CAPITANES GENERALES DE CANARIAS


 

El cargo de Capitán General de Canarias fue creado en 1589, siendo designado para desempeñar dicho puesto supremo, el general LUIS DE LA CUEVA Y BENAVIDES, quien fijó su residencia en la ciudad de LAS PALMAS, en la isla de GRAN CANARIA.

La CAPITANÍA GENERAL DE CANARIAS estuvo en GRAN CANARIA más de medio siglo (66 años).

En 1656, sin haber recibido licencia real para el traslado de isla, el Capitán General ALONSO DÁVILA decidió trasladarse a TENERIFE, isla en la cual quedaría finalmente fijada la residencia del Capitán General de Canarias, hasta hoy.

En 1661, sería JERÓNIMO DE BENAVENTE, el primer capitán general que realmente recibió licencia para residir «en la isla que tuviese por más conveniente», decidiendo residir en el edificio conocido como Casa de los Capitanes en la ciudad de LA LAGUNA de TENERIFE.

En 1723, el capitán general LORENZO FERNÁNDEZ DE VILLAVICENCIO, se aposentó en el CASTILLO DE SAN CRISTÓBAL, en Santa Cruz de Tenerife, de donde no se le pudo desalojar hasta 1734.

Hubo una sede de la Capitanía General en la calle de La Marina número 13, en cuyo solar existe hoy un edificio de factura relativamente reciente, donde figura la oficina principal del Banco Atlántico en Tenerife.

El General ANTONIO GUTIÉRREZ, que el 25 de julio de 1797 encabezaba a los tinerfeños que derrotaron a las tropas inglesas desembarcadas por el Almirante HORACIO NELSON, residió en una casa sita en la esquina de las calles San Francisco y San José.

También fue sede de la Capitanía general un emblemático edificio de Santa Cruz, en la parte alta de la conocida entonces como PLAZA DE LA PILA, que hoy conocemos como PLAZA DE LA CANDELARIA, en el solar donde estuvo la casa Foronda, que luego sería Hotel Panasco, y más tarde Droguería Espinosa, que, finalmente, hoy es el edificio singular del Banco de Santander.

En 1853, fue alquilado para residencia del Capitán General, el PALACIO DE CARTA, la casa que ha sido oficina de Banesto, conservando el número 8 en la misma Plaza, que en aquella fecha era conocida como Plaza de la Constitución.

El último Capitán General residente en el Palacio de Carta fue el General AURELIANO WEYLER Y NICOLAU, quien en 31 de marzo de 1881 se trasladaría inaugurándolo, al nuevo edificio de Capitanía General, sito frente al terreno conocido como Campo Militar, y luego Plaza del Hospital.

Esta plaza sería solicitada el 28 de agosto de 1880 por el Ayuntamiento, ofreciendo en permuta, unos terrenos y casas de propiedad municipal, «situados a la espalda del nuevo edificio de la Capitanía General».

Hoy esta plaza del HOSPITAL lleva el nombre del general WEYLER.

Después del General AURELIANO WEYLER Y NICOLAU, Duque de Rubí y Marqués de Tenerife, se sucedieron en el mando de la Capitanía General de Canarias, treinta y dos tenientes generales, de los cuales dos fueron de origen canario:

IGNACIO PÉREZ GALDÓS, nacido en Las Palmas, y JOSÉ MARCH GARCÍA, nacido en La Laguna.

Con el devenir del tiempo, el PALACIO DE CARTA sería sede del GOBIERNO CIVIL.

La PLAZA DE LA CONSTITUCIÓN llegaría ser conocida como PLAZA DE LA REPÚBLICA, durante el efímero periodo republicano del gobierno emanado de las urnas, denominado del FRENTE POPULAR.

https://pedromedinasanabria.wordpress.com/2013/12/04/plaza-de-la-republica-en-1936/

 

En la madrugada del 17 al 18 de julio de 1936, alboreando el sol, el edificio sede del Gobierno Civil, sería ocupado por los militares sublevados contra el legítimo Gobierno Republicano de España.

En la tarde del mismo 18 de julio de 1936, se produciría el tiroteo, que ocasionaría las dos primeras bajas humanas de la Guerra Civil en Tenerife.

La primera víctima fue el Cabo de la Guardia de Asalto Don FRANCISCO MUÑOZ SERRANO, por el bando legítimo y legal del Gobierno de la República.

La segunda sería el soldado lagunero SANTIAGO CUADRADO SUÁREZ, por el bando rebelde.


LA SEGUNDA REPÚBLICA

Tras la pérdida en 1898 de las últimas colonias ultramarinas de América, los gobiernos que se sucedieron en España, fueron incapaces e incompetentes para reestructurar y dotar convenientemente al Ejército Español.

A finales de la primera década del siglo XX, la mitad del presupuesto militar se iba en el pago de los salarios, que en su mayor cuantía era para el enorme número de oficiales.

Una estadística de 1909, muestra que en este año, la relación entre oficialidad y tropa era de UN oficial por cada CUATRO soldados en filas. La plantilla de generales en activo era de SESENTA.

Por aquellas fechas, el Imperio Británico, cuyo ejército triplicaba el número de efectivos al español, solamente disponía de 34 generales en activo.

Este cuantioso gasto en personal mermaba considerablemente los recursos que debían haber sido destinados a la modernización del armamento, las infraestructuras y el entrenamiento, conducentes a la disposición de un buen ejército.

La población española en aquellas fechas no había alcanzado aún la cota de los 20 millones.

En 1912 había sido establecido el servicio militar obligatorio, que pretendiendo alistar a todos los mozos, sin embargo, podía ser eludido mediante pago monetario.

Así, casi una cuarta parte de los afectados, no se incorporaría a filas, al disponer de dinero para pagar alguna forma de exención.

Por tanto, los soldados reclutados forzosamente fueron los pobres campesinos y obreros, mayoritariamente analfabetos, carentes de toda formación.

 

El 14 de abril de 1931 es proclamada la SEGUNDA REPÚBLICA ESPAÑOLA.

El Académico y Catedrático, Profesor  JOSÉ ÁNGEL SÁNCHEZ ASIAIN, autor de la obra «LA FINANCIACIÓN DE LA GUERRA CIVIL ESPAÑOLA» (Editorial Crítica,. 2014), ganadora del Premio Nacional de Historia de España, afirma:

LA REACCION CONTRA LA REPUBLICA COMENZO EN FECHA TAN TEMPRANA COMO EL 14 DE ABRIL DE 1931, DÍA EN EL QUE SE CONSTITUYÓ, Y EN EL QUE UN GRUPO DE PERSONAJES SIGNIFICATIVOS SE PROPUSO DERROCARLA «POR TODOS LOS MEDIOS». Y FUE, INMEDIATAMENTE A PARTIR DE ESE MOMENTO, CUANDO SE DEFINIERON LAS FORMULAS PARA RECAUDAR LOS RECURSOS NECESARIOS QUE EXIGÍA UNA FUTURA SUBLEVACIÓN.

 

Una semana después el gobierno provisional republicano puso en marcha una Comisión de Responsabilidades, para dictaminar sobre las actuaciones de los más conspicuos colaboradores del régimen derrocado.

Algunos análisis históricos de estas actuaciones republicanas llevan a pensar que ello constituyó un error grave de la acción republicana, pues entre otras consecuencias produjo la inquina de muchos militares africanistas.

La cuestión se enconó más cuando fueron ejecutadas las drásticas reformas militares decretadas por el ministro MANUEL AZAÑA DÍAZ, quien sería acusado de pretender «triturar el Ejército».

Desde los primeros meses del incipiente gobierno republicano, circulaban fundados rumores de conspiraciones monárquicas contra la República, en las que estaban implicados destacados militares.

Casi la mitad del presupuesto nacional del Estado era consumido por el Ejército, mayoritariamente gastado en el pago de los emolumentos de la enorme plantilla militar.

Tan cuantioso gasto en personal mermaba considerablemente los recursos que debían haber sido destinados a la modernización del armamento, las infraestructuras y el entrenamiento, conducentes a la disposición de un buen ejército.

Ante semejante situación ruinosa para el país y para el propio Ejército Español, era esperable que una de las preocupaciones del gobierno provisional de la República fue procurar su reducción, y de paso, disminuir la influencia y presencia militar en el ámbito político.

 

En la Gaceta de Madrid núm. 11 de fecha 21 de abril de 1931, leemos en el decreto de fecha 18 de abril de 1931, que cesa en el cargo de Capitán General de Canarias, el Teniente general JOSÉ RODRÍGUEZ CASADEMUNT.

En la misma página de la citada Gaceta se publica otro decreto de la misma fecha por el cual se nombra Capitán general de Canarias, al General de división ÁNGEL RODRÍGUEZ DEL BARRIO, que hasta aquel momento era gobernador Militar de Tenerife.

Ambos generales serían, respectivamente, el último Capitán General de Canarias durante la Monarquía Alfonsina, y el único, primero y último, Capitán General de Canarias de la Segunda República Española.

DOS OMISIONES CLAMOSAS


Leyendo el libro «Calles y Plazas de Santa Cruz de Tenerife (1996)» de Juan J. Arencibia de Torres, dentro de la descripción de la Plaza de la Iglesia, casi al final del capítulo VI, me llamó la atención el siguiente párrafo:

¡Qué manía tienen los políticos españoles de cambiar los nombres de las calles y plazas! Esperemos que este «deporte» haya acabado ya de una vez por todas.

En 2003, en otro libro titulado «Pinceladas Canarias», vuelve J.J. Arencibia sobre el mismo tema escribiendo:

Resulta disparatado el cambio de nombres de las calles por razones políticas, Lo mejor en el futuro es no rotular calles con nombres de políticos, sean del color que sean. Los políticos de todas las épocas son buenos para unos y detestables para otros, En materia política es difícil contentar a todos.

Semejante exclamación interjectiva, y la reiteración en el mismo punto siete años más tarde,  suscitó mi curiosidad hacia el tema de los nombres de las calles.

En un libro anterior, publicado en 1994, «CANARIAS Y LOS MILITARES», en su página 176, el Coronel Arencibia había dejado escrito este otro texto:

“El General Dolla, al que recuerdo perfectamente por haber estado en casa de mis Padres en más de una ocasión en Icod, ciudad de la que mi padre fue Alcalde hasta Febrero de 1937”.

Que el hijo de un político tan relevante en la historia de Icod de Los Vinos, durante la Segunda República y el autodenominado Alzamiento Nacional, jefe fundador de Acción Ciudadana en dicha ciudad, que además es sobrino de Julio Arencibia, Alcalde de Icod, que ostentó el poder municipal durante más de 15 años, – desde el 17 de octubre de 1947 hasta su fallecimiento el 28 de marzo de 1963, descalifique a los políticos por cambiar los nombres de las calles, resulta bastante sorprendente, y hasta patético.

Para abonar aún más su posición contraria al cambio de los nombres de calles por decisiones políticas, en otro de sus libros, «Pinceladas Canarias» publicado en 2003, se puede leer el siguiente párrafo:

 

“Hubo un tiempo en que algunas calles santacruceras tuvieron nombres preciosos posiblemente dados por el pueblo y que obedecían a motivos lógicos. Como escribió Martínez Viera:”Modificar el nomenclátor de una ciudad es perjudicial. Para perpetuar hechos y personas, las calles nuevas” ¿Aprenderán los alcaldes y concejales?

Es verdad que Santa Cruz de Tenerife ha tenido calles con nombres preciosos tales como Libertad, Igualdad y Fraternidad, los cuales fueron eliminados y sustituidos por los de Comandante Sánchez Pinto, General Goded y Capitán Gómez Landero, respectivamente.

La cita de FRANCISCO MARTÍNEZ VIERA, está extraída de su artículo «Los Nombres de Nuestras Calles», publicado en 1951, y recopilado dentro del libro «El antiguo Santa Cruz», editado en 1967.

Pero la cita al ser incompleta está descontextualizada.

El párrafo completo de Francisco Martínez Viera dice así:

“Es difícil, repetimos, «desarraigar» un nombre antiguo de una vieja calle. Difícil y complicado. Reconocemos que modificar el nomenclátor de una ciudad es perjudicial y sólo produce trastornos. Para perpetuar hechos y personas, las calles nuevas, Aquí en Santa Cruz, en la parte vieja, ya no caben más cambios de nombres. Ahí están las barriadas, para resistir el aluvión… Lo hecho, hecho está y la lección de su eficacia está en la «pugna» que hemos querido destacar.

Lamentablemente, los ediles municipales santacruceros no han prestado atención a estas palabras de FRANCISCO MARTÍNEZ VIERA, porque el 21 de febrero de 1977 decidieron cambiar el nombre de la Calle ROSARIO por el de Marcos Redondo.

El artículo de FRANCISCO MARTÍNEZ VIERA constituye una evocación de numerosos nombres antiguos de calles que se han resistido a desaparecer, a pesar de haber sido declarados eliminados y sustituidos por otros nombres oficiales.

Así rememora nombres como Las Flores, El Sol, La Luna, El Clavel, Botón de Rosa, La Gloria, La Marina, La Rosa, San José, San Francisco,…

Y en contraste, menciona otros nombres que si han sido capaces de imponerse, haciendo olvidar los antiguos: Teobaldo Power, Puerta Canseco, Ruiz de Padrón, José Murphy, Ramón y Cajal, Bernabé Rodríguez,…

Y también dice:

El nombre de Pi y Margall ha «triunfado» sobre el de Cayo Blanco, que nada nos dice, ni nada nos recuerda.”

Oculta FRANCISCO MARTÍNEZ VIERA parte de la verdad, lo que según algunos es contribuir a la mentira.

Veamos por qué.

CALLE PI Y MARGALL

Durante el reinado de ALFONSO XIII, en plena dictadura del GENERAL MIGUEL PRIMO DE RIVERA Y ORBANEJA, el día 21 de abril de 1924 tuvo lugar una reunión de la Comisión Municipal Permanente presidida por el Alcalde Constitucional don FRANCISCO LA-ROCHE Y AGUILAR, a la que asistieron los vocales Anselmo Benítez, Enrique Ponz, ASENSIO AYALA ESPINOSA, José Manuel Guimerá, Marcos Frías y MAXIMILIANO DÍAZ NAVARRO.

En el acta de la sesión puede leerse este párrafo:

“Vista una instancia suscrita por el Sr. Presidente de la “Juventud  Republicana” D. Francisco Martínez Viera, solicitando se acuerde dar el nombre de Don Francisco Pi y Margall, a una de las calles de la población, con motivo de celebrarse el día veintinueve del mes en curso el centenario del nacimiento del mencionado eminente patricio, la comisión Permanente, aceptando propuesta del Sr. Alcalde Presidente, que indicó a tal objeto la calle de Cayo blanco, y después de manifestar el Concejal Sr. Enrique Ponz que creía poco importante dicha calle para llevar el nombre de hombre tan grande e indicar para ello la Avenida Marítima, acordó dar el nombre de Pi y Margall, a la calle de Cayo Blanco.”

Un inciso.

Llama la atención – canta como dicen los pibes – que en plena Dictadura dentro de un régimen monárquico, prosperara una moción para designar una calle con el nombre de un patricio republicano.

Y es aún más llamativo que en el devenir histórico, doce años más tarde, los tres conspicuos vocales cuyos nombres han sido subrayados

FRANCISCO LA-ROCHE Y AGUILAR

MAXIMILIANO DÍAZ NAVARRO

ASENSIO AYALA ESPINOSA,

participarían decisivamente en la Comisión Gestora Municipal, que, bajo el mando del Coronel de la Guardia Civil JUAN VARA TERÁN, ocupó el Ayuntamiento después del Alzamiento de 18 de julio de 1936.

https://pedromedinasanabria.wordpress.com/2013/02/16/el-ayuntamiento-ocupado-por-los-sublevados/

 

Hay que señalar que ASENSIO AYALA no duró en este cargo ni un año, ya que sería acusado de masón y destituido en junio de 1937.

Fin del inciso.

