En el folio 31 se inicia la declaración del Coronel de la Guardia Civil ISIDRO CÁCERES PONCE DE LEÓN, que se extiende sobre cuatro folios, con este tenor:
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DonLuis Alvarez Montesinos Tte. Coronel de Caballería, retirado, Juez Instructor de la Plaza de Santander.
C E R T I F I C O : Que presente el Teniente de Complemento D. Carlos González de las Cuevas del Rio, a quien designo Secretario, conoce los Arts. 150 y 377 del C. de J.M., y jura por Dios ser leal, firmándolo conmigo en Santander a treinta de Octubre de mil novecientos treinta y nueve.
Año de la Victoria.
Luis Alvarez Montesinos Carlos G Cuevas del Rio
[Ambas firmas rubricadas]
Testigo D. Isidro Cáceres Ponce de León
Santander, tres de Noviembre de mil novecientos treinta y nueve.
Constituido el Juzgado por el Art. 499 del Código de Justicia Militar en el despacho del Sr. Coronel del 22 Tercio dela Guardia, S.S. teniendo presente al testigo citado al margen, quien prometió por su palabra de honor ser veraz, y a las generales dela Ley,
CONTESTA:
Llamarse como queda dicho, de sesenta años de edad, casado, Coronel de la Guardia Civil mandando el 22 Tercio de dicho Cuerpo, que conoce al Comandante y tres Capitanes por quien se le pregunta y que no tiene amistad ni enemistad con ninguno de ellos.
Preguntado
A la segunda.-.DIJO
Que se afirma y ratifica en el contenido de su escrito num. 116, dela Secretaría Militardel 22 Tercio dela Guardia Civil, dirigido al Exmo. Sr. Inspector General de dicho Instituto, sobre la conducta observada por un Jefe y tres Capitanes del Instituto, con motivo del Glorioso Movimiento Nacional del 18 de Julio de 1936.
Antes de contestar las demás preguntas y a fin de evitar en que en ningún momento pueda dudarse de la actuación del declarante cuando empezó el Glorioso Movimiento Nacional, dudas que ya tuvieron algunas personas en Santa Cruz de Tenerife en Julio de 1936, que se desvanecieron enseguida, le interesa hacer constar al declarante que en Enero de 1932 tuvo un fuerte altercado con el Gobernador Civil de Valladolid por querer sostener la dignidad personal y colectiva, al libertar un Guardia Civil, que había sido detenido en el Gobierno Civil costándole el traslado a la comandancia de Oviedo y siendo procesado y sobreseído el procedimiento. Que en Agosto de del mismo Año 1932, tomó parte el declarante en el Movimiento que acaudillaba el malogrado General Sanjurjo, que le costó ser detenido, procesado y deportado a Villa Cisneros, siendo absuelto y al quedar en libertad, en Julio de 1933, quedó en situación de disponible gubernativo, hasta Septiembre de 1934 que injustamente le impuso la Republica, por la sublevación que anteriormente menciona, dos meses de castillo en Badajoz, los meses de Noviembre y Diciembre de 1933, desde cuyo castillo al ganar las derechas las elecciones de ese año puso telegramas a todos los diputados derechistas felicitándoles, firmándolos con su empleo nombre y dos apellidos.
Que en Octubre de 1934, fue colocado en Lérida, tomando parte en la represión del movimiento rojo-separatista de aquella población, lo que le valió calurosos elogios de la prensa, siendo ascendido a Teniente Coronel, en Diciembre por antigüedad.
Consiguió su destino nuevamente en Valladolid en Septiembre de 1935, y en aquella población empezó a tener constantes entrevistas con el hoy General Serrador e individuos de la Falange de aquella localidad a tal punto comprometido con ellos que, al perderse las elecciones de Febrero de 1936, las revistas a los pueblos de la Provincia que hacía el declarante, en vez de deicarlas a lo que los Reglamentos del Instituto disponen, las empleaba en advertir a los Guardias lo que se avecinaba en España, previniéndoles estuviesen atentos a los acontecimientos y que hicieran uso de las armas a la más mínima agresión; en la Gaceta Oficial de la República, al quitar la faja que la envolvía, metía el firmante propaganda anticomunista, que recibía de Madrid sin saber quien se la mandaba para que los escribientes pudieran leerlas, lo que hizo que todos los individuos estuvieran dispuestos a cooperar con las fuerzas militares que se decidieran a actuar contra los elementos marxistas.
