LOS NOMBRES DE NUESTRAS VÍAS URBANAS


FRANCISCO MARTÍNEZ VIERA, en un artículo titulado «Los Nombres de Nuestras Calles», publicado en 1951, escribió:

 “Es difícil, repetimos, «desarraigar» un nombre antiguo de una vieja calle. Difícil y complicado. Reconocemos que modificar el nomenclátor de una ciudad es perjudicial y sólo produce trastornos. Para perpetuar hechos y personas, las calles nuevas, Aquí en Santa Cruz, en la parte vieja, ya no caben más cambios de nombres. Ahí están las barriadas, para resistir el aluvión… Lo hecho, hecho está y la lección de su eficacia está en la «pugna» que hemos querido destacar.

Este artículo sería recopilado dentro del libro «El antiguo Santa Cruz», editado en 1967.

La experiencia histórica ha puesto de manifiesto que, lamentablemente, los ediles municipales que ha padecido esta Muy Leal, Noble, Invicta y Muy Benéfica Ciudad, Puerto y Plaza de Santa Cruz de Santiago de Tenerife, que ha sido hasta 1927, Capital de la Provincia de Canarias,y actualmente lo es de Tenerife, no han leído este libro.

O si lo ha leído, poca atención y enseñanza sacaron de su lectura.

Porque el 21 de febrero de 1977, en el Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife, decidieron cambiar el nombre de la Calle ROSARIO por el de MARCOS REDONDO.

El artículo de FRANCISCO MARTÍNEZ VIERA constituye una evocación de numerosos nombres antiguos de calles que se han resistido a desaparecer, a pesar de haber sido declarados eliminados y sustituidos por otros nombres oficiales.

Así rememora nombres como Las Flores, El Sol, La Luna, El Clavel, Botón de Rosa, La Gloria, La Marina, La Rosa, San José, San Francisco,…

Y en contraste, menciona otros nombres que si han sido capaces de imponerse, haciendo olvidar los antiguos: Teobaldo Power, Puerta Canseco, Ruiz de Padrón, José Murphy, Ramón y Cajal, Bernabé Rodríguez,…

Y también dice:

El nombre de Pi y Margall ha «triunfado» sobre el de Cayo Blanco, que nada nos dice, ni nada nos recuerda.”

Oculta FRANCISCO MARTÍNEZ VIERA parte de la verdad, lo que según algunos es contribuir a la mentira.

https://pedromedinasanabria.wordpress.com/2013/09/16/calle-pi-y-margall/

Abundando algo más en el tema del cambio de nombres de las calles y plazas de nuestra Ciudad, hay que recordar que FRANCISCO MARTÍNEZ VIERA había sido uno de los concejales destituidos por la aplicación del nuevo Estatuto Municipal de la Dictadura de Primo de Rivera.

Unos diez años más tarde, el día primero de agosto de 1934, FRANCISCO MARTÍNEZ VIERA ejerciendo como concejal republicano, siendo en aquel momento Alcalde RAFAEL CALZADILLA, presentó una moción para que el nombre de la antigua PLAZA REAL, que en aquel momento era conocida oficialmente como PLAZA DE LA CONSTITUCIÓN, conservara este nombre, y simultáneamente se asignara el nombre de Plaza de La República a una plaza de nueva creación prevista, al este de la anterior.

La moción resultaría aprobada por el Pleno del Ayuntamiento.

De estas acciones de FRANCISCO MARTÍNEZ VIERA se puede concluir que este conspicuo personaje no practicó lo que luego predicaría.

Esto es, FRANCISCO MARTÍNEZ VIERA actuó como aquel viejo e inverecundo predicador,  que recomendaba: Haced lo que yo os digo; no hagáis lo que yo hago.

Ha quedado bien probado documentalmente, que FRANCISCO MARTÍNEZ VIERA había actuado como un políticucho renombrador de vías urbanas.

Curiosamente, unas semanas después de la fecha de la moción presentada y aprobada, FRANCISCO MARTÍNEZ VIERA ocuparía el sillón de Alcalde.

Toda esta historia, denota una gran incoherencia en la trayectoria vital de FRANCISCO MARTÍNEZ VIERA, si  bien hay que reconocer, que, aunque con una demora de casi dos décadas sobre sus afanes republicanos, reconoce que modificar el nomenclátor de una ciudad es perjudicial y sólo produce trastornos.

