PRESENTANDO UN LIBRO PROLOGADO


 

Vamos a ver si soy capaz, y no quedo como aquel individuo descrito por Juan Ruiz, Arcipreste de Hita, en el siglo XIV

vellaco romano; al cual

Vistiéronle muy ricos paños de grand valía,
como si fuese doctor en la filosofía;
subió en alta cáthedra, dixo con bavoquía.

 

Hace unos días remití, para el Juez Garzón, una pequeña lista de apenas DOSCIENTAS DIEZ víctimas desaparecidas de Gran Canaria, en la cual hay peninsulares, majoreros, conejeros y tinerfeños. En esa minúscula lista que he remitido para el Juez Garzón, hay cadáveres no identificados. Y cuatro cadáveres ensacados. Recogidos del mar dentro de sacos.

Listita confeccionada gracias a un ímprobo trabajo llevado a cabo por mi hermano Juan Medina Sanabria, autor del mejor libro existente sobre los TRES Campos de Concentración establecidos en Gran Canaria por aquellos desalmados asesinos que se rebelaron contra el gobierno legal y legítimo de República. El mérito es de mi hermano Juan, que me ha facilitado un fichero con más de ocho mil registros de personas sometidas a la inicua represión franquista. Yo me he limitado a buscar, en ese enorme fichero, los nombres de aquellos desaparecidos de los cuales se conserva algún dato documental. Queda pendiente la Lista de Desaparecidos de las otras seis islas.

Ricardo García Luís preguntaba hace unos días

 

¿Cuándo conoceremos las listas de los desaparecidos durante la Guerra Civil en Canarias?

 

Y yo pregunto:

¿Dónde están esos DESAPARECIDOS ASESINADOS?

 

* * * * *

«Recibiendo en sagrado depósito las armas de la Nación y las vidas de los ciudadanos, sería criminal en todos los tiempos y en todas las situaciones que los que vestimos el uniforme militar pudiéramos esgrimirlas contra la Nación o contra el Estado que nos las otorga»

 

Estas palabras fueron pronunciadas el 17 de diciembre de 1931, por un individuo gordinflón, bajito, de voz atiplada, con uniforme de general, de nombre Francisco Paulino Hermenegildo Teódulo Franco Bahamonde.

Apenas cinco años después, el 17 de julio de 1936, en Melilla se puso en marcha la Rebelión Militar contra la República. Rebelión Militar secundada desde Canarias al día siguiente, 18. Se inició así una sanguinaria matanza, que aquí en Canarias, aquí en Tenerife, conduce al exterminio de centenares, miles de personas, todas víctimas inocentes de aquellos vesánicos criminales, tinerfeños y peninsulares residentes en Tenerife, en Canarias. Víctimas inocentes que son eliminadas, asesinadas, desparecidas, vejadas, expoliadas y represaliadas, condenadas sin juicio, por inescrupulosos individuos, que alardeando de practicar la religión católica apostólica romana, hicieron caso omiso del quinto mandamiento:

NO MATARÁS.

 

Yo no soy historiador y carezco de méritos y categoría para prologar un libro. Cuando inicié la lectura del testimonio manuscrito por don Manuel Bethencourt del Río, no podía imaginar lo dolorosa que sería su lectura. Mi cuerpo se fue agarrotando, doblando, cambando, como se dice en nuestra lengua canaria. Sentí un dolor tan intenso que solamente pude exclamar

 

¡Que Horror! ¡Que Espanto!

 

Me costó mucho tiempo y mucho esfuerzo sobreponerme.

Una vez recuperado de ese tremebundo horror, me fijé en algo inadvertido en esa primera lectura. El doctor Bethencourt del Río se observa a si mismo y emite un auto dictamen sobre el estado de depauperación en que al final se encontraba, al haber sido condenado a morir de hambre o de la agudización de la enteritis, por el médico jefe de la prisión Julián Rodríguez Ballester, individuo bien conocido.