El Gobierno de la Republica, le trasladó el declarante enseguida, a mandar la Comandancia de Tenerife, incorporándose a la capital de Santa Cruz, el primero de abril en y en las revistas a los pueblos, hacía lo mismo que había hecho en la Comandancia de Valladolid, dándose el caso que en los dos meses y medio que estuvo en la Comandancia, tenía ya la seguridad absoluta que todos sus individuos habían de cooperar a cualquier movimiento militar derechista.
Preguntado
Ala tercera. CONTESTA.-
Que sobre las tres y media de la madrugada, llamaron a la puerta de una de las habitaciones que con su familia ocupaba el declarante en el Hotel, sito en la Plaza de la Constitución, en el que al otro costado estaba el Gobierno Civil: era el Capitán de Asalto Sr., Cortes, que también habitaba en el Hotel, diciéndole al que habla: » Que había llamado el Sr. gobernador por teléfono diciéndole que fuera urgentemente; como desde el día anterior, 17, estaba anunciada una huelga de transportes para el día 18, se figuró el declarante seria esa la causa de la llamada y rápidamente se vistió de paisano, pero momentos antes de salir de las habitaciones, le llamó también por teléfono el Coronel de E.M. Don Teódulo González Peral; entonces sospechó el dicente que no era la huelga de transportes sino el Movimiento Militar y se quedó breves momentos sin saber a donde ir primero, y se dicidió por ir al Gobierno Civil, tanto por estar inmediato como por enterarse de que se trataba, por si convenía decírselo al Coronel de E.M.; al llegar a la puerta del Hotel estaban en ella el Capitán y Teniente de Asalto señores Cortes (Fallecido) y Companys, los que le dijeron que convenía que fuera el declarante solo al Gobierno Civil para que no pudieran sospechar alguna cosa; así lo hizo y al entrar en el despacho del Gobernador Civil, Señor Vázquez Moro, estaba con éste su Secretario particular Sr. Navarro (los dos fusilados) y cuatro o cinco personas mas que no puede recordar, todos sentados formando corro, mandándome sentar el Gobernador, a su lado, en un diván.
Por hacerse mas corta la declaración, lo hará en dialogo.
Siéntese, mi Teniente Coronel.
– Que pasa, Sr. Gobernador.
Mire que telegrama he recibido del Ministro de la Gobernación.
(estaba cifrado y debajo de los numeros descifrado, dándome tiempo a leer solamente «Sublevadas tropas Marruecos, tome enérgica medidas con»)
rápidamente imaginé de lo que se trataba)
– Que hacemos, mi Teniente Coronell.
El declarante pensativo y ya con intención de salir los mas rápidamente posible, contestó:
– Es muy dificil responder enseguida
– Ya suponia yo que me contestaría esto por que si es dificil.
Sabiendo el dicente, por el Secretario particular que en la capital había unos diez mil marxistas armados, intentó emplear la sugestión valiéndose de la pregunta hecha por el Gobernador y efectivamente, en conversación relativamente corta le hizo ver que si lo que quería era el consejo del declarante, que no llamara a nadie a consulta, puesto que, como cuando él que el le había avisado por telefono, tambien le habia hecho el Comandante
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Militar, convenía que el que habla fuera a ver a éste, a ver de que se trataba y ver después que se había de hacer, insistiéndole en que no avisara a nadie. Muy satisfecho con esta solución le rogó al dicente que volviera lo antes posible, despidiéndose y llegando a la puerta del Gobierno Civil vió un coche en la puerta, reconociendo ser el del Gobernador; autoritariamente, al conductor, que cree aunque no lo asegura, que era un Agente de Policía, le dijo: De quien es este coche:
– Del Señor Gobernador.
– Lleveme a la Comandancia Militar.
titubeo como se metiera el declarante dentro del coche, él subió y lo llevó.