El resultado de la instancia del Presidente de la Juventud Republicana fue cambiar el nombre de una calle preexistente por otro.

FRANCISCO MARTÍNEZ VIERA había sido uno de los concejales destituidos por la aplicación del nuevo Estatuto Municipal de la Dictadura de Primo de Rivera.

Unos diez años más tarde, el día primero de agosto de 1934, FRANCISCO MARTÍNEZ VIERA ejerciendo como concejal republicano, siendo en aquel momento Alcalde RAFAEL CALZADILLA, presentó una moción para que el nombre de la antigua PLAZA REAL, que en aquel momento era conocida como PLAZA DE LA CONSTITUCIÓN, conservara este nombre, y simultáneamente se asignara el nombre de PLAZA DE LA REPÚBLICA a una plaza de nueva creación prevista, al este de la anterior.

La moción resultaría aprobada por el Pleno del Ayuntamiento.

Actualmente la CONSTITUCIÓN da nombre a la Avenida que arranca junto a la Terminal de Guaguas, en la confluencia de la Avenida Tres de Mayo con la Avenida Marítima,

Avenida de la Constitución que, físicamente, es una prolongación de la Avenida Marítima hacia Los Llanos, la nueva zona de expansión de Santa Cruz hacia el Sur.

Como tal prolongación de la Avenida Marítima, podría haberse ahorrado el nombre de la Constitución, sin objeción alguna.

Lo cual pone de manifiesto que a la hora de bautizar calle y plazas, los ediles que ha sufrido la Ciudad de Santa Cruz de Tenerife, no han estado muy afortunados.

Paradigmático resulta el caso de la AVENIDA MARÍTIMA, cuyo nombre ha sufrido sucesivos avatares.

Los alzados el 18 de julio pretendieron primeramente quitarle su nombre para dedicar tan importante vía al GENERAL FRANCO.

¡La primera propuesta para dedicar una calle al GENERAL FRANCO fue la de sustituir el nombre de la Avenida Marítima!

En fecha tan temprana después de consumado el golpe militar, como el siete de septiembre de 1936.

En esta fecha todavía no había llegado el GENERAL DOLLA para hacerse cargo del mando supremo de Canarias, al frente de su Comandancia Militar.

Pero ya se habían cometido incontables asesinatos, desapariciones, y toda clase de vesánicas tropelías.

La mencionada propuesta no sería ejecutada.

 

https://pedromedinasanabria.wordpress.com/2013/05/24/el-nombre-de-general-franco-a-la-avenida-maritima/

 

Al CAUDILLO POR LA GRACIA DE DIOS, había que dedicarle una calle de más categoría.

Si de paso se llevaban por delante un nombre republicano, mejor que mejor.

Y así sería.

Porque el nombre de la Rambla DEL XI DE FEBRERO, fecha de proclamación de la Primera República Española en 1873, sería eliminado del nomenclátor capitalino, y sustituido por el del GENERAL FRANCO.

Después de la caza, captura y eliminación física de las vidas de tantos republicanos inocentes, el nuevo régimen prosiguió su labor represora en todos los ámbitos de la vida.

Los nombres de las calles y plazas constituyeron un objetivo atacado por aquellos ilegítimos munícipes surgidos del autodenominado Alzamiento. Veremos cómo se llevó a cabo.

Posteriormente, la AVENIDA MARÍTIMA perdería su descriptivo nombre, para ser reemplazado por el de JOSÉ ANTONIO PRIMO DE RIVERA,

Curiosamente, unas semanas después de la fecha de la moción presentada y aprobada, FRANCISCO MARTÍNEZ VIERA ocuparía el sillón de Alcalde.

Aunque toda esta historia denota una gran incoherencia en la trayectoria vital de Francisco Martínez Viera, hay que reconocer que con una demora de casi dos décadas sobre sus afanes republicanos, reconoce que modificar el nomenclátor de una ciudad es perjudicial y sólo produce trastornos.

 

* * * * *


LAS DOS OMISIONES CLAMOSAS

El Coronel Arencibia ha publicado un nuevo volumen titulado

«Conozca Santa Cruz de Tenerife: Su historia a través de sus calles, plazas y otras curiosidades»,

Le he dado un vistazo rápido a este nuevo volumen, y me he quedado bastante decepcionado.

Dice haber añadido más de cien nuevas calles. Pero en la mayoría de éstas se ha limitado a transcribir los nombres con un mínimo texto, digno de los mejores telegrafistas de la época del lenguaje Morse.

Reconociendo el esfuerzo llevado a cabo para tal trascripción, tampoco tiene mucho mérito, porque dispuso de la facilidad de encontrarse con el acuerdo de fecha 18 de mayo de 1973, adoptado por la Corporación municipal presidida por Ernesto Rumeu de Armas, antepenúltimo Alcalde pre democrático de Santa Cruz de Tenerife, en el cual se colaron de golpe y porrazo más de un centenar de calles, de las cuales ochenta y ocho nombres corresponden a ínclitos personajes.

Pero lo que resulta imperdonable, por el dolor innecesario que provoca, es que hay dos omisiones clamosas.

No aparecen en el libro dos significados republicanos, que merecían un trato especial.

El primero, Don FRANCISCO MUÑOZ SERRANO, Cabo del Cuerpo de Seguridad Republicano – la Guardia de Asalto – tiene una calle dedicada a su memoria por acuerdo del nuestro ayuntamiento de fecha 22 de noviembre de 1996.

Es una calle pequeña, situada en el barrio de Santa Clara, que desciende desde la calle MAESTRO ESTANY y desemboca en la AVENIDA PRÍNCIPES DE ESPAÑA, casi paralela a la calle SARGENTO PROVISIONAL.

Estas tres vías si aparecen en el libro del Coronel Arencibia.

Lo cual hace menos comprensible la omisión del Cabo Don FRANCISCO MUÑOZ SERRANO.

Y el segundo, el último Alcalde Republicano, Don JOSÉ CARLOS SCHWARTZ HERNÁNDEZ, asesinado en Octubre de 1936, tiene dedicada a su memoria una plaza en el barrio de Salud Bajo, por acuerdo municipal de fecha 23 de enero de 1978.

Esta plaza está custodiada por los Menceyes Guanches Bencomo, Imobac y Tanausú.

En este caso, en disculpa del Coronel Arencibia, habría que decir que en sus libros no he visto muchas calles y plazas del Barrio de La Salud.

Y además no da muestras de haberse ocupado mucho en conocer de los nombres guanches que rotulan las calles de nuestra Capital,  pues solamente he podido ver tres líneas dedicadas al bravo TINGUARO, – de cuya existencia duda -, y línea y media a la calle situada en  Las Delicias, dedicada a Beneharo, hijo del último gran Mencey de Tenerife.

A pesar de todo, debo dar las gracias al Coronel J.J. Arencibia de Torres, porque, motivado por ese párrafo, me he puesto a la tarea de averiguar la verdadera historia de los nombres de las vías urbanas de Santa Cruz de Tenerife, habiendo encontrando algunos libros y diversos documentos que han incrementado mi deseo de saber más.

De la lectura de éstos, y de su contraste con la documentación original existente en los Archivos, he ido llegando a esta convicción:

Lo que hay publicado adolece de múltiples errores y falacias.

Por falta de rigor de los historiadores o contadores de historias

Concluyendo:

La verdadera historia de nuestras calles y plazas no ha sido escrita y publicada, correctamente.

Como tampoco ha sido publicada la auténtica historia del trágico siglo XX canario. Y por ende de España.

VERSIONES DE LA MUERTE DE SANTIAGO CUADRADO


 SANTIAGO CUADRADO

 

En la documentación aflorada resultan chocantes, por contradictorias, las formas en que ha sido descrita la muerte violenta del joven soldado voluntario SANTIAGO CUADRADO SUÁREZ.

En primer lugar, el Sargento de Voluntarios JACINTO CASARIEGO CAPRARIO, en la declaración prestada el jueves 24 de julio de 1936, ante el Juez Instructor de la Causa 50 de 1936, manifestó que en la refriega resultó muerto el soldado voluntario Santiago Cuadrado que MURIÓ GRITANDO VIVA ESPAÑA

https://pedromedinasanabria.wordpress.com/2012/02/02/santiago-cuadrado-murio-gritando-viva-espana/

 

ESQUELA

Dos día después, el sábado 26 de julio de 1936 el periódico LA PRENSA, publica esta esquela funeraria:

EL JOVEN

Don Santiago Cuadrado Suárez

Soldado voluntario que en la tarde del 18 de julio de 1936

dió su vida por la Patria al grito de ¡Viva España!, en

Santa Cruz de Tenerife, D.E.P.

Un grupo de señoritas de la ciudad de La Laguna:

Invita a las mujeres laguneras que en estos instantes anhelan fervorosas la salvación de España y a todas las personas amantes de la Patria y el orden, se sirvan tener presente en sus oraciones a este benemérito muchacho tinerfeño que con su sangre noble y generosa regó esta tierra isleña al sucumbir víctima de la alevosía, así como asistir al solemne funeral que por el eterno descanso de su alma se celebrará en la Iglesia de San Agustín, de la ciudad de La Laguna, a las 9 de la mañana del martes, día 28 del corriente mes de julio.

La Laguna de Tenerife, 25 de julio de 1936.

 

INFORME DE F.E.T. y de las J.O.N.S.

La Delegación Provincial de Investigación en Santa Cruz de Tenerife, de Falange Española Tradicionalista y de las J.O.N.S., emitió en fecha 29 de enero de 1940, este

Informe de SANTIAGO CUADRADO SUAREZ

De los datos que sobre su conducta y actividades obran en esta Delegación resulta:

Que antes del 18 de Julio de 1936, simpatizaba con los elementos activos de la Falange Española de las J.ON.S. y con los del grupo heroico realizó en esta Capital, la Laguna y pueblos del interior de la Isla, aquella organización que fue base del Movimiento Nacional en la Isla.

El 18 de Julio de 1,936, en las horas de la madrugada, se alistó voluntario en el Ejército, sin desempeñar ningún cargo, sino solo como soldado.

Siendo destinado al Regimiento de Infantería, en las horas de la tarde, con motivo de los sucesos originados en la Plaza de la Constitución se presentó voluntario con un grupo de soldados a reprimir la rebelión que se iniciaba, en cuya acción resultó muerto, siendo el primero que con el grito de “Arriba España”, rindió tributo de su vida al Movimiento Nacional, que iniciaba en aquella gloriosa fecha.

Individuo fervorosamente religioso.

Observó siempre una conducta intachable.

Santa Cruz de Tenerife 29 de Enero de 1,940.

A la vista de los documentos expuestos, surge una pregunta dual:

¿Que gritó SANTIAGO CUADRADO AL MORIR:

¡VIVA España!

o

¡ARRIBA España!?

Personalmente, opino que el desdichado muchacho murió de modo fulminante, sin tiempo para decir nada, tras recibir el balazo.

Bala disparada, según testimonios publicados, por otra persona que empuñó el arma larga del Cabo de la Guardia de Asalto, FRANCISCO MUÑOZ SERRANO, quien había muerto instantes antes.

FRANCISCO MUÑOZ SERRANO y SANTIAGO CUADRADO SUÁREZ, fueron las dos primeras víctimas causadas en Tenerife, por la sublevación que condujo al General FRANCO, tras una cruentísima guerra exterminadora, a la más atroz y larga dictadura sufrida por España.

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Cuando no habían pasado ni dos meses de su muerte, el 16 de septiembre de 1936, SANTIAGO CUADRADO fue honrado además con la dedicatoria de una calle.

Para dedicarle esta calle no se buscó una calle nueva, o sin nombre oficial.

Se aprovechó la ocasión, para llevarse por delante el nombre del ínclito JOSÉ NAKENS, famoso periodista republicano ácrata, cuyo nombre había sido impuesto a dicha calle el 27 de abril de 1932, dando nombre a una vía marcada como número 12 de Salamanca.

Contrasta esta rapidez para dedicar una calle al fallecido en el bando rebelde, con los más de sesenta años que habrían de transcurrir para que, el 22 de noviembre de 1996, nuestro Ayuntamiento acordara dedicar una calle a la primera víctima de aquella sublevación: Cabo FRANCISCO MUÑOZ SERRANO.

La moción para dedicar una calle a la memoria de FRANCISCO MUÑOZ SERRANO, había sido presentada por el Concejal Socialista JOSÉ VICENTE GONZÁLEZ BETHENCOURT [luego Senador del PSC-PSOE por Tenerife].

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RESUMEN HISTÓRICO DEL TRANVÍA Y FERROCARRIL EN TENERIFE


La idea de instalar un ferrocarril en Tenerife es casi anterior a la existencia del Cabildo, cuando las comunicaciones en la isla solo contaban con caminos insulares y locales, y prácticamente no había ni carreteras.

Entre 1887 y 1895, se propone casi cada año un proyecto.

https://pedromedinasanabria.wordpress.com/2013/09/10/proyecto-de-tren-funicular-santa-cruz-la-laguna/

En 1901 entró en servicio el tranvía Santa Cruz-La Laguna-Tacoronte, regentado por la Société Anonyme Belge des Tramways Electriques de Tenerife.

En aquella época los negocios belgas en la Isla tuvieron gran importancia.

Tales negocios contaron con el decidido apoyo de los cónsules de Bélgica Doctor Allart y Fernando de Massy. Y de personajes tan relevantes como los hermanos MARTÍ DEHESA, Nicolás y Juan.

JUAN MARTÍ DEHESA sería Alcalde de Santa Cruz de Tenerife en los años 1909, 1910 y 1911, en dos mandatos separados.

Cuando el negocio dejó de ser rentable, a pesar de los elevados precios del billete, este tranvía privado acabaría en manos del Cabildo.

Precedente de la ya, tópica y típica política, de aportar dinero público, para paliar los efectos públicos de fallidos negocios privados.

Aquel tranvía partía del Muelle, subía por la calle Alfonso XIII (hoy Castillo), pasaba junto a la Plaza de Weyler, proseguía por la Carretera de La Laguna (hoy Rambla de Pulido-Avenida de las Islas Canaria), pasando por Cuatro Caminos (Plaza de la Paz), y continuaba por La Cuesta, Gracia, La Laguna, Guamasa, Los Naranjeros, acabando en Tacoronte.

Su horario comenzaba a las siete de la mañana y terminaba a las nueve de la noche, que los domingos y festivos se prolongaba hasta las diez y media.

La frecuencia del tramo Santa Cruz – La Laguna era semihorario.

El tramo La Laguna – Tacoronte era cubierto cada dos horas.

El 31 de marzo de 1905 el Gobierno Español dicta un Real Decreto que establece un plan de ferrocarriles secundarios, con garantía de interés del Estado, en cual figura el recorrido Santa Cruz-La Orotava, con una longitud de 49 km.

En 1912 se considera de interés estratégico una vía que diese la vuelta a la Isla.

En 1915 el Cabildo aprobó la moción de un grupo de seis consejeros, que proponía, la construcción de un ferrocarril del Norte hasta Buenavista y otro del Sur hasta Güímar, consignando en varios presupuestos sucesivos, una cantidad fija de 60.000 pesetas para su ejecución.

Pero las dificultades de la Guerra Europea imposibilitaron esta ejecución.

En 1917 la Comisión de Hacienda propuso abrir concurso para el anteproyecto.

Este concurso se abrió en 1919, y tuvo que abrirse por segunda vez en 1920.

Desde enero de 1921, el Cabildo había manifestado su intención de quedarse con la propiedad del tranvía, justificada en la necesidad de insularizar los transportes.

Esta voluntad manifestada conllevaba la idea de utilizar la infraestructura del tranvía para su empleo futuro en el ferrocarril.

En 1922 fue premiado el anteproyecto presentado por el ingeniero Carlos Rossi Amaiz y los ayudantes de Obras Públicas Luís Díaz de Losada y Belisario Guimerá.

En 1926 les fue encargado el proyecto definitivo, al precio de 600 pesetas por kilómetro proyectado.