 

Julián R Pastrana y Ballester, gran masón de grado 33, y nombre simbólico Esculapio, que se había carteado hasta con don Manuel Azaña, y Don Marcelino Domingo, el 18 de julio de 1936, se uniría en cuerpo y alma a la Rebelión Militar contra la República. Un mes después, aparece como protagonista de una delirante alocución radiofónica leída el 18 de agosto de 1936, ante el micrófono de la emisora de la Comandancia Militar de Tenerife.

 

Hoy 18 de agosto, al cumplirse un mes, el primero y no serán muchos para cerrar el paréntesis de esta guerra intestina, del despertar de los españoles al grito de VIVA ESPAÑA del glorioso General FRANCO.

Es nuestro primer soldado el General Franco, hecho Rey por la gracia del pueblo de la Republica Española, estado público en que se gobierna sin monarca, de esta República Española que por haberla rescatado el Ejército de los brazos de la adversidad, no es otra cosa que una hija espiritual del Ejército y que el Ejército eleva a la sublimidad de una madre preñada por dolores de guerra, para ofrecerle su sangre y el respeto del orbe civil. ¡¡Soldados; de vosotros es el triunfo de la civilización contra la barbarie.!!Soldados de España!! ¡¡VIVA ESPAÑA!!

¡¡ Soldados de España, que escribís su brillante Historia, ¡¡Arriba España!!

Firmado: Julián R.Pastrana Ballester

 

Este Esculapio, Masón Grado 33, mutó de fervoroso hermano azañista y devoto hermano dominguista, a recalcitrante franquista, olvidando su pasado de conspicuo miembro de Izquierda Republicana. Pero eso no libraría a JR Pastrana de ser condenado, poco después, en un Consejo de Guerra; precisamente por aquellas fraternales cartas a don Manuel Azaña y Don Marcelino Domingo.

Virajes como éste no me producen ningún asombro.

Ya conocía algún episodio similar relacionado con un miembro de Izquierda Republicana, de quien fue víctima Yo había convivido con Don Pedro Martín Hernández, marido de Doña María Pérez Naranjo, doña Mariquita, en su pensión alegal del Barrio Nuevo de La Laguna, durante mi etapa universitaria cuando estudiaba Ciencias Químicas. Don Pedro Martín Hernández, había sufrido inicua prisión en los campos de concentración y exterminio de La Isleta y Gando, en Gran Canaria. Su hermano Juan había sido fusilado. Y don Pedro condenado a treinta años de reclusión. Ambos en un inicuo Consejo de Guerra dimanante de la Causa 93 de 1936 de Gran Canaria. Sin haber cometido delito alguno: simplemente por sus ideas.

 

Como lo había sido, aquí en Tenerife, Don Manuel Bethencourt del Río, encarcelado por sus ideas, en el campo de concentración y exterminio de Fyffes, oficialmente conocido como Prisión Militar Costa Sur, tras haber pasado por la Prisión Flotante.

Don Manuel Bethencourt no puede olvidar que es médico, y nombra a otros médicos en su manuscrito. De algunos solamente escribe las iniciales de sus nombres.

Así, en su relato de la tortura a que es sometido el panadero cenetista Bodria, al cual pegaban sin compasión alguna, incluso con uno de los huesos largos de un esqueleto que había en la sala de tortura, Don Manuel escribe:

Decían que el médico T.Z., allí presente advirtió que ya había peligro para la vida del infeliz panadero.