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Actualmente la Constitución da nombre a la Avenida que arranca junto a la Terminal de Guaguas, en la confluencia de la Avenida Tres de Mayo con la Avenida Marítima,

Avenida de la Constitución que, físicamente, es una prolongación de la Avenida Marítima hacia Los Llanos, la nueva zona de expansión de Santa Cruz hacia el Sur.

Gozando de tal condición, la de ser prolongación de la Avenida Marítima, podría haberse ahorrado el nombre de la Constitución dado al nuevo tramo, sin objeción alguna.

Lo cual pone de manifiesto que a la hora de bautizar calle y plazas, los ediles que ha sufrido la Ciudad de Santa Cruz de Tenerife, no han estado muy afortunados.

Paradigmático resulta el caso de la Rambla, arteria principalísima de Santa Cruz, que siendo un todo contínuo, sin embargo, nominalmente ha sido dividida en tres tramos:

1.-

AVENIDA DE REYES CATÓLICOS, en su parte de acceso a la Ciudad, desde la Piscina, la Plaza de la República Dominicana, en la confluencia de las Avenida de Bélgica y San Sebastián

2.-

AVENIDA DE LA ASUNCIÓN, desde esta Plaza hasta la Plaza de la Paz, antiguamente de Cuatro Caminos, en la confluencia de la Rambla de Pulido y Avenida de las Islas Canarias.

3.-

Tramo largo descendente, nominado propiamente Rambla de Santa Cruz, que después de haber sido conocido originalmente como Camino de los Coches, había sido bautizado en 1873, como RAMBLA XI DE FEBRERO.

En conmemoración de la fecha del ONCE DE FEBRERO de aquel año 1873, en que había sido proclamada la efímera Primera República Española,

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Retornando a la Avenida Marítima, hay que decir que su nombre ha sufrido sucesivos avatares.

Los alzados el 18 de julio pretendieron primeramente quitarle su nombre para dedicar tan importante vía al GENERAL FRANCO.

¡La primera propuesta para dedicar una calle al GENERAL FRANCO fue la de sustituir el nombre de la AVENIDA MARÍTIMA!

En fecha tan temprana después de consumado el golpe militar, como el siete de septiembre de 1936.

En aquella fecha todavía no había arribado al Archipiélago Canario, el GENERAL ÁNGEL DOLLA LAHOZ, para hacerse cargo del mando supremo de Canarias, al frente de su Comandancia Militar.

Comandancia Militar, que, tras la llegada del mentado general, empezó a ser denominada Comandancia General.

Pero ya se habían cometido incontables asesinatos, desapariciones, y toda clase de vesánicas tropelías, antes de la llegada del fatídico General DOLLA, de infausto recuerdo, quien no hizo más que proseguir la matanza iniciada con anterioridad.

Mientras tanto, la mencionada propuesta municipal para dedicar la Avenida Marítima al General Franco, no sería llevada a efecto.

https://pedromedinasanabria.wordpress.com/2013/05/24/el-nombre-de-general-franco-a-la-avenida-maritima/

Al CAUDILLO POR LA GRACIA DE DIOS, había que dedicarle una calle de más categoría.

Si de paso se llevaban por delante un nombre republicano, mejor que mejor.

Y así sería.

Porque el nombre de la Rambla DEL XI DE FEBRERO, de rancio abolengo republicano, sería eliminado del nomenclátor capitalino, y sustituido por el del GENERAL FRANCO.

Después de la caza, captura y eliminación física de las vidas de tantos republicanos inocentes, el nuevo régimen prosiguió su labor represora en todos los ámbitos de la vida.

Los nombres de las calles y plazas constituyeron un objetivo atacado por aquellos ilegítimos munícipes surgidos del autodenominado Alzamiento.

Posteriormente, la Avenida Marítima perdería su descriptivo nombre, para ser reemplazado por el de JOSÉ ANTONIO PRIMO DE RIVERA.

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Leyendo el libro «Calles y Plazas de Santa Cruz de Tenerife (1996)» de Juan J. Arencibia de Torres, dentro de la descripción de la Plaza de la Iglesia, casi al final del capítulo VI, me llamó la atención el siguiente párrafo:

¡Qué manía tienen los políticos españoles de cambiar los nombres de las calles y plazas! Esperemos que este «deporte» haya acabado ya de una vez por todas.

