1.
FRANCISCO ARENCIBIA MONTESDEOCA, formó parte de tres gobiernos sucesivos en la Corporación republicana de ICOD, como tercer teniente de alcalde, desde el 21 de febrero de 1935 hasta el 3 marzo de 1936.
2.
JOSÉ ARENCIBIA MONTESDEOCA, según consta en el acta de la sesión de 31 de julio de 1936, se reconoce como jefe fundador de ACCIÓN CIUDADANA en Icod.
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Para los que no conozcan este episodio de nuestra historia, es necesario recordar que ACCIÓN CIUDADANA era una milicia cívica armada, que inicialmente tuvo una estructura propia, orgánicamente independiente de Falange, integrada por individuos de reconocida adhesión al nuevo régimen, que se constituyó como fuerza paramilitar para dar apoyo en la retaguardia a las fuerzas militares y desempeñar servicios de orden público, actuando como «guardianes de la rebelión».
A los miembros de ACCIÓN CIUDADANA se les encomendaron tareas de vigilancia, control y represión política.
Por la documentación aflorada hasta el momento, se sabe que entre ellos había individuos de extracción rufianesca, reclutados por la burguesía dominante, para utilizarlos a sueldo en esa milicia paramilitar, auténticos sicarios que actuaban por dinero, satisfaciendo de paso sus bajos instintos, ejecutando las órdenes de sus jefes.
Pastor Díaz en su recomendable libro «Icod durante la Segunda República y la Guerra Civil» ha aflorado el acta municipal de 31 de julio de 1936, donde el Alcalde icodense, JOSÉ ARENCIBIA MONTESDEOCA, declaró ser Jefe de Acción Ciudadana en Icod, y requirió que se pagara a los sicarios con dinero público del Ayuntamiento de Icod. El texto del acta hace una descripción muy clara de lo que fue Acción Ciudadana.
La presidencia hace uso de la palabra y manifiesta que con motivo de las actuales circunstancia en que se encuentra la Nación, se ha formado en esta Ciudad un núcleo de voluntarios para mantener el orden y adherirse al movimiento del ejército y como quiera que entre ellos existen algunos individuos que carecen de medios de fortuna, ha tenido, como jefe de dicha fuerza, que proveer a su mantenimiento, para lo que ha organizado una suscripción con la cantidad de quinientas pesetas; y el Ayuntamiento, discutido y votado este asunto, acordó por unanimidad encabezar dicha suscripción.
El terror desatado por estas milicias paramilitares, continuado durante y después de la guerra civil por las nuevas autoridades, ha marcado de forma indeleble a toda aquella generación, trasmitiendo su deletéreo efecto a los descendientes, que interiorizaron el miedo en sus vidas personales.
Tras el Decreto de Unificación de 19 de abril de 1937, Acción Ciudadana desapareció como grupo autónomo, quedando subsumido en la estructura de Falange Española Tradicionalista y de la Juntas de Ofensiva Nacional Sindicalistas (FET-JONS), que sería el brazo político del Movimiento Nacional encabezado por Francisco Franco Bahamonde, Caudillo de España por la Gracia de Dios, oficialmente desde el 1º de octubre de 1936.
Por eso, tales individuos, paramilitares represores, fueron conocidos como «los falanges»
Los excesos cometidos por estos temibles y temidos «falanges», ejecutando múltiples detenciones, interrogatorios, torturas y ejecuciones sin proceso judicial (desapariciones), en la represión de simpatizantes republicanos e izquierdistas, desafectos o tibios con el nuevo orden impuesto por la fuerza de las armas, son crímenes que no han sido juzgados, habiendo quedado impunes al ser amnistiados por la Ley 46/1977, de 15 de octubre, de Amnistía.
El 3 de septiembre de 1936, el Comandante Militar de Santa Cruz de Tenerife, Coronel de Estado Mayor, TEÓDULO GONZÁLEZ PERAL, había dictado un Bando por el que declaraba fuera de la Ley a los sindicatos y partidos políticos asociados en el Frente Popular.
Este bando serviría para dar apariencia de cobertura legal a la persecución de los afiliados a dichos partidos y a la incautación de su patrimonio, violentando un principio básico de la justicia, – la irretroactividad de la norma penal -, ya que se convertía en delito con efecto retroactivo el simple hecho de haber sido afiliado a una organización que en tiempos anteriores era legal.
