Desde el primer día de la sublevación militar contra el gobierno de la Segunda República, y con efecto inmediato, se llevaron a cabo operaciones represivas, consistentes en la eliminación física del adversario, al que se trató como enemigo, sin darle cuartel.
Ninguna consideración legal fue tenida en cuenta por parte de los rebeldes, para llevar adelante sus vesánicas acciones.
En los lugares donde publicaron sus bandos declaratorios del Estado de Guerra, este fue todo el «amparo legal» aplicado.
Bandos diversos y distintos, con diferentes textos.
Hasta el 30 de julio de 1936, los rebeldes no dispondrían de un bando con texto único de referencia: El Bando de la autodenominada Junta de Defensa Nacional, publicado en el Boletín Oficial numero 3, firmado el 28 de julio de 1936, por el general MIGUEL [Manuel Virgilio Joaquín] CABANELLAS FERRER, como presidente de dicha Junta.
Junto a esta gran represión, se puso en marcha otra gran maquinaria represora de índole administrativa, con el fin de eliminar civilmente a todos los posibles desafectos ocupantes de puestos en todas las administraciones públicas y empresas relacionadas.
Paulatinamente, durante la contienda se fueron dictando normas represivas (decretos, órdenes, bandos, instrucciones, etc.) cuyo objetivo era el exterminio del enemigo, generando un «arsenal legal», que arrambló con los fundamentos del Estado de Derecho.
Los rebeldes sometieron a Consejos de Guerra sumarísimos a los leales a la República, bajo las acusaciones de Rebelión y Auxilio a la Rebelión.
Ramón Serrano Suñer, en su libro, «Memorias. Entre el silencio y la propaganda, la Historia como fue», publicado por la editorial Planeta en 1977,
Página 244:
«el sistema de represión que se puso en marcha fue, a mi juicio, un error desde el punto de vista jurídico, y también político […] un sistema que podíamos llamar de justicia al revés o de aplicación al revés del código de Justicia».
Página 247:
Fue, pues, un error el configurar delitos de rebelión y sedición para atribuirlos a los defensores del gobierno republicano, dado que estos – jurídica y hasta metafísicamente – era imposible que los cometieran».
Leyendo estas frases de RAMÓN SERRANO SUÑER, gran jefe de los fachas conocido como «el cuñadísimo», surge inmediatamente esta pregunta:
¿Por qué no lo manifestó y aplicó cuando estaba en la cumbre del poder omnímodo, junto a su concuñado FRANCISCO FRANCO?
¡Tremenda inverecundia la de este facha, gran jefe de los fachas!.
Este personaje que ostentó y detentó un enorme poder junto a su concuñado Franco, fue el dirigente que, desde el balcón de la Secretaría General del Movimiento, en la madrileña calle de Alcalá, lanzó el grito «RUSIA ES CULPABLE», el día 24 de junio de 1941, dos días después de iniciada la invasión de Rusia por el ejército alemán del nazi ADOLFO HITLER.
Grito que desencadenaría, tres días más tarde, el alistamiento de voluntarios en la que sería conocida como División Azul.
División que, estando bajo el mando del General español AGUSTÍN MUÑOZ GRANDES, marchó hacia la Alemania nazi, donde tras haber jurado fidelidad al Führer ADOLF HITLER, con uniformes alemanes, lucharía, junto a los nazis en la guerra de exterminio de rusos.