En 2003, en otro libro titulado «Pinceladas Canarias», vuelve J.J. Arencibia sobre el mismo tema escribiendo:

Resulta disparatado el cambio de nombres de las calles por razones políticas, Lo mejor en el futuro es no rotular calles con nombres de políticos, sean del color que sean. Los políticos de todas las épocas son buenos para unos y detestables para otros, En materia política es difícil contentar a todos.

Semejante exclamación interjectiva, y la reiteración en el mismo punto siete años más tarde, suscitó mi curiosidad hacia el tema de los nombres de las calles.

En un libro anterior, publicado en 1994, «CANARIAS Y LOS MILITARES», en su página 176, el Coronel Arencibia había dejado escrito este otro texto:

“El General Dolla, al que recuerdo perfectamente por haber estado en casa de mis Padres en más de una ocasión en Icod, ciudad de la que mi padre fue Alcalde hasta Febrero de 1937”.

Ciertamente, JOSÉ ARENCIBIA MONTESDEOCA había sido Alcalde de Icod de los Vinos, durante la feroz etapa represora desencadenada por los alzados el 18 de julio de 1936.

Es mas, JOSÉ ARENCIBIA MONTESDEOCA, en el acta de la sesión de 31 de julio de 1936, se reconoce como jefe fundador de Acción Ciudadana en Icod.

Anteriormente, FRANCISCO ARENCIBIA MONTESDEOCA, había sido tercer teniente de alcalde, desde el 21 de febrero de 1935 hasta el 3 marzo de 1936, formando parte de tres gobiernos sucesivos en la Corporación republicana de Icod.

Con todo, el más destacado de esta saga familiar, sería, JULIO ARENCIBIA MONTESDEOCA, Alcalde de Icod, que ostentó el poder municipal durante más de 15 años, – desde el 17 de octubre de 1947 hasta su fallecimiento el 28 de marzo de 1963,

Que con estos antecedentes familiares, el Coronel J.J. Arencibia, descalifique a los políticos, por cambiar los nombres de las calles, resulta bastante sorprendente, y hasta patético.

Para abonar aún más su posición contraria al cambio de los nombres de calles por decisiones políticas, en otro de sus libros, «Pinceladas Canarias» publicado en 2003, J.J Arencibia había escrito el siguiente párrafo:

 “Hubo un tiempo en que algunas calles santacruceras tuvieron nombres preciosos posiblemente dados por el pueblo y que obedecían a motivos lógicos. Como escribió Martínez Viera:”Modificar el nomenclátor de una ciudad es perjudicial. Para perpetuar hechos y personas, las calles nuevas” ¿Aprenderán los alcaldes y concejales?

Como puede leerse, J.J Arencibia cita parcialmente al conspicuo FRANCISCO MARTÍNEZ VIERA.

Es verdad que Santa Cruz de Tenerife ha tenido calles con nombres preciosos, tales como LIBERTAD, IGUALDAD y FRATERNIDAD, los cuales fueron eliminados y sustituidos por los de COMANDANTE SÁNCHEZ PINTO, GENERAL GODED y CAPITÁN GÓMEZ LANDERO, respectivamente.

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En todo caso, y a modo de resumen, es una evidencia histórica que los sucesivos ediles padecidos por la Muy Leal, Noble, Invicta y Muy Benéfica Ciudad, Puerto y Plaza de Santa Cruz de Santiago de Tenerife, que ha sido hasta 1927, Capital de la Provincia de Canarias, han ignorado las Ordenanzas Municipales aprobadas en marzo de 1926, refrendadas por el Gobierno Civil en febrero de 1927.

Ordenanzas redactadas por Don SANTIAGO GARCÍA SANABRIA, que al no haber sido derogadas expresamente, estaban vigentes.

Y en aquellas Ordenanzas se había establecido:

Artículo 880.- Las calles y plazas del término municipal, llevarán un nombre que será el que el Excmo. Ayuntamiento acuerde. Una vez puesto no podrá cambiarse.

Lo más escandaloso de esta ignorancia edilicia, es que muchos casos, para, de modo pretencioso, apoyar su vulneración de la Ordenanza, la Corporación acordaba declarar urgente el asunto del cambio de nombre, descuidando otras apremiantes necesidades, económicas y sociales, de los ciudadanos que debían atender, con más que exigente urgencia.