De todas estas actuaciones resultaba la inutilidad del tranvía de Santa Cruz a La Laguna, si se construía el ferrocarril.

En estas fechas, el precio del billete del tranvía era de 60 céntimos en el recorrido Santa Cruz-La Laguna. Y de cincuenta céntimos para el tramo La Laguna-Tacoronte.

Precios onerosos, habida cuenta los jornales de aquellos tiempos. Aunque había abonos subvencionados.

Al mismo tiempo se ponía en evidencia la utilidad del tranvía en el trazado de la vía férrea, hasta el punto que los proyectistas habían dado a ésta la misma anchura de vía de aquél.

El anteproyecto había previsto la compra del tranvía con sus instalaciones, por 626.000 pesetas.

Lo cual constituía un buen negocio ya que el presupuesto total del anteproyecto alcanzaba la nada despreciable suma de 7.331.400 pesetas.

En sesión del 10 de diciembre de 1926, fue leído un informe del secretario de la Corporación, proponiendo la ejecución del proyecto del ferrocarril en varias fases que resumidas quedaban así:

1.- Adquisición del tranvía.

2.- Ejecución de obras de ampliación y mejora de los servicios del mismo.

3.- Construcción del tramo Tacoronte – La Orotava.

4.- Construcción del tramo de Santa Cruz de Tenerife – Tacoronte.

5.- Adaptación del tranvía a los servicios del ferrocarril.

En marzo de 1927, el Cabildo consigue un préstamo del Banco de Crédito Local por importe 1.100.000 pesetas.

Al mes siguiente, abril, el Cabildo establecía las bases para la administración directa de la explotación.

En 1930, la plantilla del Tranvía era de 94 obreros.

En diciembre de 1931 éstos reclamaron una subida salarial.

El Cabildo comisionó a dos consejeros, – uno de ellos el socialista PEDRO GARCÍA CABRERA – , para explicarles que las subidas de salario estaban prohibidas por el Gobierno de la República, y proponerles medidas compensatorias, tales como reparto de los beneficios.

El día 29 de diciembre la huelga fue completa, «casi todo el personal afecto a la explotación».

La reacción del Cabildo consistió en depurar responsabilidades y aumentar los salarios a partir de 1932.

Hubo más tensión, más huelgas y más discusiones con el Sindicato, que el Cabildo no acertaba a administrar.

En 1931 se seguían pagando los gastos del proyecto del ferrocarril, cuando ya nadie creía en su viabilidad.

Mientras tanto, el tranvía envejecía y era insuficiente como medio de transporte.

EL ASALTO AL TRANVÍA EN LA VUELTA DE GRACIA

El sábado 1 de septiembre de 1934 se produce un acontecimiento que conmueve a la isla:

Cinco atracadores interceptaron el tranvía número 15 en su recorrido descendente desde La Laguna, a la altura de la Curva de Gracia. Se llevaron el saco con la recaudación del día, e hicieron fuego, matando al estudiante Agustín Bernal, pasajero de este tranvía, y luego a Luís García Panasco, conductor del tranvía número 13 que venía detrás.

El sepelio de las víctimas tuvo lugar al día siguiente, en una enorme comitiva de tranvías, guaguas, taxis, automóviles particulares y miles de personas.

Los efectivos policiales (Policía, Guardia Civil, Guardia de Asalto y Guardias Municipales) realizaron un gran despliegue que dio como fruto la detención de varias personas que serían sometidas a juicio meses después.

En la investigación policial tuvo una actuación muy destacada el guardia de asalto FRANCISCO MUÑOZ SERRANO, quien solo, llevando en su mano derecha la pistola reglamentaria y en su otra mano una linterna, penetró unos 20 veinte metros en la Cueva de Los Guanches, situada a unos cuatrocientos metros de la Curva de Gracia, en la Higuerita, en busca de los delincuentes que habían sido vistos entrando en dicha cueva, según habían declarado unos confidentes.

Hay publicado un documento gráfico de ese momento, en el que destaca FRANCISCO MUÑOZ SERRANO con la linterna en la mano saliendo de la cueva.

FRANCISCO MUÑOZ SERRANO, siendo Cabo del cuerpo de Seguridad y Asalto, sería la primera víctima del 18 de julio de 1936 en Santa Cruz de Tenerife, pues moriría en el tiroteo producido en el intento frustrado de recuperación del Gobierno Civil ocupado por lo alzados contra la República.

En 1939 el abono para estudiantes, que permitía realizar 31 viajes, costaba 7,50 pesetas.

El 5 de octubre de 1940 la ley referente a la concesión administrativa de líneas de trolebús, propició en el Cabildo la discusión de la oportunidad de un cambio en este sentido.

En 1950 se volvió a discutir.

En 1951 se tomó el acuerdo.

En 1956 se desistió porque el Banco de Crédito Local denegó el crédito pedido.

El tranvía vivía en condiciones «deficientísimas e indecorosas» sus últimos años, sucumbiendo en los años de 1960, en circunstancias todavía más penosas, después de sufrir un accidente grave, con muertos y heridos, que sería decisivo para la supresión de su explotación y para acallar las cada vez menos voces interesadas en su mantenimiento.

En 1963, el ayuntamiento de La Laguna todavía reclamaba la continuación de los servicios, recibiendo la respuesta de que ya no era posible, por haber caducado la concesión.

En los años siguientes se liquidaron los bienes de la Compañía del Tranvía.

En 1966 la campana de la estación de La Cuesta fue regalada a la iglesia de la Candelaria de La Cuesta.

En diciembre de 1967 se pagó al párroco de la Concepción de La Laguna el último alquiler de la estación terminal.

Con los seis millones de venta de los materiales se compensaron las obras de levantamiento de las vías y la reposición de los pavimentos.

En 1971 el ayuntamiento de La Laguna compró los 5.300 m2 de la estación de La Cuesta, a pagar por la Carta Municipal.

* * * * *

En transporte público de viajeros pasaría a manos privadas, mediante la concesión exclusiva de su explotación a los Oramas.

Aunque no faltó la competencia de los «piratas», perseguidos y tolerados, en determinados momentos.

Producida la ruina de la exclusiva de Oramas, con el consiguiente deterioro del servicio, la solución al problema del transporte en la Isla de Tenerife tuvo que venir de la intervención de Estado, mediante la implicación de RENFE.

Se constituye TITSA (Transportes Insulares de Tenerife, S.A.), empresa pública en la cual el Cabildo, en 1978, participa haciéndose cargo del 15% del capital de la sociedad por 7.500.000 pesetas.

En 1986 el Cabildo cedería sus acciones en TITSA a la Comunidad Autónoma.

Ahora, casi medio siglo después, ha resurgido el tranvía, patrocinado por el Cabildo, con un coste desmesurado, que a pesar de tener un billete de precio alto, no cubre ni el cincuenta por ciento de los costes de explotación.

Lo cual supone una ruina a corto, medio, y largo plazo, que exige una importante detracción de recursos públicos, que ha compelido al Cabildo al abandono de otras políticas más útiles para el bien público.

Hasta el punto que ha dejado de contribuir a las cantidades pactadas con TITSA, generando un conflicto.

Después de tantas vueltas, para llegar a este nuevo tranvía, al final, todos los ciudadanos seguiremos siendo los que pagamos.

Ya lo estamos pagando.

 

TRES VERSIONES DEL 18 DE JULIO DE 1936 EN SANTA CRUZ DE TENERIFE


El sábado dieciocho de julio de mil novecientos treinta y seis, el sol comenzó a salir por el horizonte a las seis horas y diecinueve minutos TMG.

Esto es, a las 5:19 de la hora oficial de entonces.

Soplaba un viento flojo.

La temperatura estaba en torno a los veinte grados centígrados.

Teniendo en cuenta que ya se estaba en la estación veraniega, dicha temperatura puede ser calificada como suave a moderada.

El cielo estaba despejado, si bien había calima, que se venía arrastrando desde dos semanas antes.

Alboreando el sábado 18 de julio de 1936, las tropas bajo el mando del Comandante ALFONSO MORENO UREÑA habían salido y tomado el edificio del Gobierno Civil, sin encontrar resistencia alguna.

La sede del Gobierno Civil estaba en el Palacio de Carta, ubicado en la Plaza oficialmente conocida como Plaza de la República, anteriormente de la Constitución, y hoy Plaza de La Candelaria.

El telegrafista y periodista VÍCTOR ZURITA SOLER (31/07/1891 – 24/01/1974), fundador de “La Tarde”, periódico vespertino tinerfeño durante 55 años, (1927 a 1982), publicó en 1937 el libro

«En Tenerife planeó Franco el movimiento nacionalista»

subtitulado

«Anécdotas y escenas de la estancia del Generalísimo en Canarias y su salida para Tetuán»

Este libro de 127 páginas, editado por Publicaciones de LA TARDE, en 1937, impreso en la Imprenta El Productor, con dibujos de Borges, portada de Davó y fotografías de Adalberto Benítez, se construyó con los reportajes que sobre el tema, habían sido publicados en su propio periódico, a partir del mes de enero de 1937.

Reportajes con los que el periódico La Tarde alcanzó tiradas inusitadas para su época, escritos en un lenguaje considerado muy periodístico y hasta coloquial, en los que VÍCTOR ZURITA SOLER transcribía las notas dictadas por el Coronel Jefe del Estado Mayor de Franco en Tenerife, TEÓDULO GONZÁLEZ PERAL.

A pesar de este respaldo de persona tan importante, y del contenido casi hagiográfico de lo publicado, el libro fue sometido a la censura oficial, y el censor ordenó la supresión de las páginas 7, 8, 9, 10, 29, 30, 31 y 32, además de un párrafo completo de la página 126.

Comenzando en la página 46, el periodista presenta esta entrevista-relato:

¿Y por qué se esperó a las cinco de la madrugada para la declaración del estado de sitio, mi coronel?

Puedo asegurar que en Tenerife se pudo declarar el estado de guerra desde la una de la noche, en que tuvimos conocimiento del movimiento militar en Marruecos. Desde aquí comunicamos al General Franco la noticia del Alzamiento en África, y si se retrasó la hora fue únicamente por esperar que simultáneamente se hiciera en Las Palmas. Puedo añadir también que teníamos instrucciones concretas de hacer aquí la declaración del estado de guerra dadas por el general Franco en persona, tan pronto como quedásemos incomunicados con él o que ocurriese algo en la ciudad o en la isla, que así lo reclamase.

El señor González Peral añade: «A la una [del 18 de julio de 1936] y hallándose reunidos en su despacho, el comandante militar señor [José] Cáceres [Sánchez]; el auditor, señor [José] Samsó [Henríquez] y los principales jefes de cuerpo, se recibió un radio urgente de Melilla, que notificaba el levantamiento de las fuerzas de África, noticia que ya esperábamos. Seguidamente llamé por teléfono al comandante de Estado Mayor de Las Palmas, para que se pusiese al habla con el general Franco indicándole lo que ocurría y encareciéndole la urgencia del caso.

Como pasó tiempo y no tenía noticias de la isla vecina, me decidí a llamar por el teléfono directamente al hotel en que se hospedada el general. Eran las dos y quince de la madrugada. Franco descansaba.

Como jefe de E.M. que aún era, del que luego había de ser el Generalísimo, le llamé dada la urgencia del caso. Acudió al teléfono y le leí el texto del despacho, diciéndome entonces el general que adoptaría todas las disposiciones pertinentes para la incorporación de Gran Canaria al Movimiento Nacional y que partiría urgentemente para Gando, con el objeto de tomar el avión que estaba preparado para llevarle a Marruecos.

LA FUERZA CERCA EL GOBIERNO CIVIL

En cuanto a lo que a Tenerife se refería, dije al general que estaba todo dispuesto y que podía declararse el estado de guerra; pero que podía atrasarlo hasta las 5 de la madrugada, ni un minuto más. Esa noche se habían celebrado reuniones y cabildeos en el Gobierno Civil y el gobernador en persona había sido llamado a una conferencia cablegráfica que se celebró desde la Central de Telégrafos, y en ella parece que los elementos del Gobierno le indicaron que existían rumores de un levantamiento militar, a lo que el gobernador civil respondió que por lo que afectaba a Canarias estaban todas las precauciones tomadas.

Esta noche pernoctó en la Comandancia Militar una compañía de Infantería. Se reforzaron las vigilancias en los cuarteles; se dieron órdenes para que toda la oficialidad se concentrara en los mismos y se adop­taron cuantas disposiciones eran oportunas en tan grave caso. Algunos jefes vinieron a la Comandancia a preguntarme si sucedía algo anormal, y me vi precisado a ocultar a todos la verdad, que por mi mismo no tardarían en conocer, diciéndoles entonces, para salir del paso, de que teníamos noticia de que se intentaba realizar un asalto a los cuarteles. Naturalmente, no todos salieron muy convencidos de mis palabras.

Más tarde, de acuerdo con el coronel [José] Cáceres [Sánchez], di órdenes de que a las cinco de la madrugada se tomasen los puntos estratégicos de la ciudad, se declarase el Estado de Guerra y se tomara el Gobierno Civil, costara lo que costara. A las cinco en punto las tropas salían de los cuarteles y entraban en la Plaza de la Constitución por las calles de Cruz Verde, Candelaria y Avenida Marítima, cercando el edificio por sus dos fachadas. Así se hizo sin que ocurriera el menor incidente.

El director de la Compañía Telefónica Nacional señor Mestres recibió al anochecer del día 17, varias llamadas radiotelefónicas urgentes de Madrid, preguntándole si en Canarias ocurría algo.

El señor Mestres – sigue hablando el coronel de Estado Mayor me visitó para trasladarme la pregunta que desde Madrid se le hacía. Le contesté que en Canarias no ocurría absolutamente nada, como así era, en efecto, pues nada había pasado hasta aquel momento, pero esta pregunta nos puso en guardia y ya nos pusimos constantemente a la escucha.

EL GOBERNADOR PUDO HABERSE SALVADO

A continuación nos habla el señor González Peral de un asunto singularmente doloroso. Así nos lo manifiesta al comenzar a referírnoslo y esa congoja se advierte al mirar el semblante del prestigioso jefe militar que nos facilita estos datos, o quizás tan solo al notar su voz velada por un dejo de pesar.

El gobernador civil, condenado por un Consejo de Guerra. y después fusilado, pudo haber salvado la vida. Cuando el general Franco estaba amenazado de muerte en Tenerife, fui -dice el coronel – a visitar al ahora fallecido señor Vázquez Moro para exigirle más que rogarle que estableciera una estrecha vigilancia que evitara se consumase el atentado preparado contra el comandante militar del Archipiélago.

El gobernador se ofreció gustoso a complacerme y dispuso que dos agentes del Cuerpo de Vigilancia acompañasen discretamente al general y lo custodiaran El servicio, sin embargo, resultaba incompleto pues no se puso a disposición de esos policías un coche para que pudieran seguir de cerca al general, ya que éste viajaba siempre en automóvil.

De todas maneras agradecí al señor Vázquez Moro su solicitud y le dije:

Como van las cosas, no es difícil que en tiempo no lejano necesite usted, – para salvarse del extremismo revolucionario, de la ayuda del elemento militar, y para cuando llegue ese momento le prometo mi ayuda.

Al estallar el movimiento nacional y una vez detenido en sus habitaciones del Gobierno civil el que hasta entonces había sido gobernador, envié a dicho edificio a un oficial de mi confianza para que se entrevistara con él y le dijera que me ratificaba en el anterior ofrecimiento.  Nada podía temer, pues yo estaba dispuesto – y el general Franco hubiese aprobado mi resolución -, a hacerle salir de España fijando el ex gobernador de antemano el lugar del extranjero donde quisiera residir. Mas lo triste fue que el señor Vázquez Moro quebrantó después su promesa de no abandonar sus habitaciones particulares del edificio del Gobierno y que cometió la imprudencia, de llegar hasta el salón de actos y asomarse al balcón principal dando lugar con su actitud a una sublevación que tuvo graves consecuencias y las pudo haber tenido mucho peores. Aquello me relevó del compromiso moral contraído. Más tarde se le sometió a sumario y bien conocido es el resultado.