En el despacho del Coronel de E.M., éste le dijo:
Te llamo para decirte que se han sublevado las tropas de Marruecos y que hoy a las cinco en punto de la mañana se subleva también esta guarnición y si el declarante estaba dispuesto a cooperar con ellos.-
Diciendole que ya le conocía, sabia sus ideas y no tenía mas que ordenar lo que habían de hacer las fuerzas de la Comandancia del dicente; le contó el testigo la conversación habida en el Gobierno Civil, diciéndole el testigo que ya había quedado en volver y que qué hacía, contestándole al declarante que lo que deseaba era que los Guardias Civiles de que dispusiera, fueran a la hora indicada a la Plaza de la Constitución, para que el elemento civil los viera con las Tropas del Ejercito y obedecer al Oficial mandar éstas y que el declarante al Gobernador le dijera lo que le pareciera conveniente, prometiéndole que así lo haría. Montó nuevamente en el coche el dicente, y ordenó que fuera a uno de los Cuarteles del Cuerpo, de los dos que existían y que era donde vivian los escribientes, el declarante se apeó, entró y cerró la puerta, avisó a dos o tres o cuatro, no recuerda cuantos, pues el tiempo urgía, debian ser las cuatro y media de la madrugada, y les ordenó clara y terminantemente avisaran los automóviles de que disponían, las motocicletas y con ellas se fueran a buscar a los Jefes, Oficiales y tropa que vivian fuera de los cuarteles y que con toda la dotación de armamento, municiones, etc. se presentaran de orden del testigo con la mayor rapidez posible, distribuyeranse entre los dos cuarteles, por partes iguales, salvo los que habían de ir a la Plaza de la Constitución y que se les dijera claramente de lo que se trataba a todos; que el coche del Coronel fuera a buscarle al dicente solo, puesto que el iba a decirselo; no hubo uno que no cumpliera exactamente lo que el que habla había dispuesto; fue a casa del Sr. Coronel y se encontró con la puerta de la calle cerrada, sin llamador y sin timbre, no titubeó el testigo, tomó distancia, una carrera, un puntapie a la puerta con toda su alma y aun sigue extrañado el testigo sin explicarselo; la puerta se habrió de un solo golpe no sabe si la cerradura salto o lo que fué no procuró enterarse.
Subio el declarante rapidamente las escaleras, tocó el timbre de la puerta sin interrupción y habló en voz alta, al mismo tiempo, para que le conociera por la voz la familia del Coronel, habriendo rápidamenta la puerta la Sra. de éste y con la natural extrañeza preguntando que sucedía a aquellas horas, respondiendole el dicente en voz alta, que saliese el Coronel como estuviera, pues era urgente, y no se hizo esperar su presencia; le explicó el testigo de lo que se trataba y sin titubeos le pareció muy bien, rogandole al dicente, le esperara a que se vistiera de uniforme para ir juntos, diciéndole entonces el declarante que si le permitía le dejara marchar pues tenía también que vestirse tambien de uniforme e ir al Gobierno Civil donde le estaban esperando, puesto que su coche estaría para llegar y recogerlo, autorizandoles al declarante para ello, marcha el dicente en el coche al Hotel, despide al chofer y rápidamente se vistió de uniforme, marchando al despacho del Gobernador Civil, donde con ansia le esperaba éste y los que le acompañaban; ya en el despacho, al preguntarle al declarante qué le habían dicho enla Comandancia Militar, no quiero el testigo recordar los apuros y fatigas que pasó desde aquel momento que debían ser las cuatro cuarenta y cinco de la mañana, hasta las cinco quince, en que el Comandante de Infantería con tropas se hizo cargo del Gobierno Civil; si recuerda el dicente que habló mucho, que la garganta se le había quedado seca, que llegó un momento en que no sabía que decir, pero de lo que si se dió cuenta es, que consiguió lo que se proponía desde un principio, es decir, que no tomaran medidas de reprensión contra nuestras tropas y no llamaran a nadie en su auxilio.
Momentos antes de la entrada del Comandante, el Gobernador Civil dijo al declarante
– Pero bueno, ?que es lo que ha hablado V. con el Comandante Militar?
– Ya le he dicho que lo mismo que con Vd.; pero como la situación era muy embarazosa y no sabiendo por donde salir, respondió
– Mire V. señor Gobernador, para que vamos a andar con tonterías y perdiendo el tiempo; hoy saldrán las Tropas a la calle y tomarán el Gobierno Civil y todos los centros vitales de la población, por tanto, cesará V. en el mando.