LA SAGA DE LOS ARENCIBIA DE ICOD


1.

FRANCISCO ARENCIBIA MONTESDEOCA, formó parte de tres gobiernos sucesivos en la Corporación republicana de ICOD, como tercer teniente de alcalde, desde el 21 de febrero de 1935 hasta el 3 marzo de 1936.

2.

JOSÉ ARENCIBIA MONTESDEOCA, según consta en el acta de la sesión de 31 de julio de 1936, se reconoce como jefe fundador de ACCIÓN CIUDADANA en Icod.

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Para los que no conozcan este episodio de nuestra historia, es necesario recordar que ACCIÓN CIUDADANA era una milicia cívica armada, que inicialmente tuvo una estructura propia, orgánicamente independiente de Falange, integrada por individuos de reconocida adhesión al nuevo régimen, que se constituyó como fuerza paramilitar para dar apoyo en la retaguardia a las fuerzas militares y desempeñar servicios de orden público, actuando como «guardianes de la rebelión».

A los miembros de ACCIÓN CIUDADANA se les encomendaron tareas de vigilancia, control y represión política.

Por la documentación aflorada hasta el momento, se sabe que entre ellos había individuos de extracción rufianesca, reclutados por la burguesía dominante, para utilizarlos a sueldo en esa milicia paramilitar, auténticos sicarios que actuaban por dinero, satisfaciendo de paso sus bajos instintos, ejecutando las órdenes de sus jefes.

 

Pastor Díaz en su recomendable libro «Icod durante la Segunda República y la Guerra Civil» ha aflorado el acta municipal de 31 de julio de 1936, donde el Alcalde icodense, JOSÉ ARENCIBIA MONTESDEOCA, declaró ser Jefe de Acción Ciudadana en Icod, y requirió que se pagara a los sicarios con dinero público del Ayuntamiento de Icod. El texto del acta hace una descripción muy clara de lo que fue Acción Ciudadana.

 

La presidencia hace uso de la palabra y manifiesta  que con motivo de las actuales circunstancia en que se encuentra la Nación, se ha formado en esta Ciudad un núcleo de voluntarios para mantener el orden y adherirse al movimiento del ejército y como quiera que entre ellos existen algunos individuos que carecen de medios de fortuna, ha tenido, como jefe de dicha fuerza, que proveer a su mantenimiento, para lo que ha organizado una suscripción con la cantidad de quinientas pesetas; y el Ayuntamiento, discutido y votado este asunto, acordó por unanimidad encabezar dicha suscripción.

El terror desatado por estas milicias paramilitares, continuado durante y después de la guerra civil por las nuevas autoridades, ha marcado de forma indeleble a toda aquella generación, trasmitiendo su deletéreo efecto a los descendientes, que interiorizaron el miedo en sus vidas personales.

Tras el Decreto de Unificación de 19 de abril de 1937, Acción Ciudadana desapareció como grupo autónomo, quedando subsumido en la estructura de Falange Española Tradicionalista y de la Juntas de Ofensiva Nacional Sindicalistas (FET-JONS), que sería el brazo político del Movimiento Nacional encabezado por Francisco Franco Bahamonde, Caudillo de España por la Gracia de Dios, oficialmente desde el 1º de octubre de 1936.

Por eso, tales individuos, paramilitares represores, fueron conocidos como «los falanges»

Los excesos cometidos por estos temibles y temidos «falanges», ejecutando múltiples detenciones, interrogatorios, torturas y ejecuciones sin proceso judicial (desapariciones), en la represión de simpatizantes republicanos e izquierdistas, desafectos o tibios con el nuevo orden impuesto por la fuerza de las armas, son crímenes que no han sido juzgados, habiendo quedado impunes al ser amnistiados por la Ley 46/1977, de 15 de octubre, de Amnistía.

El 3 de septiembre de 1936, el Comandante Militar de Santa Cruz de Tenerife, Coronel de Estado Mayor, TEÓDULO GONZÁLEZ PERAL, había dictado un Bando por el que declaraba fuera de la Ley a los sindicatos y partidos políticos asociados en el Frente Popular.