El coronel reconcentró su pensamiento durante unos instantes y al fin repuso:

El gobernador era buena persona; pero no tuvo buenos consejeros. No cabe duda que éstos provocaron y precipitaron su ruina.

* * *

El sábado, día 18, a las seis de la tarde, se desarrolló una colisión sangrienta entre las fuerzas del Ejército que se encontraba guarneciendo el edificio del Gobierno Civil y una fracción compuesta de doce guardias de la Sección de Asalto de esta capital, al mando de un teniente, los que se situaron en algunas casas y azoteas de la Plaza de la Constitución y desde ellas hicieron fuego contra los soldados de Infantería situados frente al referido edificio del Gobierno Civil. Dicha fuerza de Asalto se había sumado en un principio al Movimiento Nacional iniciado por la guarnición de Canarias, mas cambió de parecer seguramente al ser objeto de coacciones e influencias exteriores. En la refriega, que no tomó mayores caracteres gracias a la prontitud y valor empleados por la fuerza, resultó muerto un agente de Asalto y otro herido. También resultó muerto un soldado voluntario, Santiago Cuadrado Suárez, al que una bala traidora privó de la vida apenas cogió el fusil para incorporarse a la causa de España. El nombre glorioso de este joven tinerfeño, figurará entre los de los héroes y siempre será ejemplo vivo de patriotismo.

Los fusiles de la tropa, funcionando incesantes pero sin ánimo de producir nuevas víctimas, limpiaron de elementos sediciosos el centro de la ciudad.

Después de anochecido salió de la Comandancia Militar el capitán de Estado Mayor don Francisco Rodríguez, al mando de unos pocos soldados, que lograron desarmar y capturar a los guardias rebeldes, terminando así el sangriento y lamentable episodio del día 18.

* * * * *

Los subrayados son míos.

Documentos recientemente aflorados, han puesto de manifiesto que el libraco del conspicuo VICTOR ZURITA SOLER, está plagado de falacias.

Falacias que debemos suponer fueron elaboradas intencionalmente, para servir a los intereses de los personajes protagonistas de la Rebelión militar de julio de 1936.

Rebelión sobre la cual debemos tener presente, que fue contra el gobierno legal y legítimo de España, el de la Segunda República Española, en aquellas fechas.

La Rebelión resultaría triunfante, gracias a la decisiva participación de los nazis y fascistas, alemanes e italianos, y al desamparo en que las denominadas potencias democráticas, dejaron al legítimo Gobierno Republicano de España.

Y los vencedores escribieron la Historia a su manera y conveniencia.


LA VERSIÓN DEL COMANDANTE ALFONSO MORENO UREÑA

Por su parte, el comandante ALFONSO MORENO UREÑA, también contribuyó al relato de los hechos acaecidos el 18 de julio de 1936, en los cuales su protagonismo fue decisivo.

Asimismo, dicho relato fue publicado en el periódico vespertino tinerfeño La Tarde, en enero de 1937, y sería recopilado y vuelto a publicar en el mencionado libro de VÍCTOR ZURITA SOLER, falaz historiador y personaje chaquetero, como tantos otros de aquella terrorífica época.

Así es como ha quedado recogido, ocupando las páginas 57 a 64, en el capítulo 9 del citado libro.

La plaza tomada militarmente

(Relato del comandante, señor Moreno Ureña)

Era el 17 de Julio: Ya el general había marchado a Las Palmas; oficialmente se decía que para asistir al entierro del general [Amado] Balmes [Alonso], muerto por accidente al examinar una pistola; pero esto no era todo, era solamente una parte bien pequeña de la verdad; la verdadera razón de este viaje, aunque desconocida, era por todos presentida: en ataques al Ejército, en injurias, en injusticias, en provocaciones, se había llegado a lo inaudito, a lo inaguantable sin pérdida absoluta de la dignidad, a la saturación; el viaje del general era que España se ponía en marcha en busca de ella misma, de sus gloriosos destinos. Con él fueron escoltándolo, en representación de la guarnición, cuatro oficiales de confianza, cuatro patriotas, cuatro españoles, los capitanes don Francisco Espejo y don José Gil de León y los tenientes don Manuel Logendio Clavijo y don Álvaro Martín Bencomo, muerto después este, gloriosamente por la Patria, a las puertas de Madrid al frente de una Sección del Tercio, y aquí quedamos un grupo de oficiales dispuestos a todo, incluso al sacrificio, para ayudar a que España sea como reza el credo fascista, una, grande y libre.

El día va cayendo lentamente, plácidamente, pero hay algo impalpable, indefinible que presagia próxima tempestad.

A las 22, llamados por el oficial de guardia, volvemos a reunimos en el Cuartel los oficiales de servicio; hay orden de dormir en el Cuartel, pero nadie sabe el motivo; alguien apunta a que se teme asalten la Comandancia Militar y nadie lo cree; porque es claro que para asaltar una residencia, si esa residencia se halla defendida por el Ejército, se precisa de personas dispuestas a sacrificarse por un ideal y no de asesinos, pistoleros, enchufistas y estómagos insaciables que es lo que abunda en el Frente Popular.

Consciente de mi facilidad para dominar el sueño, y deseoso de mantener estos dignísimos oficiales plenos de facultades, para que puedan derrocharlas cuando sea llegado el momento, ordeno se retiren todos a descansar y quédome, únicamente, con el oficial de guardia alférez don Julio Isidro González, pero vigilante, bien despierto.

Duermen esta noche en el Cuartel los capitanes don Camilo Tocino [Tolosa], don Servando Accame [Amaya] y don Pablo Erenas [Martín], los tenientes don Pedro Cabrera, don Juan Barrena y don Manuel Carmona y el entonces alférez don Juan Roncero. Próximamente a las 22’30 horas, el capitán don Pablo Erenas [Martín], recibió orden de salir con su compañía, la 3ª del 1º, para reforzar la guardia de la Comandancia Militar.

Todos ellos, antes de retirarse a descansar, me ruegan inútilmente les permita quedarse acompañándome y al no conseguirlo se contentan con mi formal promesa de despertarlos a la primera señal de alarma. Nos despedimos, pues, y quedo solo con mis pensamientos, paseando por el patio.

¡¡18 de julio!!

Salvo el ruido acompasado del paso de relevos y patrullas, nada perturba el silencio de esta histórica madrugada. Nada tan propicio a hacer volar la imaginación como el insomnio, la soledad y el silencio si, como en este caso, sobre comparecer juntos en esta inolvidable madrugada, traen de la mano grandes preocupaciones. Las imágenes se suceden con vertiginosa rapidez, y en su alocada carrera, hacen que los minutos parezcan siglos y las horas eternidades.

¿Cuántos cientos de veces habré medido el patio en uno y otro sentido? Pero yo tengo una orden que cumplir, he de comprobar de tiempo en tiempo que no carecemos de comunicación telefónica y disponer la ocupación de las Centrales telefónicas e interurbanas en caso de que nos fallen; y esta orden es mi tabla de salvación, pues al situarme en la realidad del momento, detiene automáticamente la alocada carrera de mi pensamiento.

Suenan lentas, acompasadas las cuatro en distintos relojes y pocos segundos después llegan con el teniente [Esteban] Saavedra [Togores], enviado por nuestro coronel que ha pasado la noche en la Comandancia Militar, noticias y órdenes emocionantes. España, guiada por Franco, se ha puesto en marcha, y como éste es el caudillo insigne, indiscutible e indiscutido, ya que jamás sufrió un revés, saberle a él al frente del movimiento salvador, es tener la certeza absoluta de que, por numerosos e importantes que sean los obstáculos a vencer, llegará infaliblemente el amanecer de la victoria; pues su férrea mano, conduciendo al dictado de su clara inteligencia a nuestra idolatrada Patria, la llevará, sin posible desviación, por la recta que desemboca en la ansiada aurora del orden, del trabajo, del amor, de la prosperidad y de la grandeza.

Subo a los dormitorios de oficiales; despierto a los capitanes y al comunicarles la buena nueva, juntamente con la orden que pronto expondré, escapa de sus pechos espontáneamente esta hermosa frase “¡Gracias a Dios!” Y sus brazos me estrechan al tiempo que en sus labios florece un “¡Viva España!”, mi comandante; al que yo, emocionado, contesté “¡Viva una y mil veces!”, mis queridos amigos; por Ella todo, hasta el sacrificio. Entre tanto, [Esteban] Saavedra [Togores] ha hecho igual comunicación a los oficiales, e instantes después truécase la quietud en febril actividad.

Parten emisarios a las casas de jefes, oficiales y suboficiales; otros son llamados por teléfono; la orden es “todo el mundo al Cuartel”. Al ganado se le da un último pienso mientras se embasta, y en tanto se alistan y preparan las armas y municiones de todas clases, se sirve un buen desayuno. Todo el mundo obedece con voluntad, nadie duda ni titubea; ello, no obstante, mi observación es atenta y vigilante como corresponde a la trascendencia del momento, a la importancia de lo que está sobre el tapete.

Terminado el desayuno comienzan a formar las fuerzas que la Comandancia Militar ha dispuesto salgan para desembocar en la plaza de la Constitución simultáneamente por las calles de Cruz Verde, Candelaria y Avenida Marítima, en el mismo instante que otras fuerza procedentes de otros puntos lo harán por la del Castillo, San Francisco, etc. A las 5, ya bien de día, descansan sobre las armas en su puesto de formación, las escasas fuerzas que esperan el momento de salir, y mientras el capitán don [Servando] Accame [Amaya], que por ser cajero y no tener reglamentariamente mando de tropas fuera del Cuartel, me ruega con insistencia que le honra le permita acompañarme “aunque sea de secretario”- tal es su pintoresca frase – van llegando todos los oficiales y suboficiales. De jefes soy el único: el coronel, como queda dicho, en su calidad de Comandante Militar, ha pasado la noche en la Comandancia Militar, y aún está allí; el comandante don Rómulo Rodríguez Baster, está en la Orotava desempeñando el doble cargo de Comandante Militar de aquella Villa y jefe del 2º Batallón; y ni el teniente coronel, don Arturo Rodríguez Ortiz, ni el comandante del primer batallón don Rafael Vitoria, han llegado aún.

El capitán [Servando] Accame [Amaya], cual pobre porfiado se sale con la suya. He accedido a que me acompañe con carácter de ayudante, y mientras contentísimo me expresa su agradecimiento, informo a él y al capitán [Camilo] Tocino [Tolosa], que está al frente de sus ametralladoras, de la orden que acabo de recibir. Dicha orden dice así: “Si a las cinco y cuarto en punto no ha llegado el comandante don Rafael Vitoria, saldrá usted con esas fuerzas y tomando el mando de las que concurrirán en la Plaza de la Constitución, ocupará usted el Gobierno civil e incluso atacándolo si se ofreciere resistencia, destituirá y detendrá al gobernador y secretario, permitiendo al primero libertad de movimiento en su casa, incluso usar del teléfono siempre que todas estas conferencias sean intervenidas.”

Las cinco y cinco. Mi reloj, que desde hace cinco minutos no dejo de la mano, parece marchar con una lentitud inaguantable. Llega ahora el teniente coronel [Arturo Rodríguez Ortiz]. Le recibo con arreglo a las ordenanzas, le doy cuenta de lo que tengo orden de hacer y después de hablarnos escasamente un minuto, se va a la sala de Banderas.

Allí está ya el capitán Prats y allí están a medida que vamos llegando los capitanes [Juan] Pallero [Sánchez], [José] Jordá y [Lorenzo] Machado [Méndez]. Las 5,14. Ya, gracias a Dios, llegó el fin de la interminable espera. Comunico al teniente coronel [Arturo Rodríguez Ortiz] que salgo y a lo que salgo. Encomiendo el cuidado y la defensa del cuartel al capitán [José] Jordá, por ser el más antiguo, y doy al capitán [Camilo] Tocino [Tolosa] la orden de partir.

Son exactamente las 5 y 15 minutos. Es completamente de día. Los escasos madrugadores que hallamos nos dirigen miradas de extrañeza, seguramente, porque no ven lo acostumbrado. No es una fuerza que desfila, es una fuerza que avanza desplegada, atenta a cuanto le rodea y dispuesta a repeler cualquier agresión y a atacar para vencer cualquier resistencia. Unos cuantos pasos a vanguardia de la primera línea marchamos [Servando] Accame [Amaya] y yo; poco después se nos agregan un sargento y un cabo en calidad de voluntarios, La marcha es lo indispensablemente lenta para poder controlar la aproximación de todas las fuerzas mencionadas, y su simultánea presentación en la Plaza de la Constitución, en la forma ya indicada.

Sin novedad alguna hemos llegado y ocupado militarmente la plaza, y mientras se colocan las ametralladoras y el cañón en los emplazamientos que señalo, hago un rápido reconocimiento de las fachadas del Gobierno Civil y sus alrededores. Salvo lo que pueda contener el edificio, son escasas las fuerzas que lo custodian o piensan defenderlo. En el zaguán y a la derecha de la puerta sobre la acera, dando frente a la plaza, se ve, descansando sobre las armas, como un pelotón de guardias de Asalto. A su frente se halla el teniente Companys; a la izquierda y simétrico con este último grupo, otro menos numeroso de guardias civiles. Todos están armados de mosquetones.

Dedico toda mi atención a los guardias de asalto, por habérseme advertido oficialmente que no opondrá resistencia la Guardia Civil; y al no observar movimiento alguno de dichas fuerzas doy mis últimas instrucciones al capitán [Camilo] Tocino [Tolosa], relativas al asalto y toma del edificio, y seguido sólo de [Servando] Accame [Amaya] y del sargento y cabo voluntarios, me dirijo pistola en mano a la puerta del Gobierno Civil. A cuatro o cinco pasos de ella, el teniente Companys, que previamente ha puesto firme a sus fuerzas, sale a mi encuentro, y a mi pregunta de con quién está, si con nosotros o con esa gentuza del Gobierno, contesta con energía: «con usted, mi comandante». A mi nueva pregunta de “¿y sus fuerzas?”, recibo nuevo saludo y la misma contestación, «con usted, mi comandante». Ante tan categóricas como inesperadas contestaciones en tan dramático momento, se ensancharon nuestros corazones y penetramos en el gobierno civil, sólo los cuatro mencionados, sin recibir, como era de esperar, el saludo, ya que no el ofrecimiento de resistencia, del otro grupo de fuerza, pero sí el saludo y felicitaciones de varias personas que se hallaban en el patio, entre las que recuerdo al inspector de Policía, don Francisco Morales

Después, nadie hasta llegar al despacho. En éste se encontraban: a la izquierda de la puerta, entrando por la de frente al balcón, el teniente coronel de la Guardia Civil solo y muy próximo a esta puerta y a la pared; a la derecha, algo separados de la puerta y hacia el centro de la habitación, un grupo de unas nueve personas entre las que vi al gobernador, su secretario, el inspector jefe de Policía, éste con las dos manos en los bolsillos de la americana, y al infortunado teniente don Alfonso González Campos, era éste el más próximo a la puerta, y su gesto alegre y risueño a que me tenía acostumbrado, era para mi, en aquel momento, algo totalmente desconocido, tanto que me preocupó desde el instante de verle. Hice una inclinación de cabeza al teniente coronel, y, rápidamente, sin pronunciar palabra, presté mi atención al grupo de la derecha. ¿El señor gobernador? inquirí: «Servidor de usted», contestó el aludido. «De orden del Comandante Militar, queda usted destituido y detenido, con libertad de andar por su casa y hablar incluso por teléfono, siempre y cuando las conferencias sean intervenidas». Díjome que, como podía ver, había hecho todo lo posible para evitar derramamiento de sangre, y después de contestarle yo que era lo menos que podía hacer, di cuenta telefónicamente al Comandante Militar de que su orden había sido cumplida. Me ordenó que dejase en el Gobierno una guardia de un oficial y 25 hombres; dispusiera se diera lectura por el capitán Félix Díaz al bando declarando el estado de guerra y regresara al cuartel con el resto de la fuerza. Así lo hice y antes de las dos horas siguientes comenzaron a presentarse en el cuartel, para ser alistados por el tiempo que duren las actuales circunstancias, muchachos jóvenes, pequeños en edad, si, algunos menores de 16 años, pero grandes, verdaderos gigantes de corazón y patriotismo, a los que Santa Cruz debe hoy cuanto es y cuanto tiene.