– ? Y si no lo entrego?
– Lo dejará a la fuerza.
– ?Cómo es eso de la fuerza?
– Pues que le pegarán a V. un tiro en los sesos y aquí no ha pasado nada, dijo el declarante.
Entonces el Sr. Navarro replicó
– Mire V. mi Teniente Coronel si eso hacen los militares hoy habrá un gran día de luto para Tenerife, tenemos diez mil milicias socialistas armadas que se tirarán a la calle y por ella correrá mucha sangre.
El Gobernador, preguntó.
?Y cuando harán eso los militares?
Contestación del testigo
Hacia el mediodia y quizás por la tarde;
en aquellos momentos abrieron la puerta del despacho, entrando el Comandante Sr. Moreno Ureña, un Alférez y unos soldados, apartando con las armas a los que había dentro, excepto al dicente al que saludaron, por haberlo dicho el Comandante Militar que no se preocupara dela Guardia Civil, pues estaba al lado del elemento militar.
El Comandante dijo al Gobernador si entregaba el mando al contestar que lo haria, para evitar que hubiera sangre. dió además su palabra de honor de que no haría nada que pudiera soliviantar a las masas, diciéndole el Comandante que podía permanecer en una habitación contigua al despacho sin temor alguno, donde sería bien tratado y que nadie se metería con él.
En vista de ello y para cumplir el declarante había prometido al Comandante Militar, bajó a la Plaza de la Constitución en el momento en que un Oficial de Infanteria empezaba la lectura del bando declarando el estado de Guerra y el testigo al frente de un pequeño pelotón de Guardias Civiles, que también allí estaban, y con arma presentada, escucharon la lectura del Bando; terminado y pasado un buen rato, ordenó el declarante a los Guardias que continuaran en la plaza a las órdenes del Oficial que allí estuviera y el declarante se dirigió solo al Cuartel de los Guardias de Asalto encontrando en la puerta al Capitán Cortés y Teniente Canales, diciéndole el primero que deseaba dirigir la palabra a los individuos que alli tuviera, que en aquel momento habría unos setenta o setenta y cinco, contestándole al declarante que no había inconveniente alguno. Reunidos todos en el zaguán, en semicírculo y pelotón, les arengó el dicente en términos patrióticos y exaltados para que cooperaran al Movimiento Militar, sin tener en cuenta la diferencia del color de los uniformes
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y que para tranquilidad de ellos, no olvidaran que no tenian responsabilidad alguna, en la ejecución de las órdenes que se dieran, pues ésta únicamente era de los Jefes de Cuerpo.
Marchó el testigo decepcionado y con temor de que atentaran contra él pues durante su alocución no un solo Guardia hizo una muestra de asentimiento ni aun con la cabeza; pues como su objeto era animarlos y estudiar la aptitud en que se pudieran colocar, salió desconfiado de todos en general, no así del Capitán ni del Oficial, puesto que el primero al terminar la arenga del que habla la suscribió con palabras que no recuerda.
Preguntado
A la cuarta, CONTESTA:
Que fué primero al Gobierno Civil, como queda explicado en la contestación anterior.
Preguntado
A la quinta, MANIFIESTA:
que fue primero al Cuartel para dar órdenes para sumarse al Movimiento, porque así le había prometido al Comandante Militar y si hubiera ido primero a decírselo al Coronel, seguramente no hubiera habido tiempo suficiente para que a las cinco de la mañana hubiera estado en sus sitios la fuerza de que disponía y aunque el declarante conocía muy poco a su Coronel, por el poco tiempo que él llevaba allí, desde luego siempre pensó y no se equivocó, que había de estar conforme.
Preguntado
A la sexta DIJO:
Que como queda explicado en la contestación número 2, las órdenes a los Jefes y Oficiales se dieron verbales por los conductores de Automóviles y vehículos o Guardias que de parte del diciente fueron a avisarles de lo que se trataba, no faltando ni uno solo al Cuartel a la hora ordenada.
Preguntado
A la séptima, CONTESTA:
Que hasta las seis y media de la tarde no ocurrió absolutamente nada ni en el Cuartel ni en las Oficinas.