Este bando serviría para dar apariencia de cobertura legal a la persecución de los afiliados a dichos partidos y a la incautación de su patrimonio, violentando un principio básico de la justicia, – la irretroactividad de la norma penal -, ya que se convertía en delito con efecto retroactivo el simple hecho de haber sido afiliado a una organización que en tiempos anteriores era legal.

Posteriormente, el Comandante General de las Islas Canarias – GENERAL ÁNGEL DOLLA LAHOZ – ordenó a todas las administraciones que se tomara declaración jurada a todos y cada uno de los funcionarios, en las que se detallaban sus actividades durante el periodo republicano, bajo apercibimiento de que si se comprobaba que había declarado en falso, sería penalizado severamente.

La consecuencia de esta medida fue la instrucción de numerosos expedientes sancionadores de multitud de funcionarios. Instrucción viciada jurídicamente, porque los instructores actuaban como acusadores y jueces, mientras el probo funcionario quedaba en la indefensión total. La vesania llegó hasta el extremo de instruir expediente a un funcionario del que se sabía con certeza que había sido asesinado.

El Alcalde JOSÉ ARENCIBIA MONTESDEOCA demostró un celo inusitado en esta tarea.

Su esposa JOSEFINA TORRES, fue vicepresidenta local de Comité de Damas en Icod, encargado de la Colecta de Oro para costear los gastos de la guerra.

Esta Colecta de Oro se practicaba yendo casa por casa requiriendo a las familias la aportación de cualquier objeto de oro o plata que tuvieran.

En LA PRENSA del domingo 20 de septiembre de 1936 aparecen publicadas varias referencias a estas colectas de recogida de oro, mencionando a los Comités de Tejina (presidido por doña Ramona González Rivero), de Icod, La Matanza y Garachico.

La lista más numerosa corresponde al comité de Icod, de la cual entresacamos estos nombres:

Juan José Arencibia de Torres, 2’00, un anillo;

niña Ana María Arencibia de Torres, 2’50, 1 par de pendientes, 1 broche y 1 pulsera;

Josefa Torres de Arencibia, 29’75, 1 cadena, 3 monedas, 2 alianzas y 1 par de pendientes

Gaceta de Tenerife en su número 8801, del martes 15 de diciembre de 1936, da una amplia crónica de la visita realizada el domingo 13, por el general ÁNGEL DOLLA LAHOZ a varios pueblos del Norte de Tenerife.

En la parte de esta crónica que describe la estancia en Icod, leemos:

A la entrada de la ciudad esperaba al general Dolla, el alcalde , don José Arencibia y Montesdeoca; Juez de Instrucción; Jefe de Acción Ciudadana, don Agustín Acosta y demás autoridades civiles y militares de dicha ciudad.

Al bajarse de su automóvil oficial el general Dolla fué objeto de un grandioso recibimiento, escuchándose numerosos vivas.

Desde la puerta principal del Ayuntamiento presenció el desfile de las fuerzas armadas y de los niños de las escuelas nacionales. Para todos tuvo el general palabras de gratitud, Seguidamente se trasladó al local de  los Comedores Infantiles, con el fin de inaugurarlos sirviéndose comida a un centenar de personas, El acto fué brillantísimo.

DESCUBRIMIENTO DE UNA LAPIDA

El general Dolla y acompañantes se trasladaron a una tribuna levantada en la Avenida del general Franco, con el fin de presenciar el descubrimiento de una lápida que lleva la siguiente inscripción Calle del general Católico Dolla Lahoz”.

En dicho acto pronunció un discurso el alcalde de la ciudad, don José Arencibia, diciendo: Motivos de honda satisfacción, de emoción íntima me obligan a expresar por este medio, el honor y el orgullo de esta altruista y hospitalaria ciudad de Icod, al poder testimoniar en este acto la suerte que le ha sido deparada a esta región canaria, a estas Islas Afortunadas que cantara Virgilio en su Eneida, al ser designado por el caudillo español para que encauzara, dentro de un ambiente de sabor cristiano y religioso la vida moral y material de este archipiélago, al general católico, al general demócrata, al general recto y justiciero, henchido de fervoroso patriotismo don Angel Dolla Lahoz.

Uno de estos motivos de complacencia entrañable es ver cumplido un deber de gratitud, de justicia y patriotismo, al perpetuar la memoria de nuestro generoso y católico general en esta lápida que simboliza su destacada figura religiosa, españolísima, militar y cristiana.