Este médico T.Z. debe ser el mismo del cual certifica

 

TEÓDULO GONZÁLEZ PERAL, CORONEL JEFE DE ESTADO MAYOR DE LA COMANDANCIA GENERAL DE LAS ISLAS CANARIAS, que tan pronto se declaró el estado de guerra en esta Plaza, en la madrugada del día dieciocho de Julio de mil novecientos treinta y seis, se presentó en esta Comandancia, ofreciendo sus servicios como Médico y como particular, disponiéndose a colaborar con el mayor entusiasmo a favor del Glorioso Movimiento Nacional que acababa de iniciarse, cuyos ofrecimientos le fueron aceptados, y desde aquel momento no se separó durante varios días de este Centro, prestando con el mayor celo cuantos servicios se le encomendaron, permaneciendo en el edificio de esta Comandancia día y noche; continuando luego de pasada la primera semana con igual entusiasmo, hasta que, en virtud de haber dispuesto S.E. el Generalísimo que se trasladara a la Península con el fin de encomendarle la organización y Jefatura de un Equipo Quirúrgico que habría de funcionar en punto no lejano al frente de operaciones, hizo viaje a Cáceres, embarcando el día veintitrés de Agosto del mismo año, en cuyo cometido continuó en diferentes frentes hasta varios meses después de finalizar la guerra.- Y para que conste y pueda surtir los efectos que convengan al interesado, expido el presente en Santa Cruz de Tenerife a seis de marzo de mil novecientos cuarenta.- AÑO DE LA VICTORIA,. Teódulo G. Peral.- Rubricado.- Al margen hay un sello en tinta que dice: COMANDANCIA GENERAL DE CANARIAS-JEFATURA DE E.M.- SECRETARÍA.

 

Debe ser el mismo T.Z. propietario de la Clínica sita en la calle Enrique Wolfson, asistida por las Hermanas Carmelitas Misioneras. Clínica en la cual operaría, en 1945, al entonces Capitán General interino, José María del Campo Tabernilla, para el cual se trajo penicilina transportada desde Casablanca en un avión militar norteamericano.

 

En otro lugar de tortura, el Palacio de la Injusticia, en la calle de San Francisco, hoy sede del Tribunal Superior de Justicia de Canarias, también había más de un médico presente. Como aquel médico, que comprobaba como los torturadores habían torcido la uretra a Bernardino Afonso García, recomendando que prosiguiera la tortura, mediante adminículos mojados, para que no se notaran las huellas del martirio.

 

Bernardino Afonso García, gran líder de la CNT, quien con 25 años de edad, en 1932, ya había sido condenado en un Consejo de Guerra, por un delito de opinión, a pesar de la brillante defensa que hizo el gran abogado tinerfeño don Luís Rodríguez Figueroa, enfrentado al granadino Lorenzo Martínez Fuset, fiscal de la Causa nº 5 de 1932. Causa instruida por el Comandante Francisco Sánchez Pinto, asentada en la estadística por el teniente Auditor Rafael Díaz Llanos Lecuona. 1932, durante la República

 

En ese mismo Palacio de la Injusticia estaba también sometido a insufrible martirio, su jovencísimo hermano FLORO, Florencio Afonso García, fallecido al ¿arrojarse? desde la ventana del retrete del piso principal, según declaran los testigos falangistas Buenaventura Darias Díaz y Jerónimo Febles González, quienes reconocen que el cadáver es el de FLORENCIO AFONSO GARCIA, haciendo constar que tiene pantalón claro color café con leche, en mangas de camisa y sin alpargatas. Cadáver cuya autopsia es realizada, en tres cuartos de hora, por los médicos militares Francisco Bañares Zarzosa y Luis Fernández González. Sucidio dictaminó, el ocho de octubre de 1936, el Auditor de Guerra, Coronel José Samsó Henríquez, aceptando el criterio manifestado por el capitán Aurelio Matos Calderón.

 

Por otro lado, un tercer miembro de esta familia, José Afonso García, resultaría condenado, a la pena de veintiséis años y ocho meses de reclusión mayor con las accesorias de interdicción civil durante la condena e inhabilitación absoluta, en la sentencia pronunciada el 11 de enero de 1937, por el Consejo de Guerra constituido para juzgar a sesenta y una personas, acusadas de traición en la primera pieza separada de la causa número 246 de 1936, instruida por el Comandante de Artillería Manuel Fernández Roberes.