Yo les he visto prestando servicio continuo durante varios días, sin descanso y sin posible relevo, pero alegres y contentos de poder ofrecer a la Patria esas fatigas, esos sacrificios. Voluntarios siempre para todo riesgo, para todo peligro, como lo demostraron aquella misma tarde, primero, al tomar por asalto, en honrosa porfía, los dos camiones que había en el patio del cuartel, cuando apenas se había apuntado la necesidad de enviarlos con fuerzas a sofocar la sublevación de los Guardias de Asalto; y, después, con su heroica actuación, aplastando este movimiento, sin haber tenido tiempo siquiera de recibir la primera lección de cargar y encarar el arma. Allí, a uno de ellos, a Santiago Cuadrado Suárez, cúpole la fortuna de escribir con su generosa sangre la primera página de la historia de esta asombrosa reconquista. Yo os admiro, ejemplares jóvenes patriotas, y al despedirme de vosotros para aportar mi granito de arena a esta magna obra, quiero haceros la justicia de proclamar muy alto, que sin vosotros, sin vuestro caballeresco y patriota gesto, otra muy distinta y muy lamentable habría sido la suerte de esta capital. Ella os es, pues, deudora de cuanto es y tiene, y algún día os hará la justicia de reconocerlo así, y en tanto ese día llega, gritad conmigo: ¡Viva nuestro insigne caudillo! ¡Viva el Ejército de salvación! ¡Viva España! ¡Arriba España!

* * * * * * * * *

La más mínima exégesis de este texto del comandante Alfonso Moreno Ureña, que acaba con tremenda arenga, nos conduce a que todo el relato ha sido hecho con el propósito arengatorio.

El tono dramático y folletinesco, la baja calidad literaria, y la ideología fascista explícitamente manifestada, así como las diacronías e inexactitudes históricas saltan a la vista. Algunas de ellas han sido subrayadas.

No cabe duda de que no es una versión imparcial de la historia.

Disponemos de otro testimonio del mismo Comandante ALFONSO MORENO UREÑA.

Nada más y nada menos que su declaración oficial, efectuada el seis de agosto de 1936, habiendo prometido por su honor decir verdad, ante el Juez Instructor de la Pieza separada de la Causa número 50 de 1936.

Declaración que no coincide exactamente con la arenga anterior.

Veámosla.

* * * * *

PIEZA SEPARADA DE LA CAUSA 50 DE 1936

Escudriñando en el legajo de la pieza separada de la Causa 50 de 1936, vemos que el acta de las declaraciones se inicia en el folio 37, que corresponde con el papel de justicia M 8.737.206.

Leemos.

[Al margen]

DON ALFONSO MORENO UREÑA, COMANDANTE JEFE ACCIDENTAL DEL REGIMIENTO DE INFANTERIA TENERIFE NUM 38.

En la Plaza de Santa Cruz de Tenerife a seis de Agosto de de mil novecientos treinta y seis. A los fines prevenidos en la regla 3ª del artículo 653 del Código, el Sr. Juez acordó levantar la presente acta, y que comparecieron sucesivamente los testigos presénciales y habiendo verificado: Prometió por su honor decir verdad y advertido de las prevenciones legales e interrogado por las generales de la ley, dijo: llamarse como queda dicho, natural de Granada, mayor de edad, de estado viudo, y en la actualidad Jefe Accidental del Regimiento citado.

PREGUNTADO convenientemente, dijo: que decretado por la Superioridad el movimiento y designado para la misión que a continuación declara, añade que después de tomadas las bocacalles que dan acceso a la Plaza de la Constitución e instaladas las fuerzas en sitios estratégicos, avanzó hacia el Gobierno Civil acompañado del Capitán de su Regimiento Don Servando Accame y escoltado por un Sargento y un Cabo. En la puerta del Gobierno y a su izquierda había fuerza de la Guardia Civil, a esta fuerza no prestó atención por saber estaba con el movimiento. A la izquierda y en el zaguán, Guardias de Asalto y a su frente el Teniente Copagni; que este dio unos pasos y salió a su encuentro saludándole con gran energía y a su pregunta de si estaba con el movimiento o con el Gobierno, volvió a saludarle mas enérgicamente aun al tiempo que le contestaba “CON USTEDES, MI COMANDANTE”; seguidamente le preguntó “¿Y SU GENTE?” señalando para los Guardias de Asalto armados de mosquetones (y colocados donde queda dicho), contestó “CON USTEDES, MI COMANDANTE”. Que ante tales contestaciones categóricas, de las que era imposible dudar sin inferir grave ofensa a dicho oficial, penetró en el edificio seguido solo del Capitán, Sargento y Cabo mencionados, llegando al despacho del Gobernador sin encontrar resistencia. Que hizo alto un momento en dicha puerta para darse cuenta de las personas que allí había y de la actitud de cada una. Que a su izquierda, natural, con gesto amistoso y de uniforme el Teniente Coronel de Guardia Civil, a su derecha el Gobernador, su Secretario particular, el Teniente de Asalto Don Alfonso Gonzalez Campos y seis o siete personas, todos inspectores y agentes de policía según supo después. Que de todos estos, solo dos tenían gesto avinagrado, el Teniente de Asalto, Campos y el Inspector o Comisario Jefe, quien además tenía las dos manos en los bolsillos de la americana, por esto y por haber sido advertido de su filiación extremista, no dejó de encañonarlo ni un solo momento.

Que seguidamente, sin moverse del umbral de la puerta solicito al Señor Gobernador y presentado, le dijo “DE ORDEN DEL SEÑOR COMANDANTE MILITAR, QUEDA USTED DESTITUIDO Y ARRESTADO CON LIBERTAD DE ANDAR POR SU CASA Y HABLAR INCLUSO POR TELEFONO, ADVIRTIENDOLES QUE TODAS SUS CONVERSACIONES SERIAN INTERVENIDAS”; que dijo algo para hacer resaltar la diferencia de actuación entre la de unos caballeros y la de los asesinos de Calvo Sotelo; que oyó al Gobernador referirle, los esfuerzos coronados por el éxito para evitar derramamiento de sangre; contestándole el declarante, que eran de agradecer, pero que su resistencia habría sido inútil porque tenía orden de ocupar el Gobierno y destituirlo con resistencia o sin ella y dirigiéndose al teléfono sobre la mesa escritorio se puso en comunicación con el Sr. Comandante Militar dándole cuenta de quedar cumplimentada la orden de destitución y arresto del Ex Gobernador.

Que acto seguido abandonó el edificio, dejando una guardia de veinte hombres al mando del alférez de su Regimiento Don Manuel Carmona; haciendo dar lectura en la Plaza de la Constitución al BANDO declarando el Estado de Guerra, retirándose al Cuartel con el resto de las fuerzas.

Que cree debe añadir que el Secretario particular del Gobernador Señor Navarro le pidió permiso para ausentarse por un momento, permiso que negó rotundamente.

Y leída que fue por el testigo, se afirma y ratifica en ella, y firma.

Alfonso Moreno

* * * * *

Estos textos de TEÓDULO GONZÁLEZ PERAL y ALFONSO MORENO UREÑA, reflejan las versiones interesadas, personales, de dos protagonistas decisivos de la Rebelión Militar del 18 de julio de 1936 en Santa Cruz de Tenerife.

Constituyen dos testimonios de parte, de dos conspicuos integrantes del bando sublevado contra el legal y legítimo gobierno de la Segunda República, cuya participación fue decisiva.

Y como tales testimonios, intrínsecamente parciales, deben ser leídos e interpretados.

Para fijar la verdad histórica de lo acaecido es necesario realizar una exégesis pormenorizada de ambos textos.

Lo cual exige retroceder en el tiempo más de setenta años para intentar aprehender la circunstancia histórica del momento.

Para facilitar esta tarea, he subrayado determinados párrafos, sobre los que vamos a volver.

Las inexactitudes diacrónicas e históricas, son evidentes.

El relato del comandante ALFONSO MORENO UREÑA, por su tono melodramático y exaltado, más que un relato parece una arenga.

Y resaltan algunas discrepancias notables, con lo manifestado por el Coronel TEÓDULO GONZÁLEZ PERAL.

Se percibe en ambos el deseo de quedar «bonitos en la foto», lo cual incrementa la duda de su veracidad.

Resulta tragicómico leer que los fusiles de la tropa, funcionaron incesantes sin ánimo de producir nuevas víctimas.

Sabemos que los fusiles tiene ánima en el cañón. Pero nunca se ha visto que tuvieran ánimo.

Con todo, su esfuerzo parece que no les sirvió de mucho a ambos para su carrera militar.

ALFONSO MORENO UREÑA no pasó de coronel, viendo frustrado su deseo, manifestado por escrito, de ser ascendido a general honorífico.

Y TEÓDULO GONZÁLEZ PERAL no alcanzó el generalato en activo, si bien sería reconocido como general honorífico después de retirado.

Con lo cual ambos apenas lograron la mínima recompensa prometida a los alzados en las Instrucciones confeccionadas por el Director de la Conspiración contra la Segunda República, General EMILIO MOLA VIDAL.

FRANCISCO MUÑOZ SERRANO y SANTIAGO CUADRADO SUÁREZ

 

Primeras Víctimas del Alzamiento del 18 de Julio de 1936 en Tenerife

 

El Teniente de Infantería tinerfeño, Don ALFONSO GONZÁLEZ CAMPOS, destinado en la Guardia de Asalto, acudió por la tarde, con una fracción  de sus guardias, quienes ocuparon la entrada de la calle Fermín Galán [hoy calle Castillo], y los altos de una casa de las de una de las esquinas, disparando, y los soldados , a su vez hicieron fuego, intentando al propio tiempo refugiarse en el interior del edificio, en cuyo instante se asomó al balcón el gobernador  Sr. [Manuel] Vázquez Moro, quien se limitó a hacer con el brazo un amplio gesto indicando con ello que el público se dispersara, sin pronunciar una sola palabra, pues en ese momento los soldados hicieron una descarga hacia el balcón, lo que obligó al gobernador a retirarse del mismo.

Así lo ha dejado escrito Don TOMÁS QUINTERO ESPINOSA en su libro “La Guerra Fratricida”.

Don TOMÁS QUINTERO ESPINOSA fue condenado a la pena de quince años de reclusión menor con la accesoria de inhabilitación absoluta durante el tiempo de la condena

Como resultado de este tiroteo murieron las dos primeras personas de la Guerra Civil Española en Canarias, dos personas en la flor de la edad:

1.- Don FRANCISCO MUÑOZ SERRANO, Cabo del Cuerpo de Seguridad y Asalto Republicano.

2.- SANTIAGO CUADRADO SUÁREZ, soldado voluntario.

* * * * *

El periódico La Prensa de 23 de julio de 1936, en portada, bajo el titular a toda columna,

“De los últimos acontecimientos desarrollados en Tenerife y Las Palmas”

publicó un “Resumen de Noticias” en el cual puede leerse:

Por ser el desarrollo de los acontecimientos sobradamente conocido del público, ya que a diario se ha radiado su referencia oficial por la emisora “Radio Club Tenerife”, nos limitaremos a recoger una breve síntesis de ellos, cubriendo así el blanco formado por nuestra incomunicación con el público.

[…]

El mismo sábado, por la tarde, se produjo una sangrienta colisión en la Plaza de la República, entre un grupo de guardias de Asalto y los soldados que guarnecían el Gobierno Civil.

A consecuencia del tiroteo resultaron muertos un soldado de Infantería y un cabo de Asalto, y tres heridos.

[…]

LAS VICTIMAS DEL TIROTEO DEL SABADO

En el tiroteo que se registró el sábado en la Plaza de la Constitución, resultó muerto el soldado de Infantería don Santiago Cuadrado Suárez, hijo del comandante de la Guardia Civil, señor Cuadrado.

También resultó muerto el cabo del cuerpo de Asalto, Antonio Serrano, que durante algún tiempo prestó sus servicios como guardia de Seguridad.

[…]

PARTE FACILITADO POR LA CASA DE SOCORRO

Es conducido a este establecimiento el cadáver de un soldado de Infantería. Presenta herida por arma de fuego, con orificio de entrada en la región costal, salida por la región costal opuesta, a derecha, a nivel de la quinta costilla, nivel de la séptima. Se dio cuenta al Juzgado Militar.

Es conducido a este establecimiento el cadáver de un cabo de Asalto. Presenta herida por arma de fuego, con orificio de entrada por la región primordial y de salida por la lateral derecha del tórax, a nivel de la quinta costilla. Se dio cuenta al Juzgado Militar.

La trascripción de este parte facultativo es penosa y confusa, y además llaman la atención varios detalles significativos de este Resumen de Noticias.

1.- La estricta censura de radio y prensa ejercida desde la Comandancia General, bajo la supervisión del Comandante FRANCISCO BONNÍN GUERÍN, no permitió la salida del periódico durante cuatro días.

Obviamente, este Resumen de Noticias había sido sometido a dicha censura.

2.- El cabo del cuerpo de Asalto es identificado como Antonio Serrano, y se añade el comentario «que durante algún tiempo prestó sus servicios como guardia de Seguridad».

3.- La sangrienta colisión se produjo en la Plaza de la República y luego dice que el tiroteo se registró en la Plaza de la Constitución.

Estos detalles merecen ser comentados.

1.- Radio Club Tenerife se sumó incondicionalmente al Alzamiento, y fue el medio utilizado para dar las noticias permitidas, confeccionadas desde la Comandancia General, responsable de la censura.

2.- A pesar de proceder de una fuente oficial, la identificación del Cabo Don FRANCISCO MUÑOZ SERRANO es errónea.

Se escribió que su nombre era Antonio Serrano. Lo cual ha motivado que algunos historiadores que se han atrevido a mencionarlo, lo hayan hecho erróneamente, por haber seguido esta fuente hemerográfica, sin haberse esforzado en confirmar el nombre, consultando otras fuentes disponibles en los Archivos accesibles.

Resulta insultante que a un profesional del Cuerpo de Seguridad y Asalto, – la conocida popularmente como Guardia de Asalto -, hombre de valor probado, se le apea el tratamiento de Don, y para degradarlo aún más se añade una coletilla que no viene a cuento, diciendo «que durante algún tiempo prestó sus servicios como guardia de Seguridad».

Si en el momento de su fallecimiento era Cabo, parece una obviedad que antes tuvo que haber sido Guardia del Cuerpo de Seguridad y Asalto Republicano.

A pesar de tener el triste honor de haber sido la primera víctima de la última Guerra Civil Española, en Tenerife y Canarias, FRANCISCO MUÑOZ SERRANO ha sido el gran ignorado de la historia local de Tenerife y Canarias.

Su cuerpo fue sometido a una autopsia rápida y sin rigor técnico.

Y su cadáver sería enterrado sin ningún miramiento, en fosa común del cementerio de Santa Lastenia.

Mientras, SANTIAGO CUADRADO SUÁREZ, fue objeto de todos los honores.

No en vano fue una bala traidora la que le privó de la vida apenas cogió el fusil para incorporarse a la causa de España.

El nombre glorioso de este joven tinerfeño, figurará entre los de los héroes y siempre será ejemplo vivo de patriotismo, dice el Coronel TEÓDULO GONZÁLEZ PERAL.

El comandante ALFONSO MORENO UREÑA añade que a Santiago Cuadrado Suárez, cúpole la fortuna de escribir con su generosa sangre la primera página de la historia de esta asombrosa reconquista.

En la nota de prensa, se dice que este joven era hijo del Comandante de la Guardia Civil señor Cuadrado.