Preguntado
A la octava, DIJO:
Que terminada la arenga a los Guardias de Asalto, marchó al Cuartel, donde radicaban las oficinas, ordenando a los escribientes del declarante pudieran telegramas a todos los puestos de la Comandancia que estaban establecidos en las Islas de Tenerife, La Palma, Hierro y Gomera, y firmándolos el declarante y diciéndoles que estaba declarado el estado de guerra en toda la provincia, sin poder precisar que servicios prestaran en los puestos, porque el dicente no estaba presente en ellos; prestándose en la Capital el de vigilancia de transformadores eléctricos, unos tableros de la Telefónica fuera de la población y otros análogos que tampoco puede recordar, todo ello ordenando por el que declara pedido porla Autoridad Militar superior.
Preguntado
A la novena, MANIFIESTA:
Que el Teniente que estaba en el Cuartel del Pilar, se llama Moreno Jimenez, al que por teléfono le preguntó si estaba enterado de lo que se trataba y al decirle al testigo que sí, le ordenó estuviera con toda la fuerza del puesto, dispuesto a cumplir lo que se le ordenara por la autoridad superior.
Preguntado
A la dé cima, DIJO:
Que no recuerda quien le llamó a la una y quince del dia 19, en que estaba el testigo durmiendo vestido y con correaje, en un sofá del despacho del Coronel inmediato al del declarante.
Preguntado
A la undécima, MANIFIESTA:
Que el Teniente que dormía en el Cuartel, no recuerda su apellido, no es que el declarante no le llamara porque era corto de vista, es que fueron el Comandante y los Capitanes los que no le llamaron y, por consiguiente, siguió durmiendo.
Preguntado
A la duodécima, CONTESTA:
Que cuando entró en su despacho estaban ya en el, el Coronel, el Comandante y los tres Capitanes y al preguntar que sucedia uno de ellos no recuerda el testigo quien, aunque cree fué el Capitán Herrera, dijo: Hemos llamado al Coronel y a V. porque después de retirarse Vds. a descansar hemos estado los cuatro hablando sobre todo lo ocurrido en el dia de ayer y hemos visto la gran responsabilidad que contraemos al sumarnos a esta rebelión, que hemos acordado los cuatro, decirles que debía ir el Coronel a la Comandancia Militara decir que no estábamos conformes con este Movimiento; a lo que rápidamente contestó el Coronel, que él estaba conforme con lo sucedido y que él no iba a decir eso, que fuera el Teniente Coronel si quería; a lo que el dicente, rápidamente también contestó, que estaba muy conforme y satisfecho y que no hacía tal cosa, que lo hicieron ellos; esta contestación fue dada por comprender rápidamente la situación en que tanto el dicente como el Coronel se encontraban, dada la aptitud de los cuatro Oficiales, y a fin de evitar una tragedia que pudiera malograr tal vez el Movimiento Militar, el esfuerzo imaginativo del declarante, fue ver el medio de engañarles hasta que llegara el dia e ir ala Comandancia Militar a dar cuenta de ellos.
Preguntado
A la décimotercera, CONTESTA:
Que bien entrada la mañana dijo el que habla al Coronel Piñol, que tenía que pedirle perdón, porque le había engañado a él, al tratar de engañar a los cuatro Oficiales, pues que lo que les había dicho esa madrugada no era cierto, contestando el Coronel que si era por eso, estaba perdonado.
Preguntado
A la décimocuarta, MANIFIESTA:
No puede contestar categóricamente a tal pregunta, porque no puede adivinar si se hubiera revelado contra el dicente, pero si procuró engañarlos para evitar y no por el temor, porque ya hacia años que estaba decidido el testigo a jugarse la carrera y la vida, porque no continuara España en la forma que todos saben, si como dice en la contestación anterior, porque no se malograra el Movimiento.