Sentencia en la cual se pronuncian 21 condenas a muerte, para 19 hombres y dos mujeres, siendo ejecutados los 19 hombres, mientras las dos mujeres, ven sus penas conmutadas por la de reclusión perpetua.

Firman la sentencia los generales honorarios Antonio Alonso Muñoz y Salvador Acha Caamaño, los Coroneles Agustín Piñol Riera, Enrique Rolandi Pera, y los Tenientes Coroneles Isidro Cáceres Ponce de León, Aureliano Martínez Uribarry, y José María Campo Tabernilla.

 

Hermano de Bernardino y de Florencio, era Francisco Afonso García, lagunero de nacimiento, residente en Santa Cruz, al cual José Vicente se ha referido en el libro anterior. Porque Francisco Afonso García, era el Guarda del Depósito del Agua del Camino del Manicomio, al cual los fachentos e incompetentes bomberos, no fueron capaces de localizar en la noche del 4 de septiembre de 1932, cuando se produjo el incendio en la casa de don Manuel Bethencourt del Rio.

 

Francisco Afonso García, emprisionado en Fyffes, sufrió un inicuo expediente de destitución, instruido por Juan Yanes Perdomo, asistido por el funcionario Horacio García García, que actúa de Secretario. Expediente en el cual existe una nota manuscrita por el tal Yanes, en la que se lee esto:

Para D. Horacio

Hay que modificar la conclusión, por estimar que existe la falta de “actuaciones antipatrióticas” según el penúltimo considerando y que, por tanto, hay que formular el pliego de cargos.

 

Francisco Afonso García, iría a parar a Barcelona, junto con otros prisioneros canjeados. Haría el resto de la guerra defendiendo el bando republicano, y tras la derrota, pasaría a Francia, para volver a ser víctima de los espantosos campos de concentración preparados por los democráticos franceses. Incorporado a las Compañías de Trabajo del Ejército Francés, participa en la guerra contra los nazis alemanes. Derrotada Francia, Francisco Afonso García es atrapado por los alemanes y conducido a Alemania, donde es internado, como prisionero número 7048, en el campo de prisioneros de guerra (Stalag) XI-A, ubicado en Altengrabow, (52º 12’ N, 12º, 12’ E), situado al este y a 35 km de Magdeburg, en la parte oriental de la Alta Sajonia. Procedente de este campo de prisioneros de guerra, su hijo Chicho conserva una postal (Postkarte) fechada el 16-4-1941, matasellada el 21, con este texto manuscrito a lápiz:

Querida esposa e hijos: Deseo que al

recibo de esta vos encontreis bien, yo a la

presente bien. No tengo noticias vuestras

vos escrito varias, espero noticias de

todos; recuerdos toda familia y amigos.

Resibis un millón de besos y abrazos,

pronto con vosostros, yo contento

F Afonso

Espeluznante despedida, escrita al dictado de un nazi desconocedor del habla canaria, por un prisionero que debía conocer de su nula expectativa para salir vivo, estando prisionero de nazis asesinos. El 26 de abril de 1941, Francisco Afonso García sería deportado al campo de exterminio de Mauthausen (Austria), recibiendo como primera matrícula el número 3450, donde falleció el 13 de junio de 1942.

Tinerfeño, nacido en La Laguna en 1902.

Ignorado héroe tinerfeño exterminado en Mauthaussen.

 

Don Manuel Bethencourt cita a otros Héroes Tinerfeños

 

En las páginas 62 y 119, figuran algunos de ellos. Son los deportados a Villa Cisneros y la Güera. Héroes canarios de Río de Oro, que llevaron adelante un plan de fuga, perfectamente ejecutado, convenciendo a la guardia, tomando el campamento y abordando luego el vapor correo «Viera y Clavijo», el cual tomaron y condujeron hasta Dakar, desde donde pudieron incorporarse al Ejército de la República, posteriormente.

Un hecho heroico protagonizado por unos bravos canarios, que ha sido silenciado en la falaz historia oficial.