Ciertamente, su padre era SANTIAGO CUADRADO DÍEZ, Comandante de la Guardia Civil que el mismo 18 de julio de 1936, ocupó el Ayuntamiento de La Laguna, haciéndose cargo del puesto de Alcalde de la ciudad universitaria, en forma paralela a como también hizo el Coronel de la Guardia Civil JUAN VARA TERÁN con el Ayuntamiento y Alcaldía de la Capital Santa Cruz de Tenerife.

A la semana siguiente, en el mismo periódico La Prensa, del sábado 25 de julio de 1936, aparece publicada esta esquela, en la cual junto al nombre del difunto se dice:

Soldado voluntario que en la tarde del 18 de julio de 1936 dio su vida por la Patria al grito de ¡Viva España!, en

Santa Cruz de Tenerife. D.E.P.

 

Y luego en el cuerpo de la esquela se incluye esta petición:

Se sirvan tener presente en sus oraciones a este benemérito muchacho tinerfeño que con su sangre noble y generosa regó esta tierra isleña al sucumbir víctima de la alevosía

Resulta obvio que el redactor del texto de esta esquela no tenía interés en ser veraz, y además, desconocía los exactos significados de las palabras víctima y alevosía.

La tristeza de esta historia, es que este joven muchacho apenas había descendido del camión en que había sido transportado a la Plaza de la República, cayó fulminado sin darle tiempo ni a abrir la boca, atrapado en el tiroteo.

En otros testimonios escritos alusivos a esta tragedia, que he leído, se ha afirmado que SANTIAGO CUADRADO dio su vida por la Patria al grito de ¡ARRIBA España!

Con lo cual nos quedamos con la duda sobre qué gritó SANTIAGO CUADRADO SUAREZ, al perder la vida.

Suponiendo, que en tan súbito momento, le hubiera dado tiempo a gritar algo.

Las balas son proyectiles que matan indiscriminadamente.

Por tanto difícilmente pueden ser calificadas de traidoras y mucho menos de alevosas.

El mal uso de metáforas y perífrasis puede conducir al ridículo.

Mas, estamos en presencia de unos hechos trágicos.

Que el muchacho fuera noble y generoso no lo podemos poner en duda.

A pesar de su voluntaria adhesión a la Rebelión Militar contra el Gobierno legítimo de la República Española.

Que su sangre regó esta tierra isleña fue un hecho, si bien la plaza parece que ya no era de tierra, sino que estaba pavimentada.

Calificar a su sangre con los mismos adjetivos, constituye un exceso literario que formaba parte del estilo ditirámbico de aquella triste etapa de la historia de nuestro país, en el que la vida humana fue despreciada y el respeto a las personas vulnerado sistemáticamente.

Y sobre todo, resulta inaceptable la descripción que hace el comandante ALFONSO MORENO UREÑA,

Decir que a Santiago Cuadrado Suárez, cúpole la fortuna de escribir con su generosa sangre la primera página de la historia de esta asombrosa reconquista, constituye una barbaridad.

Barbaridad fruto de una atrasada cultura, que exaltaba y enaltecía la muerte, en vez de proteger la vida, desatando una vesania homicida imparable.

¿Cómo puede denominarse tener fortuna al hecho de morir en plena juventud?

* * * * *

Cuando no habían pasado ni dos meses de su muerte, el 16 de septiembre de 1936, SANTIAGO CUADRADO fue honrado además con la dedicatoria de una calle, eliminando simultáneamente del callejero capitalino el nombre de José Nakens, famoso periodista republicano ácrata, cuyo nombre había sido impuesto a dicha calle el 27 de abril de 1932, dando nombre a una vía marcada como número 12 de Salamanca.

Contrasta esta rapidez para dedicar una calle al fallecido en el bando rebelde, con los más de sesenta años que habrían de transcurrir para que, el 22 de noviembre de 1996, nuestro Ayuntamiento acordara dedicar una calle al Cabo FRANCISCO MUÑOZ SERRANO, secundando una moción presentada por el Concejal Socialista JOSÉ VICENTE GONZÁLEZ BETHENCOURT [luego Senador del PSC-PSOE por Tenerife].

* * * * *

El comandante ALFONSO MORENO UREÑA tiene asimismo una calle dedicada a honrar su memoria, en la zona de la barriada de García Escámez, en Santa Cruz de Tenerife.

* * * * *

La tempestad presagiada por el comandante ALFONSO MORENO UREÑA, nada tenía que ver con el tiempo atmosférico.

Y el movimiento registrado no fue el del aire.

Si se produjo una tormenta de plomo y fuego, que devastó el territorio de España y causó la muerte de centenares de miles de españoles. Tormenta a la cual este militar contribuyó de modo decisivo y trascendental, siendo uno de los tantos militares sublevados contra el gobierno legítimo y legal de la Segunda República Española que despreciaron las vidas humanas y vulneraron el respeto debido a todas las personas.

 

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Una reflexión final en relación con las menciones periodísticas realizadas en este artículo.

Resulta sorprendente constatar como gran parte de los historiadores, que han publicado trabajos de los dos últimos siglos en nuestras islas, hayan utilizado como fuentes la prensa escrita, sin tener en cuenta que dichos medios de prensa adolecen de parcialidad y carecen de fiabilidad histórica fehaciente.

 

https://pedromedinasanabria.wordpress.com/2013/03/06/la-fiabilidad-historica-de-los-documentos/

NO VIÓ QUE HICIESE FUEGO NI QUE TUVIESE NINGÚN ARMA


Declaración de Manuel López Pérez . – – – – – – – – – –

Seguidamente compareció el testigo anotado al margen, el que después de prestar promesa de decir verdad e interrogado por las generales de la Ley, dijo: Que llama como queda dicho, natural de Buenos Aires, de veintiseis años de edad, estado soltero, camarero y vecino de esta Capital y que no le comprenden las demás.

PREGUNTADO CONVENIENTEMENTE, dijo: Que el día dieciocho del corriente se encontraba en el café La Peña cuando ocurrieron los sucesos y que los presenció; que no vió a nadie de los que había en el citado café que hiciera disparos contra la tuerza; que cuando sonaron las descargas se subió al primer piso del edificio y que allí estuvo refugiado con otras personas cuyos nombres no recuerda en este momento, hasta las nueve de la noche; que al procesado Carlos José García Fernandez no lo vió ni dentro del café ni las mesas que se encontraban en la calle y sí en la esquina de la plaza de la Constitución y en el mismo lugar donde estaba caído el cabo de Asalto que resultó muerto, y que vió que lo cogía por las piernas con intención de arrastrarlo en dirección a la calle del Castillo; que incluso recuerda el declarante que comentó que qué hacía allí aquel muchacho, exponiendose a que le diesen un tiro; que en los momentos en que lo vió no vió que hiciese fuego ni que tuviese ningún arma.

La leyó, se ratificó en ella y la firma.

Manuel López

 [Firma rubricada]

 

Cfr.: Causa 50 de 1936 [6401-207-1].- Folio 252.

SE NEGÓ A CUMPLIR LAS ÓRDENES QUE RECIBIÓ DEL GOBERNADOR


ESTEBAN COMPANY RIBERA había nacido el once de agosto de 1902, en Gergal, provincia de Almería, siendo hijo de María Ribera Rius y Trinidad Company Márquez.

El 8 de agosto de 1919, ingresó en el Ejército como educando de música, ascendiendo paulatinamente a Cabo y Sargento por elección.

El 10 de julio de 1927 es ascendido a Suboficial por méritos de guerra, acreditados en la Campaña de África, dentro del Protectorado Español de Marruecos, siendo luego promovido por antigüedad a Subayudante (1932), Alférez (1934) y Teniente (1935).

El 8 de septiembre de 1934, estando en el Regimiento de Infantería nº 8, en La Coruña, con el empleo de Alférez, formuló esta preceptiva declaración:

Don ESTEBAN COMPANY RIVERA declara no pertenecer como socio, afiliado, o adherido, a ningún Centro, partido aprupación,o sociedad de carácter político,ni a organización o entidad de caracter sindical,a tenor de los articulos 1º y 2º de la O.C. del Ministerio de la Guerra de 19 de Julio de 1.934 (D.O. núm. 165),

La Coruña 8 de septiembre de 1.934

El Alférez

[Firma rubricada, enrevesada e ilegible]

Notas de concepto

Valor Acreditado
Espíritu militar Mucho
Dotes de mando Mucho
Carácter Enérgico
Conducta Buena
Aptitud física Buena
Salud Buena
Táctica Bueno
Armamento y material Bueno
Técnica militar Bueno
Capacidad para funciones administrativas Bueno
Aptitud para cargos judiciales Bueno
Conocimientos sobre Reclutº y Movilización Bueno
Preparación para el profesorado Bueno
Actividad profesional en que más se distingue Mando de Armas
Técnica facultativa Bueno

Por orden circular de 9 de marzo de 1936, es destinado al Cuerpo de Seguridad y Asalto en la provincia de Santa Cruz de Tenerife, destino que solicitó al serles expuesto a los Oficiales del Destacamento de La Orotava por el Capitán de su compañía Eduardo Pintado Verde, los deseos de S.E. el comandante General del Archipiélago Don Francisco Franco Bahamonde, de que un Oficial de confianza pasase a dichas fuerzas por ser las únicas que no le ofrecían garantía. El día 20 de marzo de 1936 se incorpora quedando destinado en la compañía de Asalto de la plantilla de Tenerife (Canarias), desde cuya fecha mantiene siempre contacto con sus jefes y compañeros del destacamento de La Orotava, informándoles de cuantos asuntos y noticias conocía procedentes del Gobierno Civil y que pudieran ser perjudiciales para la Patria y para el ejército, manteniendo a la vez enlace con los Jefes y Oficiales de la Comandancia General y personalmente con los ayudantes de de S.E. facilitándoles a unos y a otros confidencias y aquellos datos que podían prevenirles contra servicios y actos que se realizaban y atentaban, incluso a la seguridad personal de S.E.; enterado el Gobernador Civil que se reunía con sus compañeros de armas, por dos anónimos que recibió delatándole como peligroso para la funesta política del Frente Popular, le prohibió residir en La Orotava y frecuentar la Comandancia General sin razón justificada y en todo caso, con su autorización, a pesar de lo cual continuó su labor patriótica, único objeto que le movió a solicitar el destino al Cuerpo de Seguridad y Asalto.

El día 28 de mayo de 1936 fue designado por el Gobernador Civil para reforzar con su Sección la plantilla de Las Palmas (Gran Canaria) con motivo de la huelga general declarada en el Puerto de La Luz (Gran Canaria), y en los pueblos de Telde y Arucas de aquella Isla, embarcando el mismo día en Tenerife y desembarcando el día 29 en Las Palmas, haciendo su presentación al Gobernador Civil de aquella capital quién le encomendó la misión de de intervenir con sus fuerzas a restablecer la normalidad en el pueblo de Telde, adonde se trasladó en dicho día con su Sección, montando los servicios de seguridad en el pueblo juntamente con una sección de la guardia civil que al mando de un alférez procedente de Las Palmas se le presentó quedando a sus órdenes; intervino personalmente en la suspensión de un acto comunista que se celebraba sin autorización gubernativa en el cine bajo la presidencia del diputado comunista por Las Palmas Suárez Morales, y en el mismo momento de su intervención, teniendo que proceder para restablecer la normalidad en la población a la detención de todos los asistentes a dicho acto de filiación comunista conduciéndolos a Las Palmas, no sin antes haber dejado normalizada la vida local, ordenando abrir los comercios, ejercitar sus funciones al ayuntamiento y hacer devolver a sus legítimos dueños las propiedades de que habían sido expropiados; terminada la comisión regresó a Tenerife el día 5 de junio de 1936.

