular la verdad. Hubo momentos de gran tensión, en que los alarmistas hacían su agosto, los políticos veían confirmarse sus peores obsesiones y el gran público navegaba entre la esperanza y el temor.
Entonces fue cuando el gobierno comisionó al doctor Comenge, para que estudiara la situación sanitaria de la capital canaria e informara sobre lo que había de cierto en aquella epidemia. EI doctor Comenge llegó a Santa Cruz el 18 de diciembre. Su optimismo fue el mejor tónico para reconfortar aquellos espíritus alterados. Visitó el hospital de aislamiento establecido por el ayuntamiento en el lazareto y no tuvo para el más que palabras de elogio. Declaró que, naturalmente, aquello no era peste; que las defunciones que hasta entonces se habían registrado se debían al carácter tardío de los cuidados médicos que se habían aplicado a los enfermos; y que cuantos estaban internados o se internarían aun, estaban seguros de curar 140.
No es que al doctor Comenge le hubiese gustado todo cuanto veía. Por el contrario, se quedo espantado por el estado sanitario de las ciudadelas y de las viviendas más pobres, por la subalimentación y la miseria que dominaban en gran parte de la población. Tuvo la oportunidad de distinguirse, no solo por su celo profesional, sino también por su filantropismo. Por honorarios de su comisión, el gobierno le pagaba 5.000 pesetas, que el abandonó, ofreciendo esta cantidad al ayuntamiento para asistencia de los pobres. Fomentó la creación de un instituto de lactancia artificial, cuya organización indico el mismo, y en la rifa que se hizo para su dotación hizo rifar su reloj de oro. Con gestos de esta dase y con la simpatía que supo inspirar, remontó los ánimos abatidos de los santacruceros y contribuyo eficazmente para hacer olvidar un episodio que, mas que trágico, había sido bochornoso. Afortunadamente, este episodio sería el ultimo en la larga historia de las epidemias en Santa Cruz 141.
141 El doctor Luis Comenge falleció en 19/1.1916.
“
Es más, el rumano profesor en su monumental obra ha dejado estas otras referencias al doctor Comenge:
Página 521
“
DOCTOR COMENGE.
Nombre que tuvo la calle San Francisco de 1907 a 1936
“
Página 529
“
SAN FRANCISCO.
Su rasante rebajada en 1873-76, adoquinada en 1886.
Se ha llamado Doctor Comenge de 9/2.1907 a 5/10.1936 (99).
“
El rumano profesor hubiera evitado cometer esta grave falta de respeto por la Historia, si hubiera dedicado algo de su tiempo a leer las actas municipales de 1907, que constan, entre los folios 30 a 37 del Libro de Actas de dicho año 1907, cuyas transcripciones literales constan en
https://pedromedinasanabria.wordpress.com/2011/11/22/san-francisco-al-doctor-comenge/
2.-
El nombre de Pablo Iglesias fue asignado a la calle conocida como Primera de Obreros, el 24 de marzo de 1926, por el Ayuntamiento que presidía Don Santiago García Sanabria, durante la dictadura del general Miguel Primo de Rivera y Orbaneja, en el reinado del mismo Rey Alfonso XIII.
Así consta en la página 34 del Libro de Actas de Plenos Municipales, marcado con el número 3. Libro que comienza con la continuación del acta de sesión plenaria de fecha 25 de febrero de 1926 y acaba con el acta incompleta de fecha 2 de octubre del mismo año 1926.
Vid.
http://personales.ya.com/pedroms/pdf/1.13.pdf
3.-
Además, decir que el nombre toponímico Camino del Manicomio, es fruto de un bautismo republicano, debe ser calificada como una exhibición de bavoquía insoportable.
4.-
Constituye una irreverencia histórica utilizar la expresión bautismo republicano para describir la acción de sustituir los nombres de las vías urbanas.
Hasta donde sabemos por la documentación constatada, ni en 1907, ni en 1926, había baptisterios republicanos en Tenerife.
Demasiados dislates, los del rumano «historiador» Alejandro Cioranescu, en tan pocas líneas.
III.-
Esa ligereza histórica de Cioranescu cae en la indecencia cuando se atreve a escribir que
En el ayuntamiento de Santa Cruz son 20 los convictos
Constituye una bajeza denominar convictos a los desdichados funcionarios municipales sometidos a expedientes, por perversos inquisidores, en total indefensión, víctimas de inicuas resoluciones, sin prueba de delito alguno.
Prueba de ello, es la nota manuscrita que figura intercalada entre los folios 63 y 64 del expediente que se conserva en el Archivo Municipal con la signatura 54/07. Expediente gubernativo de destitución, iniciado en febrero de 1937, instruido por el gestor municipal JUAN YANES PERDOMO, asistido por el funcionario HORACIO GARCÍA GARCÍA, actuante como Secretario, contra FRANCISCO AFONSO GARCÍA.
Dice así esta nota:
Para D. Horacio:
Hay que modificar la conclusión, para estimar que existe la falta de “actuaciones antipatrióticas”, según el penúltimo considerando y que, por tanto, hay que formular el pliego de cargos.