Lean sus nombres en la página 62. Aunque no están todos los nombres de los 37 cuantificados por don Manuel Bethencourt.

Si está el orotavense Juan Hernández Correa, cuya hija, Mercedes, veo sentada entre ustedes. Como veo que están algunos de los hijos de Francisco Afonso García: Chicho, Tei, Arito, sus nietas Magali y Mirian. y al hijo de Bernardino, José Bernardino.


DESAPARECIDOS

 

He escrito el prólogo de una obra singular, manuscrita por el protagonista de la misma, que el amigo José Vicente González Bethencourt ha transcrito con paciencia y fidelidad. Obra singular que hay que leer, aún sabiendo que van a sufrir con su lectura, como he sufrido yo. Historia auténtica escrita a mano por una víctima.

Don Manuel Bethencourt dedica también muchos párrafos a otras víctimas. Víctimas que no tuvieron oportunidad de escribir sus historias. Me estoy refiriendo a los centenares, miles de víctimas desaparecidas. Desaparecidas en el mar, en la simas, en las grietas volcánicas, en pozos, o asesinadas e ilegalmente enterradas en cunetas, bosques, y fosas comunes.

 

En Fyffes, los presos dormían apiñados como plátanos unos juntos a otros. Los días eran pésimos y las noches temibles. Con nocturnidad y alevosía, Fyffes era visitada por asesinos vestidos de azul, caqui y negro sotana, que se llevaban a los desvalidos prisioneros, apuntados en una negra lista.

Sus vidas fueron robadas, Y sus haciendas, también.

 

En una de aquellas horrendas noches, en la cual no puede pegar ojo ni concentrarse en la lectura, Don Manuel se pregunta: ¿Qué delito he cometido para hallarme en estas condiciones de miserabilidad y sufrimiento?

Sin percatarse, Don Manuel tenía la respuesta a esta pregunta. Porque en otra noche que no puede dormir ni leer, dice que se pasa la noche PENSANDO.

Ese era el delito cometido por Don Manuel: pensaba.

Don Manuel Bethencourt del Río era un hombre muy peligroso. Pensaba. Permítanme finalizar con unas palabras escritas por el propio don Manuel Bethencourt del Río:

 

¡Ah, el alto tribunal de la opinión pública presente y futura, que formará la historia imparcial de nuestro pueblo, dictará la última e inapelable sentencia sobre ella como sobre todo lo demás!

¿Y ante qué alto tribunal puedo yo alzarme para pedir justicia reparadora del atropello sufrido?

 

Espero que mis palabras hayan sido bien entendidas.

 

Como dejó escrito hace seis siglos el gran Arcipreste de Hita,

 

diz’ la pastraña de la vieja ardida:
¡Non ha mala palabra si non es a mal tenida;
verás que bien es dicha si bien es entendida

 

Debo dar las gracias a José Vicente por el buen uso que ha hecho de toda la documentación que le he ido facilitando. Le estoy muy agradecido por haberla publicado. Aunque ha desoído mis reiteradas peticiones de que no era necesario citar mi nombre. Pero él, erre que erre, me ha citado y recitado, reiteradamente.

 

Para acabar, definitivamente, les muestro estos tres documentos, que está todavía calentitos, como pan recién salido del horno, encontrados hace unos días en la carpeta número 12 de la caja número 1736, en el Archivo Intermedio Militar de Canarias,

Los tres documentos afectaban a don Manuel Bethencourt del Río. Directamente.

En ellos queda expuesto de modo explícito, en palabras del general Ángel Dolla Lahoz y de su Auditor de Guerra, Coronel José Samsó Henríquez, el inicuo procedimiento diseñado para expoliar a las víctimas.

Primeramente se hacía una valoración de los bienes de los desdichados prisioneros. Luego se adoptaban medidas precautorias para impedir la ocultación o desaparición de los bienes del encartado. Finalmente se imponía una sanción económica para despojarlos. A Don Manuel Bethencourt le fue impuesta una multa de QUINIENTAS MIL PESETAS. Quinientas mil pesetas de las de entonces. Una multa descomunal.