El día 18 de julio de 1936 a las 2 horas se encontraba de servicio que previamente, a voluntad propia y con autorización del Capitán de su Compañía había cambiado con otro compañero, por constarle que en dicho día se produciría el Alzamiento Nacional por las relaciones que mantenía con los Ayudantes de S.E. el General Franco. A dicha hora, haciendo el recorrido del servicio por la capital y acompañado por Clases y Guardias de su compañía se dirigió al Gobierno Civil por saber que de un momento a otro se precipitarían los acontecimientos, lo que le dio motivo a presenciar la llegada a dicho Centro de un repartidor de Telégrafos con un telegrama para el gobernador manifestando que habían comunicado desde Madrid que se lo entregase con urgencia. No habían transcurrido cinco minutos cuando desde el balcón de su despacho el Gobernador le llamó mostrándoles un telegrama del Ministro de Gobernación, el que más tarde fue descifrado por su Secretario particular, comunicándole el alzamiento en Marruecos y Baleares, dándole normas para sofocarlo en el caso de producirse en Tenerife, donde se hallaba destinado el Excmo. Sr. General don Francisco Franco Bahamonde. Se negó a cumplir las órdenes que recibió del Gobernador de reunir los Guardias en el gobierno y mucho más de oponerse a todo movimiento militar, saliendo del despacho y comunicando a las fuerzas de su compañía que le esperaban en la puerta, tan grata noticia, ordenando a las Clases retirar los servicios de los Centros oficiales y vía pública menos el del Gobierno Civil, así como llamar a domicilio a los guardias y reunir la Compañía en su cuartel; marchó a dar cuenta a su Capitán Don Victor Cortez a su domicilio, trasladándose seguidamente al cuartel en que se hallaba reunida la fuerza que componía su compañía, hablándoles en términos patrióticos del significado del Movimiento dando todos su conformidad de sumarse al mismo. A las 5 horas y una vez que el Capitán llegó al cuartel y se hizo cargo del mismo, salió con dirección al Gobierno civil en donde tomó el mando de las fuerzas que prestaban servicio en dicho Centro, recibiendo a las fuerzas del ejército que proclamaron el estado de Guerra en la Plaza entregando al Jefe que las mandaban comandante de Infantería Don Alfonso Moreno Ureña el Gobierno Civil en cuyo despacho se encontraba el Gobernador Civil, el Secretario particular y el comisario de Policía, considerando terminada desde este momento su misión por la que había pasado al Cuerpo de Seguridad y Asalto, se presentó en la Comandancia General al Sr. Coronel Jefe de Estado Mayor Don Teódulo González Peral, quedando a sus órdenes y prestando cuantas servicios le fueron encomendados tales como registros y detenciones de extremistas en la capital; clausuró la redacción del periódico socialista “En Marcha” deteniendo al personal de la misma incautándose de la tirada de dicho periódico preparada para este día entregándola en la Comandancia General al Sr. Coronel ya referido. A las 15 horas fue llamado al Gobierno Civil por el nuevo Gobernador Coronel de Artillería Sr. Fuentes para que le informara con respecto a los funcionarios del gobierno por considerarle por su destino de Oficial de Asalto autorizado a prestarle dicho servicio, permaneciendo con S.E. hasta las 18 horas en que avisado por el Inspector de Policía Don Francisco Morales que su Compañía de Asalto se hallaba en el Cuartel sublevada, marchó al mismo comprobando tal extremo; penetró en el edificio llamando primero por teléfono a la comandancia General poniendo el hecho en conocimiento del Comandante de Estado Mayor Don Trinidad Díaz Gómez; acto seguido se aprestó a sofocar la sublevación no pudiendo evitar salieran a la calle elementos del cuerpo con un Oficial que ya habían ganado la puerta cuando regresó del teléfono, pero si evitó que el resto de las fuerzas llevase a cabo tan descabellada empresa, con riesgo de su propia vida dado el estado0 de exaltación de los guardias que le amenazaban seriamente al ver que se oponía a la realización de sus propósitos; transcurridos unos momentos en la que aumentaba la excitación de los sublevados y se hacía ya imposible la lucha en la puerta para contenerlos por oírse gran tiroteo en dirección al Gobierno civil entre las fuerzas del ejército y los sublevados que habían salido en un principio, se oyó un gran tropel debido a la carrera desenfrenada que estos últimos traían hacia el cuartel a excepción de cinco y el Oficial. Una vez éstas entraron en el edificio sus compañeros se dieron cuenta de la superioridad de las fuerzas del ejército, por el relato que ellos les hicieron, se apoderó de unos el pánico y en otros aumentó el deseo de venganza, porque igualmente les comunicaron la muerte del Cabo Muñoz al intentar aproximarse a la puerta del Gobierno Civil. Transcurridos unos momentos en que parecía dominar el criterio de los más exaltados, de aprestarse a la defensa del edificio y vengar la muerte del compañero; aprovechó el estado de ánimo de los que dando muestras de abatimiento estaban indecisos, realizó sobre ellos una labor de captación dando por resultado hacerse un bando a su favor que acompañándole en su gestión pudo conseguir retirar de las ventanas y balcones a los que ya se habían preparado para la absurda defensa del Cuartel. Una vez logrado que toda la fuerza depusiera su actitud hostil y violenta, formó la compañía arengándoles y exhortándoles a que depusieran las armas, lo que se llevó a cabo recogiéndolas y entregándolas personalmente en el depósito de armamento. Comunicó por teléfono a la Comandancia General al Sr. Coronel Jefe de Estado Mayor Don Teódulo González Peral que la Compañía había depuesto las armas y estaba en disposición de ser entregada, mandando a tales efectos dicho Jefe fuerzas de la Guardia Civil al mando del Capitán Don Rafael Herrera Zayas, quien a las 22 horas se hizo cargo del personal, armamento y municiones de que se disponía. Se trasladó acto seguido a la Comandancia General con el Comandante de dicho Centro don José Zamorano Lomelino, quien vino a buscarle en coche, recibiendo a su llegada felicitaciones por su actuación de cuantos Jefes y Oficiales allí se encontraban especialmente del Sr. Coronel Jefe de Estado Mayo Don Teódulo González Peral quien le abrazó y felicitó en nombre del S.E. el General Franco que se encontraba en Las Palmas y a quien, dijo, había tenido al tanto de los hechos ocurridos por el hilo directo. El día 19 continuó prestando servicios a las ordenes de la Comandancia General efectuando registros y detenciones en la Capital de extremistas significados, el día 22 le fue ordenado trasladarse al pueblo de Garachico para proceder a la incautación de una emisora clandestina, saliendo de Santa Cruz en coche a las 10 horas acompañándole el Capitán de Artillería destinado a la Comandancia General don Fernando López Pozas; al llegar a dicho pueblo llevó a cabo el servicio encomendado y cuando se disponía a regresar a Tenerife con la emisora se le presentó el Alcalde del vecino pueblo de Los Silos manifestando que su pueblo estaba desconfiado siendo conveniente que se les hablase de la verdadera marcha del Movimiento Militar pues estaban malintencionados oyendo radio Madrid. Con la venia del Capitán envió la emisora a Tenerife, trasladándose a Los Silos donde dirigió la palabra al pueblo, levantando el espíritu del vecindario que vitoreó con entusiasmo a España, al Ejército y a Franco. Continuó viaje a Buenavista por conocer el extremismo del pueblo en el que efectivamente existía anormalidad absoluta, estando todo cerrado e incluso el ayuntamiento por haber huido al monte el personal que constituía la Corporación del Frente Popular. Puso el hecho en conocimiento de la Comandancia General telefónicamente, recibiendo orden del Sr. Coronel Jefe de Estado Mayor Don Teódulo González Peral de reclutar voluntarios en los pueblos de Buenavista y Los Silos y con siete soldados que llevaba de escolta procediese a la busca y captura de los huidos; recluté seis paisanos en la tarde del día 22, presentándosele en la madrugada del día 23 un Sargento y 17 soldados del destacamento de Garachico por disposición de la Autoridad Militar, interviniendo con dichas fuerzas en los montes de Teno dando batidas hasta el día 25 a las 12 horas que fueron capturados los huidos con armamento a los cuales condujo y entregó en la Comandancia General de Tenerife, no sin antes haber hecho que entregasen a la Comisión Gestora nombrada, el Ayuntamiento. Asimismo dispuso sacar una copia del acta de la sesión celebrada por este Ayuntamiento en la que se acordaba solicitar del Gobierno la destitución de S.E. el General Franco Comandante General del Archipiélago Canario, cuya copia entregué en la Comandancia General de Tenerife. El día 26, cumpliendo órdenes de la Superioridad se trasladó nuevamente a Garachico procediendo al desarme y detención de elementos extremistas. Enterado de que en el pueblo de Icod sucedía lo mismo que en Buenavista, se trasladó al mismo organizando servicios y batidas en los montes de Icod, realizándolas hasta el día 15 de agosto deteniendo en el transcurso de este tiempo  a cuantos izquierdistas significados y peligrosos descubrió conduciéndolos a Tenerife; extendió su acción a otros pueblos del norte de la isla sorprendiendo federaciones comunistas que se reunían clandestinamente a altas horas de la madrugada, como la de “El Tanque” y “La Culata” deteniéndolos en pleno y clausurando los locales, conduciendos a sus componentes a Santa Cruz de Tenerife. El día 16 fue honrado por el Excmo. Sr. Gobernador Civil de la provincia con el nombramiento de Delegado Gubernativo, para dar forma legal a las Gestoras de la isla y nombrarlas en aquellos pueblos que aún no se había hecho, lo que efectuó mereciendo siempre la aprobación de S.E. llevando paralela a esta gestión la de desarme y detención de cuantos elementos peligrosos iba descubriendo en los diferentes pueblos donde actuaba.

Terminada esta comisión, el día 10 de septiembre, procedió a la recluta de elementos falangistas para organizar la 1ª bandera de Falange de Tenerife los que transportó en camiones a La Laguna, adonde llegó a las 23 horas de dicho día, acuartelándolos en el Seminario. Fue nombrado por la Autoridad Militar de Tenerife Instructor de dicha fuerza en cuyo cometido continuó hasta el día 13 de octubre en que, encuadradas las mismas en Unidad tipo Batallón, con mandos militares, quedó organizada a 1ª Bandera de Falange de Tenerife, que fue revistada a las 15 horas de este día por el Excmo. Sr. Comandante General Don Angel Dolla Lahoz, desfilando más tarde por las calles de Tenerife, embarcando para la Península a las 19 horas mandando la 1ª Falange de la 2º Centuria al mando del Capitán de Artillería don Fernando López Pozas, estando la Bandera al mando del Comandante de Infantería Don Francisco Sánchez Pinto. Embarcó la Bandera en unión de fuerzas de Artillería e Infantería de Tenerife y Las Palmas, formando convoy. El día 15 navegando en alta mar fue descubierta la escuadra roja que iba al encuentro del convoy, por lo que se dispuso virar y poner proa hacia Las Palmas llegando el día 17, permaneciendo en dicho puerto hasta el día 19 que nuevamente zarpó con destino a la Península, desembarcando en el puerto de Vigo (Pontevedra) el día 26 a las 12 horas, desfilando por las calles de Vigo hacia la estación, desde donde en tren militar se dirigió con su Unidad a Talavera de la Reina (Toledo), llegando el día 27 a las 13 horas, quedando acuartelado en el Seminario Menor, el día 28 fue revistada la bandera en los jardines del Prado por el Sr. Coronel Don Juan Yagüe Blanco, quien felicitó a su Jefe y Oficiales por las marcialidad y alto espíritu militar y patriótico de que iban dotados; ocupando el día 29 posiciones de 1ª línea del sector del Tajo y servicios de protección a los campos de aviación de Gamonal y Velada. El día 17 de Noviembre rechazó con las fuerzas de su Bandera el ataque que los rojos lanzaron sobre Talavera de la Reina (Toledo) siendo el enemigo duramente castigado. De servicios de campaña en las posiciones citadas finaliza el año.

Cfr.: Archivo General Militar de Segovia.

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Compárese este autocomplaciente texto de la Hoja de Servicios de ESTEBAN COMPANY RIBERA, con lo declarado ante el Juez Instructor en el folio 16 de la Causa 50 de 1936 [6401-207-1], publicado en https://pedromedinasanabria.wordpress.com/2011/09/22/declaracion-del-teniente-esteban-company-ribera/

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ESTEBAN COMPANY RIBERA escalaría hasta Teniente Coronel de Infantería.

CALLE COMANDANTE MORENO UREÑA


En Santa Cruz de Tenerife, hay una calle en la barriada de García Escámez, de muy corta dimensión, que tiene diez números de gobierno, cinco en cada lado, a la que se puede acceder por medio de una curva desde la carretera del Rosario, para desembocar en la calle Felipe Ravina y Castro.

Esta calle está dedicada a honrar la memoria del Comandante Moreno Ureña.

¿Quién fue el Comandante Alfonso Moreno Ureña?

¿Qué méritos acreditó para merecer que su memoria haya sido conservada dedicándole una calle en esta singular barriada de Santa Cruz de Tenerife?

* * * * *

El Coronel Juan J. Arencibia de Torres, en su libro Calles y Plazas de Santa Cruz de Tenerife, omite toda referencia a esta calle y a la persona conmemorada con tal honor.

El mismo escritor en otra obra posterior plagada de refritos, titulada CONOZCA SANTA CRUZ (Su historia a través de sus calles, plazas y otras curiosidades), ha dejado impresas estas líneas sobre esta calle.

COMANDANTE MORENO UREÑA

De Felipe Ravina a carretera del Rosario

El teniente coronel de InfanteríaAlfonso Moreno Ureñarecibió el 18 de julio de 1936 la orden de ocupar con sus soldados del Regimiento de Infantería Tenerife el Gobierno Civil. Hizo frente a una sección de Guardias de Asalto y en la refriega murió un soldado y un guardia.

Resulta chocante que J.J. Arencibia se refiera al personaje como TENIENTE CORONEL de infantería Alfonso Moreno Ureña, estando la calle dedicada al COMANDANTE Moreno Ureña.

Más grave es la falsedad contenida en el párrafo subsiguiente.

Porque no es verdad que Alfonso Moreno Ureña hizo frente a una Sección de Guardias de Asalto.

J.J. Arencibia falsea la historia, denominando refriega al combate con armas de fuego, que tuvo lugar en la tarde del 18 de julio de 1936 en la Plaza de la República, anteriormente denominada Plaza de la Constitución – la de 1812 – y desde el primero de mayo de 1939  rebautizada como Plaza de la Candelaria.

Combate, con nutrido tiroteo que duró aproximadamente una hora, del cual se encontraron en las azoteas y pisos de los edificios alrededor, unas quinientas vainas de pistola y fusil del calibre y clase correspondiente al armamento de la Guardia de Asalto.

Guardias de Asalto, que habían hecho fuego contra la fuerza del Ejército ocupante del Gobierno Civil.

Combate en el cual hubo heridos, y se registraron dos muertos, cuyos nombres silencia.

El fallecido defendiendo al gobierno legítimo y legal de la República, fue FRANCISCO MUÑOZ SERRANO, Cabo del Cuerpo de Seguridad y Asalto, PRIMERA VÍCTIMA en Tenerife, ocasionada por los sublevados en el autodenominado Alzamiento del 18 de julio de 1936.

El segundo muerto fue SANTIAGO CUADRADO SUÁREZ, joven voluntario incorporado al bando golpista.

Cfr.: Causa 50 de 1936 [6401-207-1].

SANTIAGO CUADRADO MURIÓ GRITANDO VIVA ESPAÑA


D.2,606,888     144

 

DECLARACION Del sargento de voluntarios D. JACINTO CASARIEGO CAPRARIO

En Santa Cruz de Tenerife a veinticuatro de Julio de mil novecientos treinta y seis.

Ante el Señor Juez Instructor hallándose presente el Secretario, compareció el anotado al margen para prestar declaración, el que fué advertido de las prevenciones del artículo 451 del Código de Justicia Militar y, enterado prometió decir verdad.

Interrogado a tenor del artículo 463 del mismo Código,

Dijo: Llamarse como queda expresado al margen

natural de Santa Cruz de Tfe. Provincia de Tenerife

de cuarenta y tres años de edad, de estado casada de profesión empleado con domicilio en la calle Pérez Galdós número 38, no comprendiéndole las demás y asistiendo el Ministerio Fiscal.

INTERROGADO CONVENIENTEMENTE, dijo: Que a la caída de la tarde del día dieciocho del actual por haberse oído un nutrido tiroteo salió  del cuartel de San Carlos una camioneta en la que iba el declarante al mando del Capitán Pallero y Teniente Landero y que por la avenida Marítima sedirigió a la plaza de la Constitución; que al pasar por los jardincillos de dicha avenida fueron hostilizados desde los mismos por dos descargas que les hicieron desde las plantas que repelieron la agresión y observaron carreras de paisanos; que como se oía un intenso tiroteo en la parte alta de la plaza de la Constitución continuaron avanzando hasta colocar una camioneta frente a las puertas del café Suizo y la otra en que iba el declarante en la esquina opuesta frente a la calle del Castillo; que en este lugar se encontraba, al parecer muerto, un cabo de Asalto y fueron recibidos por un intenso tiroteo desde los altos del edificio del café Suizo y al parecer desde las ventanas altas o azotea del café La Peña; que descendieron  de la camioneta e hicieron fuego sobre loa puntos desde donde eran hostilizados; que dominaron la situación y en la refriega resultó muerto el soldado voluntario Santiago Cuadrado que murió gritando viva España; que uno de los guardias de Asalto, que se hallaba en la Transrradio, el vestido de conductor precisamente y que según referencias había recorrido momentos antes del tiroteo entre nutridos aplausos de los paisanos la plaza de la Constitución conduciendo un auto, cre el declarante, disparó contra la fuerza desde detrás de un árbol de dicha plaza, según le ha manifestado Rodolfo del Pino empleado de la barberia del señor Marrero (D. Luis) y que el guardia mencionado se llama Juan Díaz Fernandez.

En este estado se dio por terminada esta declaración y leída que fué por el declarante la encontró de conformidad,, se afirmó y ratificó en su contenido y al firma con el señor Juez, Ministerio Fiscal y presente Secretario que certifica.

Francisco Sánchez Pinto                                       Pedro Doblado

Casariego

Luis G Carbó

 

[Las cuatro firmas rubricadas]

 

Cfr.: Causa 50 de 1936 [6401-207-1].- Folio 144.

 

GRITÓ QUE NO TIRASEN



D.2,598,492

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DECLARACIÓN Del Teniente ALFONSO GONZALEZ CAMPOS

En Santa Cruz de Tenerife a veintiuno de Julio de mil novecientos treinta y seis.

Ante el Señor Juez Instructor, hallándose presente el Secretario, compareció el anotado al margen para prestar declaración el que fue advertido de las prevenciones del artículo 451 del Código de Justicia Militar y, enterado fué exhortado a decir verdad.

Interrogado a tenor del artículo 453 del mismo Código, dijo:

Llamarse como queda expresado al margen

natural de Güimar Provincia de Tenerife

de mayor de años de edad, de estado casado de profesión Teniente de Infantería con destino en la Compañía de Tenerife del Cuerpo de Seguridad.