Como motivo es también de satisfacción grande para este pueblo de hidalgos testimoniar de este modo a vuestra personalidad, católico general, su admiración, su agradecimiento, por cuanto voz habéis sido para él en el corto tiempo que lleváis al frente de la Comandancia general de Canarias y cuanto habéis sido asimismo para los demás pueblos insulares ya que el desarrollo de nuestra vida económica, moral y religiosa está ligada con los intereses de los mismos.

Luego – siguió diciendo – hemos observado que vuestro verbo cálido y fácil de palabra, lleno de fervor religioso aquel y de elocuencia y patriotismo esta, arrancan admiración, entusiasmo patrio en todos aquellos españoles que tiene la suerte de oíros, Excmo., señor general.

Terminó el señor Arencibia expresando al general Dolla la gratitud del pueblo de Icod, y pidiendo a la Providencia que siga iluminándoles en este duelo social-patriótico que ha aceptado sin más testigo que Dios, sin más padrinos que el Cielo, como decía el poeta, ajustándose al programa que os ha confiado, general, el generalísimo Franco.

El señor Arencibia fué largamente aplaudido.

De este modo la calle Franceses perdió su antiguo nombre quedando sustituido por el de calle del general Católico Dolla Lahoz.

La Avenida del General Franco era la vía que iba desde los pabellones escolares de la Rambla Pérez del Cristo hasta el barranco Preceptor. Y había sido dedicada al General Franco el 21 de noviembre de 1936.

Los mencionados pabellones escolares fueron rebautizados con el nombre del anterior dictador Miguel Primo de Rivera.

3.

JULIO ARENCIBIA MONTESDEOCA, fue concejal de esta Corporación durante dos mandatos sucesivos, desde el 22 de febrero de 1936 hasta el 3 marzo de 1936.

Después de la Guerra Civil, detentó el poder municipal durante seis mandatos consecutivos, más de 15 años: desde el 17 de octubre de 1947 hasta su fallecimiento el 28 de marzo de 1963.

En el libro «El Icod de Don Julio», publicado en 2004, por José Fernando Díaz Medina, pueden leerse estas citas descriptivas de JULIO ARENCIBIA MONTESDEOCA:

Falangista de espíritu y contenido, desarrolló la política municipal de la victoria, en el marco y despliegue del Estado franquista.

La última sombra de don Julio marcó una etapa de la vida municipal. La muerte apagó su existencia. Arencibia Montes de Oca murió el 28 de marzo de 1963. El dolor humano sufrido por la ciudadanía ante su muerte fue extraordinario. La ceremonia del entierro estuvo singularizada con la debida solemnidad, una ocasión trascendental, que desplegó un desfile de eminentes laureados, jerarquías, autoridades y pueblo llano que lloraron juiciosamente su desaparición terrenal

 

Juan J. Arencibia de Torres en la página 281 de su libro «Canarias y los Militares – crónicas de un siglo», publicado en 1994, incluye este párrafo:

Icod tiene una deuda pendiente con este hombre que dejó su vida y hacienda al servicio de la ciudad. Murió sin un céntimo y con algunas deudas, después de haber ocupado la alcaldía de Icod durante 16 años.

 

Además de dictar órdenes que afectaron a las vidas de las personas, los ARENCIBIA MONTESDEOCA de Icod, también tomaron decisiones para cambiar otros nombres de calles y edificios públicos en su propio pueblo.

Así el nombre de la calle Hércules sería sustituido por el de Capitán Pintado.

La popular plaza de la Pila, que en un tiempo anterior fue conocida oficialmente como Plaza de la Constitución y durante la etapa republicana Plaza de la República, pasó a denominarse Plaza de José Calvo Sotelo.

Como ha ocurrido en Santa Cruz de Tenerife, y otros lugares, con otros cambios de nombres, a pesar de todos estos cambios de nombres oficiales, los vecinos han seguido llamando a esta plaza por su nombre tradicional: Plaza de la Pila.

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Este opúsculo es tributario de las dos obras mencionadas:

1.- «Icod durante la Segunda República y la Guerra Civil» de Pastor Díaz

 

2.- «El Icod de Don Julio»de José Fernando Díaz Medina