Preguntado
A la décimoquinta, DIJO;
El engaño consistió en que recordando el dicente que el dia 18, muy temprano y durante todo el dia se presentaron en el Cuartel cientos de personas de derechas pidiendo se les entregara armas, entregando todas las que había bajo recibo; un señor, que no recuerda quien era, le dijo al dicente que el Teniente de Asalto señor Campos, fusilado por nosotros, habia estado por la mañana hablando con el Gobernador bastante tiempo; a lo que no dió importancia el que habla, recordando que este Teniente también por la mañana, se presentó en el despacho del dicente diciéndole, que sus Guardias estaban un poco soliviantados y no veían muy bien la presencia de unos Guardias Civiles en la azotea del cuartel del Instituto porque lo tomaban a provocación, servicio que estaba dispuesto por el testigo, y ese Oficial quería que se quitara, negándose el declarante a ello y diciéndole que hiciera saber a los suyos que no tuvieran cuidado alguno, puesto que contra ellos nada iba, recordando también que por la tarde otro individuo, le dijo al testigo, que el referido Teniente Campos había estado otra vez con el Gobernador, entró el dicente ya en sospecha, recordando la mala impresión que le produjo la aptitud de los Guardias de Asalto, cuando los arengó por la mañana; entró en sospecha tan grande respecto a los de Asalto, que se le ocurrió ver el medio de enterarse de lo que pudiera haber y no había otro camino, sino ir a ver al Gobernador Civil, lo que hizo el testigo por la tarde.
Estaba en sus habitaciones particulares del Gobierno con su señora y un niño o niña como de nueve años; le recibió muy amable y la conversación del dicente se dirigió a confiarle y decirle que si quería que le ayudara a sofocar la rebeldía, pero que el solo no podía, que si siquiera contara con los de Asalto de podría hacer algo; dígame Gobernador pero ?no ha venido ningún Oficialha ofrecerse a V. S.
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que pudiera hacer todos algo? a lo que rápidamente su señora contestó al declarante:
– Nó, nó, aquí no ha venido nadie; nada le quedaba que hacer allí, estaba el testigo convencido ante aquella contestación que no le iban a contar nada y marchó a su Cuartel. Recordando todos estos hechos la madrugada del 19, los expuso a los Oficiales como si hubieran sido hechos de buena fé y le dió resutado; es decir, que sus palabras a los Oficiales fueron las siguientes:
– Señores no se preocupen Vds.; nuestra responsabilidad está salvada; ayer tarde fuí al domicilio del Gobernador, a ofrecerme con toda la Comandancia, rehusando nuestros servicios, porque me dijo que no quería un dia de luto; así es que no hay porque volverse atrás de lo hecho.
Contestación de ellos:
– ?Es que eso no lo sabíamos? claro es que ya no hay responsabilidad ninguna; así es que si les parece podemos acostarnos, ordenando el dicente que así lo hicieran, excepto el Capitán más antiguo, para que le avisara de cualquier novedad que pudiera ocurrir.
Preguntado
A la décimo sexta, CONTESTA:
Como inmediata al despacho del diciente, que no tenía puerta, había una galería cuadrangular, por la que circulaban de vez en cuando algunos Guardias, salió el testigo del despacho, y se acercó a dos de ellos, que por allí había, y que solo solo recuerda que se llamaban uno Montalbán y otro Grijalbo, a quienes preguntó si se habían enterado de algo de lo que en el despacho del declarante se había hablado y como le dijeran que sí no claramente, algo se había traslucido, les dijo, si estaban decididos a ayudarle, incluso por la violencia, si en lo sucesivo le ayoran dar fuertez voces, cuando el dicente hablara con los Oficiales, manifestando que estaban decididos a hacer lo que el testigo lesordenara, fuera lo que fuese.
Preguntado
A la décimoséptima, DIJO:
Que ya en la pregunta anterior expresó dos de los Guardias que se enteraron del intento de rebeldia del Comandante y los tres Capitanes y que dichos Guardias le manifestaron que se habian enterado otro que por alli estaban despiertos.
Preguntado
A la décimoctava, CONTESTA:
Que sí, que se ratifica en que aquella mañana dió cuenta de lo sucedido al Coronel de E.M. Don Teódulo González Peral, que dijo que diera parte por escrito de los cuatro Oficiales, y que al exponerle el diciente, que encontes se quedaria solamente con un Teniente, tan sumamente corto de vista que en realidad no le serviriria para nada y otro Teniente en el otro Cuartel, le contestó al dicente:
– Bien, pues ya habrá tiempo de ello, cuando esto se termine que no tardará mucho..