PREGUNTADO CONVENIENTEMENTE, dijo: Que el viernes diecisiete del corriente a las once de la noche se retiró de servicio el declarante, y en la madrugada del dieciocho, a las cinco de la mañana recibió aviso del Capitán de la Compañía de que se incorporase urgentemente al cuartel;

Que al ir al cuartel a las cinco y cuarto, al pasar por la plaza de la Constitución, fue llamado por el Secretario del Gobernador, el Comisario y dos o tres agentes que estaban en el balcón del Gobierno Civil; Que subió y le preguntó el Gobernador si sabía lo que pasaba contestándole negativamente por ignorarlo; Que también le preguntó si era cierto que iban a declarar el estado de guerra pues eran los rumores que corrían junto con la noticia del levantamiento de las fuerzas de Africa, contestándole a todo esto que nada sabía; Que en este momento llegó el Teniente Coronel de la Guardia Civil D. Dionisio Cáceres y en conferencia con el Gobernador y al exponer éste caso de que declarasen el estado de guerra sin su autorización qué actitud tomaría él, manifestó el Teniente Coronel que desde que se declarase el Estado de Guerra dependía de la Autoridad Militar y que no era conveniente y que consideraba inútil la lucha entre los Institutos armados; Que el Gobernador se dirigió luego al declarante diciéndole Usted tiene Capitán o usted depende de otros; Que estando en esto llegó un agente diciendo que las fuerzas del Ejército estaban llegando a la plaza de la Constitución; Que el que declara se asomó al balcón viéndola en las boca-calles por lo que bajó inmediatamente para ordenar a los tres guardias y al cabo que estaba en la puerta que no hiciesen un solo disparo ni la menor resistencia, prevención que hizo al Teniente Company que estaba con ellos; Que el Teniente Company le contestó que estuviera tranquilo y que venía a decirme de parte del Capitán de la Compañía que no me separase del lado del Gobernador ni del Secretario para evitar cualquier incidente que pudiera surgir al exigirle la entrega; Que el dicente volvió otra vez al despacho del Gobernador y los pocos minutos subieron el Comandante Moreno Ureña y el Capital Accame pidiéndole al Gobernador hiciera entrega del Gobierno Civil, lo que hizo éste diciendo que no quería verter sangre y que se resignase a entregarlo; Que más tarde llegó el oficial de la guardia montada en el Gobierno Civil y con la misma corrección que el anterior Jefe comunicó al Gobernador y al Secretario su detención y cortó los hilos del teléfono; Que en el tiempo que medió des

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de la marcha del Comandante Moreno Ureña a la llegada del Alférez Carmona, llamó el teléfono del Ministerio de la Gobernación manifestando el Gobernador que sería la llamada del Ministro de la Gobernación que hacía bastante rato que llamó a Madrid interesando hablar con el Ministro pero que ya no tenía que hablar; Que el declarante se puso al aparato y al ver que efectivamente era del Ministerio de la Gobernación dije que estaba intervenido y que no se podía comunicar colgando el auricular sin esperar respuesta; Que a la hora de estar en el despacho del Gobernador le mandó al declarante aviso el Capitán con el Sargento Otero que fuera al cuartel manifestando al llegar que le había llamado porque hablando con el Comandante Moreno Ureña pudo notarle como cierta extrañeza sin aludir para nada al declarante de su estancia en el despacho del Gobernador por lo que le indicó el Capitán a dicho Comandante que estaba en el despacho del Gobernador por orden suya; Deseando el Capitán que el que declara estuviese en el Cuartel para alejar toda sospecha; Que durante la mañana se dedico el que declara a organizar los coches particulares que se iban requisando; que a eso de las doce pudo observar los comentarios que varios guardias hacían sobre la actitud de un centinela que la guardia Civil tenía en la azotea de la Comandancia llegando a sus oídos manifestaciones de que no hacía nada más que mirar para el cuartel de Asalto que por lo visto no se fiaban de ellas y que estaban seguramente puesto con ese objeto; Que el declarante les dijo que no era cierto y que quería convencerles para lo cual fue el que depone a la Comandancia de Guardia Civil y estuvo hablando con el Comandante y con el Capitán D. Gorgonio Pérez quienes inmediatamente subieron a la azotea y saludaron a los guardias de Asalto que estaban en la puerta; Que los guardias de Asalto estuvieron comentando los resultados posibles acerca de la actitud que en las actuales circunstancias habían tomado, tratando de convencerles tanto el Capitán como el dicente de que ellos no eran responsables en absoluto pues el Gobernador había declinado el mando y había manifestado que no quería lucha y que por tanto nada les podía ocurrir pues no hacían más que obedecer órdenes de sus superiores; que a pesar de esta razones muchos seguían insistiendo en lo mismo o sea que ellos debían de haber seguido otra conducta; que en Sevilla cuando la sublevación de Agosto se había dado un caso parecido y sin embargo fueron condenados; que en el resto de la mañana no surgió otro incidente; que más tarde se organizaron los turnos para ir a comer y a medida que regresaban, unos por haberlo oído en las radios que tenían en sus casas y otros por lo que le habían dicho personas en la calle, comenzaron a decir que el movimiento estaba fracasado y dudaron de todo aquello que tanto el Capitán como el que suscribe les habíamos manifestado durante toda la mañana sobre el desarrollo de los acontecimientos tal como nos manifestaban de la Comandancia Militar; que en vista de que les decíamos que esas noticias contradictorias de que el movimiento había fracasado eran dadas por una estación clandestina un guardia Horacio Rey llevó una radio pequeñita de su casa para montarla en el cuartel manifestándoles el que declara que no tenía inconveniente para que así saliesen de dudas; Que a eso de las cuatro oyeron una estación por la que el speaker decía que el movimiento estaba fracasado y que las fuerzas leales estaban bombardeando Ceuta y Melilla; que al oír esta noticia empezaron entre ellos a lamentarse de la actitud que habían adoptado por la mañana y que además no era justo que mientras sus compañeros estaban muriendo en Madrid o por lo menos debieron por la mañana no haber prestado servicio sino estar en calidad de detenidos; que el declarante puso inmediatamente en conocimiento del Capitán lo que pasaba, pues el Capitán desde que empezó a observar el rumbo que tomaban los guardias le dijo al que declara que estuviese al tanto de sus conversaciones; que tanto el Capitán como el declarante les dijimos que si ellos consideraban una

 

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innobleza la actitud que habían tomado por la mañana era doblemente vergonzoso e innoble una vez enterados que el movimiento estaba fracasado salir a la calle en contra de las demás fuerzas, que la actitud más digna era la de continuar como lo habían hecho hasta la fecha oponiendo a esto también reparos porlo que el Capitán decidió ir a la Comandancia y poner en conocimiento del Coronel lo que pasaba con los guardias de Asalto y que en vista de esa actitud proponía que se les recogiese el armamento, que no prestasen servicio y que quedasen en el cuartel en calidad de detenidos; Que los guardias quedaron tranquilos con estas manifestaciones, quedando el que declara en el cuartel para evitar que saliesen a la calle; Que en este momento se le acercaron al que depone los sargentos Otero, Sánchez, Cabo Elguera y varios guardias mas que no puede precisar diciéndole que no se marchase un momento siquiera del cuartel porque quizá fuese el único que los pudiese contener; que estaban como locos; El que declara les contestó que estuviesen tranquilos que no se marcharía de la puerta del cuartel; Que a los pocos minutos observó otra actitud completamente distinta por lo cual cogiendo un coche marché inmediatamente a Comandancia para decirla al Coronel y al Capitán Cortés que fuese pronto para abajo porque estaban más entusiasmados en salir a la calle, pues presumían que al decirle lo de la detención al Coronel de Estado Mayor, mandasen fuerzas del Ejército a desarmarles y le rogamos al Coronel no mandase ninguna tropa que nosotros lo arreglaríamos; marchando el declarante inmediatamente al cuartel de Asalto para no perder tiempo; Que cuando llegó a él se encontró con que la mayoría estaban situados ya en las azoteas del cuartel y habían llevado las municiones ordenándoles bajar inmediatamente cosa que consiguió el que declara y se lo puso en conocimiento del Capitán que llegó cinco minutos más tarde con la contestación favorable de que se quedasen desarmados y en calidad de detenidos en el cuartel; Que se mandó a retirar el servicio y se avisó al cuartel de Seguridad de la calle de la Rosa para que viniesen al cuartel los guardias de servicios locales que se encontraban allí; Que volvieron a insistir sobre el fracaso del movimiento y que debían de ir a tomas posesión del Gobierno Civil haciendo esfuerzos sobrehumanos junto con el Capitán y los demás ofiales para impedírselos; Que en esto regresa un coche con guardias de Asalto del Puerto de la Cruz y dijeron que al pasar por la plaza de la Constitución habían oído que no había triunfado el movimiento; que había mucha genta y que la guardia del Gobierno Civil estaba formada como para marcharse y que al pasar dichos guardias por la citada plaza, creyendo recordar que los guardias a que se refiere iban mandados por el sargento Arbeloa, les aplaudió el público allí congregados; Que ante esta noticia redoblaron las manifestaciones de que debían ir al Gobierno Civil a hacerse cargo de él y que la oficialidad redobló los esfuerzos para impedirlo; Que a toda esta estaban ya los guardias en las escalinatas del edificio del cuartel; Que para calmarlos y enterarme de lo que ocurría en el Gobierno Civil juzgué prudente y así se lo ordenó el Capitán fuese solo acompañado de algún guardia al Gobierno Civil y así lo hizo el que declara acompañado del cabo Lopo habiéndole ordenado antes a dicho cabo que dejase el armamento; Que no habían andado cuatro cinco pasos cuando sentimos una serie de detonaciones muy grande y entonces el que declara se volvió hacia ellos y empezaron a ordenarles que entrasen dentro del cuartel al mismo tiempo a una pareja de la guardia Civil que pasaba por la calle San Francisco les dijo que entrasen también en el cuartel que podían herirlos; Que los guardias de Asalto empezaron cargar los mosquetones y tanto el que suscribe como los demás oficiales a decirles que no cargaran nadie; Que en este momento aparecieron en la plaza de San Francisco un gran número de personas gritando, alzando los brazos, dando vivas a la República y diciendo a gritos que ya se sabía que el movimiento había fracasado; Que el Gobernador ha

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bía tomado otra vez el mando y que estaba en el balcón diciendo que fuesen los guardias al Gobierno Civil porque el pueblo se estaba metiendo en él; Que ante esto fue imposible contenerlos, muchos salieron corriendo entre los paisanos sentí las voces de Teniente Campos vaya usted al Gobierno incluso uno de los más cerca empezó a saltar y a gritar diciéndole lo que a voces repetían los demás; Que viendo que los guardias habían salido y estando en las escalinatas, vió el que declara que cinco o seis guardias iban por la parte de arriba de las escalinatas y les dijo que esperaran que el que declara iba con ellos a ver lo que pasaba, pues el que declara ante el tiroteo y a las noticias pensaba que efectivamente había fracasado el movimiento y la gente en la reacción habría entrado dentro del Gobierno y estaba atacando a la guardia; Que los guardias le llevaban bastante distancia, los que habían pasado por cima de la escalinata, y que fueron por la calle del Sí, atravesaron la calle de San José y pasando por la calle trasera de la Gaceta de Tenerife y Café Cuatro Naciones desembocaron por la calle del Castillo en la plaza de la Constitución; Que cuando el declarante llegó a la calle del Castillo vió retroceder a los guardias a refugiarse en la esquina de Espinosa, observó que en la calle en la parte de plaza que veía no había nadie, que los guardias apuntaban hacia el Gobierno y empecé a gritarles que no disparasen; gritos estos que tuvieron que ser oídos por ellos y por las numerosas personas que desembocaban en la calle al parecer procedentes del café Cuatro Naciones; Que en este momento sintió disparos y oyó decir a los guardias que habían matado a un compañero; Que en aquellos momentos impresionado por haber ocurrido lo que durante todo el día presentía y quería evitar, se quedó en medio de la calle donde un joven le gritó que se metiera en el portal que los soldados estaban tirando; que así lo hizo viendo que muchas personas se habían refugiado en él, le dijeron que los guardias habían subido a la azotea a donde me dirigí inmediatamente y encontrándome con que ya se había entablado el tiroteo, les grité que no tirasen que no hicieran sangre y le contestaron que habían matado al Cabo Serrano.

En vista del giro que habían tomado los sucesos y en un aplanamiento total permaneció en la azotea unos momentos que no pudo precisar y sin saber con precisión hacia qué sitio hacían fuego pues la puerta del Gobierno estaba cerrada y no se veía a nadie; le saco de la abstracción cuando gritaron que había uno asomado y sin saber quien era gritó que no tirasen y se marchó de la azotea; Que en los peldaños de la escalera cerca de la azotea habían mujeres y hombres doloridos y asustados, que el declarante se sentó en las escalinatas sin saber como poner término a la lucha; que vió allí en la puerta de aquel piso jóvenes y mujeres uno de ellos llamado D. Francisco Martínez hijo del Teniente de la Guardia Civil ya fallecido Sr. Martínez y un joven para mí desconocido que le preguntaba donde podría hablar por teléfono; Que además sintió gritos como de una señora que le había dado un ataque y de otras personas más desconocidas; Que allí se enteró que en el piso de abajo había teléfono y al él se dirigió para comunicar con el cuartel y decirle al Capitán lo que estaba ocurriendo, que en este piso vive un señor cuyo nombre lo ignora (Conde) y casado con una señora francesa que tiene un taller de modistas; Que no pudo hablar por teléfono y ante ello se lamentó de lo que estaba ocurriendo; No sabe el tiempo que estuvo allí hasta que vino el cabo Lopo que estaba en la azotea y al que rogué que no hiciesen más fuego, que a esto le manifestó que no lo harían, que también le dijo al cabo que fuera a decírselo enseguida y que no se les ocurriera y mucho menos hacer fuego si subían a buscarlos; Que recuerda haberle dicho al cabo y según cree delante del matrimonio a que antes se refiere que todo el día había estado esforzándose para evitar choques con el Ejército y que al final incluso podría aparecer él con algo de responsabilidad; que a esto le contestó el cabo que el declarante no tenía porqué estar ya que no había intervenido y que se marchara; Que se quedó allí unos minutos y lle

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gó un joven entre otras personas, quien le dijo que él estaba al tanto de todo y que se podía marchar el declarante saltando al tejado a alguna casa inmediata desde donde podría ir al cuartel y avisarle al Capitán; Que en aquellos momentos pesó el que declara que esperar allí hasta que se entregaran los guardias para salir con ellos era demostrar o por lo menos aparecer que había estado de acuerdo con los guardias en la actitud que habían adoptado; que salir por la puerta de la casa y presentarse ante las fuerzas del Ejército sin que estas supieran que él no había tomado participación alguna en el tiroteo y en los incidentes que le precedieron sino que por el contrario se había esforzado constantemente en impedir que los guardias adoptasen la actitud que adoptaron, era exponerse a que al verle aparecer hicieran fuego sobre él, por lo cual decidió saltar por la ventana al tejado de la casa inmediata ofreciéndosele a servirle de guía porque él conocía aquello, el joven a que antes ha hecho referencia y marchando delante le condujoa la casa de D. José Luis Benítez en donde nos recibió un hijo suyo y más tarde entró dicho señor que reconoció al que declara, le dijo lo que pasaba, que quería salir para avisar al Capitán y los motivos porque no lo había hecho en la casa del café Suizo, que a esto le manifestó que por su casa tampoco podría salir por estar expuesto a lo mismo, ya que habían soldados en la calle y le manifestó el temor de los perjuicios que le acarrearía si se enteraban que estaba en su casa, indicando al dicente que por la casa de al lado que estaba en construcción se podía salir con más facilidad; que así lo hizo guiado también por el joven antes indicado; que una vez allí vió que tampoco podía salir sin que fuera visto por fuerzas del Ejército quienes seguramente seguirían juzgando de manera adversa su actuación y rogué al joven ya antes dicho saliese él para avisar al Capitán; Que tardó un gran rato en regresar diciéndole que le había dicho al Capitán lo que le había pasado al que declara y que le había contestado lo siguiente: que espere un poco que irá a buscarlo el Capitán de la Guardia Civil Herrera; Que no se preocupe que en la misma situación estaba él.»

En este estado el señor Juez acordó suspender la presente declaración siendo las veintiuna y treinta horas del día de hoy por haber durado dos horas y cuarenta minutos, para reanudarla el día que designe; la leyó el declarante se ratificó en ella y la firma con S.S. haciéndose constar que queda extendida en el presente pliego, en dos folios de la misma serie y de la numeración correlativa anterior y en otro folio de serie D, número dos millones quinientos noventa y ocho mil cuatrocientos noventa y dos, de todo lo cual certifico.

Francisco Sánchez Pinto

Alfonso González Campos

Eugenio Rodríguez Alonso

[Las tres firmas rubricadas]

Cfr.: Causa 50 de 1936 [6401-207-1].- Folios 52 a 56.