Posteriormente, el Comandante General de las Islas Canarias – GENERAL ÁNGEL DOLLA LAHOZ – ordenó a todas las administraciones que se tomara declaración jurada a todos y cada uno de los funcionarios, en las que se detallaban sus actividades durante el periodo republicano, bajo apercibimiento de que si se comprobaba que había declarado en falso, sería penalizado severamente.
La consecuencia de esta medida fue la instrucción de numerosos expedientes sancionadores de multitud de funcionarios. Instrucción viciada jurídicamente, porque los instructores actuaban como acusadores y jueces, mientras el probo funcionario quedaba en la indefensión total. La vesania llegó hasta el extremo de instruir expediente a un funcionario del que se sabía con certeza que había sido asesinado.
El Alcalde JOSÉ ARENCIBIA MONTESDEOCA demostró un celo inusitado en esta tarea.
Su esposa JOSEFINA TORRES, fue vicepresidenta local de Comité de Damas en Icod, encargado de la Colecta de Oro para costear los gastos de la guerra.
Esta Colecta de Oro se practicaba yendo casa por casa requiriendo a las familias la aportación de cualquier objeto de oro o plata que tuvieran.
En LA PRENSA del domingo 20 de septiembre de 1936 aparecen publicadas varias referencias a estas colectas de recogida de oro, mencionando a los Comités de Tejina (presidido por doña Ramona González Rivero), de Icod, La Matanza y Garachico.
La lista más numerosa corresponde al comité de Icod, de la cual entresacamos estos nombres:
Juan José Arencibia de Torres, 2’00, un anillo;
niña Ana María Arencibia de Torres, 2’50, 1 par de pendientes, 1 broche y 1 pulsera;
Josefa Torres de Arencibia, 29’75, 1 cadena, 3 monedas, 2 alianzas y 1 par de pendientes
Gaceta de Tenerife en su número 8801, del martes 15 de diciembre de 1936, da una amplia crónica de la visita realizada el domingo 13, por el general ÁNGEL DOLLA LAHOZ a varios pueblos del Norte de Tenerife.
En la parte de esta crónica que describe la estancia en Icod, leemos:
A la entrada de la ciudad esperaba al general Dolla, el alcalde , don José Arencibia y Montesdeoca; Juez de Instrucción; Jefe de Acción Ciudadana, don Agustín Acosta y demás autoridades civiles y militares de dicha ciudad.
Al bajarse de su automóvil oficial el general Dolla fué objeto de un grandioso recibimiento, escuchándose numerosos vivas.
Desde la puerta principal del Ayuntamiento presenció el desfile de las fuerzas armadas y de los niños de las escuelas nacionales. Para todos tuvo el general palabras de gratitud, Seguidamente se trasladó al local de los Comedores Infantiles, con el fin de inaugurarlos sirviéndose comida a un centenar de personas, El acto fué brillantísimo.
DESCUBRIMIENTO DE UNA LAPIDA
El general Dolla y acompañantes se trasladaron a una tribuna levantada en la Avenida del general Franco, con el fin de presenciar el descubrimiento de una lápida que lleva la siguiente inscripción Calle del general Católico Dolla Lahoz”.
En dicho acto pronunció un discurso el alcalde de la ciudad, don José Arencibia, diciendo: Motivos de honda satisfacción, de emoción íntima me obligan a expresar por este medio, el honor y el orgullo de esta altruista y hospitalaria ciudad de Icod, al poder testimoniar en este acto la suerte que le ha sido deparada a esta región canaria, a estas Islas Afortunadas que cantara Virgilio en su Eneida, al ser designado por el caudillo español para que encauzara, dentro de un ambiente de sabor cristiano y religioso la vida moral y material de este archipiélago, al general católico, al general demócrata, al general recto y justiciero, henchido de fervoroso patriotismo don Angel Dolla Lahoz.
Uno de estos motivos de complacencia entrañable es ver cumplido un deber de gratitud, de justicia y patriotismo, al perpetuar la memoria de nuestro generoso y católico general en esta lápida que simboliza su destacada figura religiosa, españolísima, militar y cristiana.