Preguntado
A la décimonovena, CONTESTA:
Que él no puede inmiscuirse en las atribuciones o partes que el Coronel tuviera o quisiera dar, ni puede fiscalizar sus actos y como el declarante tenía el mando directo de aquella Comandancia, era responsable de todo lo que en ella sucediera, como Jefe de Cuerpo, y al dicente le correspondia dar el referido parte a dicho Coronel de E.M. por estar ausente de la Plaza el Comandante Militar y asumir este Coronel las funciones del mismo y a mas abundamiento, cuando empezó el Glorioso Movimiento Nacional, el Coronel del Tercio del declarante, el mismo dia 18 de Julio, le dijo que continuara el dicente en sus funciones de Primer Jefe, la misma que antes de empezada la guerra.
Posteriormente, cuando se hizo cargo dela Comandancia Militarel Excmo. Sr. General Don Angel Dolla la Hoz (fallecido), le hizo saber el declarante lo ocurrido, contestándole también que ya habria tiempo de tratar ese asunto oficialmente, puesto que en aquellas circunstancias eran necesarios todos los valores que habia que aprovechar.
Preguntado
A la vigésima, CONTESTA:
Que sabe que el Capitán Herrera hizo repetidos servicios de índole reservada en la Isla de La Palma, ya que el mismo General Dolla ordenó al declarante que hiciera presente al repetido Capitán qe viera con él pues le iba a ordenar personalmente fuera a dicha Isla para los referidos servicios y que cuando esto sucedia se hallaban en la Plaza el Coronel y el que declara. Contesta a esta pregunta concretamente, pero suponiendo que donde dice con su ausencia o la del Sr. Coronel .….?- ha de querer decir – Fué con su anuencia …..= CONTESTA: Que como fue por orden del Sr. General Dollla, no tenían el declarante y el Sr. Coronel mas remedio que dar su anuencia y mejor dicho se habia de obedecer por disciplina y subordinación, pues ya se sabe que en todas partes el mando lo asumíala Autoridad Militar superior.
Preguntado
A la vigésimaprimera, DIJO
Que la conduc a de los tres Oficiales, posteriormente a todos estos hechos, hasta que el dicente fué destinado a la Península fué muy buena produciendose bien en cuantos asuntos les encomendaba el dicente.
Preguntado
A la vigésimosegunda, MANIFIESTA:
Que no conoce de ellos ningún hecho posteriormenteque pudiera corroborar la tibieza a favor del Movimiento Nacional, una vez los cuatro denunciados en la Península.
Preguntado
A la vigésimotercera, CONTESTA:
Que no tiene mas que declarar, pero si hacer resaltar que unos tres meses aproximadamente, después de empezado el Glorioso Movimiento, cree que pudo ser en Octubre de 1.936, estando una tarde solos el Comandante Gárate y el que firma hablando de los hechos sucedidos y de la conducta del General Pozas, Inspector General dela Guardia Civilhasta que empezó el Movimiento,
al testigo dicho Comandante, que cuando fué destinado a Tenerife, a su paso por Madrid para incorporarse fue a saludar a dicho General Pozas y éste le encargó que vigilase todos los pasos del testigo y acciones y le pusiera al corriente de ellos con la mayor reserva.- Dice el testigo que ésto no se lo dijo durante mas de dos meses que estuvo a sus órdenes, antes de empezar la guerra?, Huelga ningun comentario; desde que esto le dijo al dicente no quiso tratarle mas que en el terreno Oficial.
Y leida que fué se afirmó y ratificó y la firma con el Sr. Juez de lo que como secretario certfico.
Luis Alvarez Isidro Cáceres
Montesinos Ponce de León
Carlos G Cuevas del Rio
[Las tres firmas rubricadas]
Diligencia de entrega.
Seguidamente S.S. dispuso hacer entrega de estas diligencias que constan de seis folos útiles en el Gobierno Militar de la Plaza, y para remisión al Ilmo. Sr. Auditor de Guerra del Cuerpo de Ejército de Navarra.
Doy fé.
L Alvarez Carlos G Cuevas del Rio
[Ambas firmas rubricadas]
Cfr.: Causa 88 de 1940 [5842-191-29] – Folios 31 a 34.