Con 500 mil pesetas, se suministraba medio millón de kilos de pan, – más de tres millones de chuscos -, o un millón de litros de petróleo, o dos millones y medio de kilos de carbón, leña o paja para pienso. Era dinero.

Cedo el turno de palabra al amigo José Vicente haciéndole entrega de estos documentos para que los lea y los incorpore en la segunda edición de su biografía del médico de los pobres, don Manuel Bethencourt del Río.

 

Muchas gracias por su paciencia y su amable atención.

 


Anexo

 

3 documentos encontrados en la carpeta 12 de la caja 1736 del A.I.M.C.

 

Para ser leídos e incluidos en una deseable segunda edición de la biografía sobre Don Manuel Bethencourt del Río, el Médico de los Pobres, escrita por José Vicente González Bethencourt.

 

 

1.-

COMISION DEL BANDO DE 25 DE NOVIEMBRE DE 1936

EXCMO. SR.

La Comisión para el cumplimiento de su Bando de 25 de Noviembre último, referente a personas responsables de daños y perjuicios sufridos por el Estado, en sesión de hoy acordó proponer a V.E. si lo estima a bien, acuerde contra don Manuel Bethencourt del Río las medidas precautorias encaminadas a evitar la ocultación o desaparición de sus bienes, conforme determina el artículo 3º de su Bando.-

Dios guarde a V.E. muchos años.

Santa Cruz de Tenerife, 28 de diciembre de 1936.

EXCMO. SR.

 

[Firmado y rubricado José Samsó Henríquez]

Excmo. Sr. Comandante General de las Islas Canarias.

 

Al margen, manuscrito por la mano del general Ángel Dolla Lahoz, se lee:

Conforme. Hay que así desde luego

Participarlo a su efecto inmediato.

D.


2.-

El segundo documento es del día siguiente

 

Como contestación a su oficio de 21 del actual, sírvase V.S. enviarme borrador o modelo del mandamiento que debo dirigir a los Jueces ordinarios: para que procedan a embargar los bienes de cuantas personas se me propongan como comprendidas en mi Bando fecha 25 de Noviembre.

Igualmente deberá remitirme los certificados o notas acreditativos de los bienes que posean para hacérselo saber a los Jueces.

Al propio tiempo espero merecer de V.S. que en las sucesivas ocasiones, al proponerme los nombres de las personas que acuerde la Comisión de la que V.S. es digno Presidente, me adjunten los borradores oportunos, ya que tratándose de cuestiones jurídicas, facilitaría extraordinariamente el trabajo de esta Comandancia General.

Dios guarde a V. S. muchos años.

Santa Cruz de Tenerife, 29 de Diciembre de 1936.

 

Sr. Auditor de Guerra de esta Comandancia General.

 

PLAZA.

 

En el margen superior izquierdo, se lee esta frase manuscrita:

Comunicar medidas precautorias.

 

3.-

Y el tercero y último documento dice así:

 

Conforme con la propuesta de esa Comisión, sírvase tomar las medidas precautorias necesarias para evitar la ocultación de bienes o su desaparición, del Medico Don Manuel Bethencourt del Río.

Dios guarde a V.S. muchos años.

Santa Cruz de Tenerife a 30 de Diciembre de 1936.

 

Sr. Presidente da la Comisión de Medidas Precautorias

 

 

1 comentario en “PRESENTANDO UN LIBRO PROLOGADO

  1. Como es posible que criminales como Rafael Diaz llanos,Candido garcia san juan,Tomas Zerolo etc,sean hoy en dia homenajeados con medallas de oro de la ciudad,nombres de calles etccc..Porque aparte de asesinos se enriquecieron con las propiedades de sus victimas….En Canarias no se ha escrito la verdad,se tiene miedo a las represalias……

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