Como motivo es también de satisfacción grande para este pueblo de hidalgos testimoniar de este modo a vuestra personalidad, católico general, su admiración, su agradecimiento, por cuanto voz habéis sido para él en el corto tiempo que lleváis al frente de la Comandancia general de Canarias y cuanto habéis sido asimismo para los demás pueblos insulares ya que el desarrollo de nuestra vida económica, moral y religiosa está ligada con los intereses de los mismos.
Luego – siguió diciendo – hemos observado que vuestro verbo cálido y fácil de palabra, lleno de fervor religioso aquel y de elocuencia y patriotismo esta, arrancan admiración, entusiasmo patrio en todos aquellos españoles que tiene la suerte de oíros, Excmo., señor general.
Terminó el señor Arencibia expresando al general Dolla la gratitud del pueblo de Icod, y pidiendo a la Providencia que siga iluminándoles en este duelo social-patriótico que ha aceptado sin más testigo que Dios, sin más padrinos que el Cielo, como decía el poeta, ajustándose al programa que os ha confiado, general, el generalísimo Franco.
El señor Arencibia fué largamente aplaudido.
De este modo la calle Franceses perdió su antiguo nombre quedando sustituido por el de calle del general Católico Dolla Lahoz.
La Avenida del General Franco era la vía que iba desde los pabellones escolares de la Rambla Pérez del Cristo hasta el barranco Preceptor. Y había sido dedicada al General Franco el 21 de noviembre de 1936.
Los mencionados pabellones escolares fueron rebautizados con el nombre del anterior dictador Miguel Primo de Rivera.
3.
JULIO ARENCIBIA MONTESDEOCA, fue concejal de esta Corporación durante dos mandatos sucesivos, desde el 22 de febrero de 1936 hasta el 3 marzo de 1936.
Después de la Guerra Civil, detentó el poder municipal durante seis mandatos consecutivos, más de 15 años: desde el 17 de octubre de 1947 hasta su fallecimiento el 28 de marzo de 1963.
En el libro «El Icod de Don Julio», publicado en 2004, por José Fernando Díaz Medina, pueden leerse estas citas descriptivas de JULIO ARENCIBIA MONTESDEOCA:
Falangista de espíritu y contenido, desarrolló la política municipal de la victoria, en el marco y despliegue del Estado franquista.
La última sombra de don Julio marcó una etapa de la vida municipal. La muerte apagó su existencia. Arencibia Montes de Oca murió el 28 de marzo de 1963. El dolor humano sufrido por la ciudadanía ante su muerte fue extraordinario. La ceremonia del entierro estuvo singularizada con la debida solemnidad, una ocasión trascendental, que desplegó un desfile de eminentes laureados, jerarquías, autoridades y pueblo llano que lloraron juiciosamente su desaparición terrenal
Juan J. Arencibia de Torres en la página 281 de su libro «Canarias y los Militares – crónicas de un siglo», publicado en 1994, incluye este párrafo:
Icod tiene una deuda pendiente con este hombre que dejó su vida y hacienda al servicio de la ciudad. Murió sin un céntimo y con algunas deudas, después de haber ocupado la alcaldía de Icod durante 16 años.
Además de dictar órdenes que afectaron a las vidas de las personas, los ARENCIBIA MONTESDEOCA de Icod, también tomaron decisiones para cambiar otros nombres de calles y edificios públicos en su propio pueblo.
Así el nombre de la calle Hércules sería sustituido por el de Capitán Pintado.
La popular plaza de la Pila, que en un tiempo anterior fue conocida oficialmente como Plaza de la Constitución y durante la etapa republicana Plaza de la República, pasó a denominarse Plaza de José Calvo Sotelo.
Como ha ocurrido en Santa Cruz de Tenerife, y otros lugares, con otros cambios de nombres, a pesar de todos estos cambios de nombres oficiales, los vecinos han seguido llamando a esta plaza por su nombre tradicional: Plaza de la Pila.
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Este opúsculo es tributario de las dos obras mencionadas:
1.- «Icod durante la Segunda República y la Guerra Civil» de Pastor Díaz
2.- «El Icod de Don Julio»de José Fernando Díaz Medina