SEDICENTES


El 14 de abril de 1931 fue proclamada la Segunda República Española.

Sin embargo, el poder siguió estando detentado por individuos procedentes del régimen monárquico, fervorosos monárquicos de antaño, mutados raudamente en sedicentes «republicanos de toda la vida».

Un somero vistazo a los nombres de los ocupantes de los cargos públicos republicanos de aquella época, permite constatar este continuismo en el ejercicio de poder.

A pesar de que los primeros gobiernos republicanos hicieron esfuerzos para mejorar la democracia del sistema político, la triste realidad fue que durante el periodo republicano pervivieron las viles prácticas caciquiles, remanentes de la larguísima etapa de la restauración monárquica borbónica.

Tres décadas antes, nuestro ínclito Nicolás Estévanez Murphy cuyas Memorias comenzaron a ser publicadas en 1899, había dejado más de una referencia a este fenómeno de políticos sedicentes.

En el capítulo XIV AGITACIÓN POLÍTICA (1868), deja este testimonio, sobre los acontecimientos del 29 de septiembre de 1868.

Habíanse constituido una junta nacional, varias juntas provinciales y municipales, y hasta juntitas de barrio; los junteros se habían nombrado ellos mismos. En la primera, compuesta de progresistas y unionistas, no fueron admitidos los demócratas; pero éstos constituyeron la suya, y de ella formaba parte Escalante, el héroe de aquel día. Mandó Escalante que se abriera el parque, poniendo las armas a disposición del pueblo, e invitó a éste por medio de bandos manuscritos a que las tomara; no fue necesario repetir la invitación. Asustada la nacional, propuso la fusión de la las dos juntas, constituyéndose la nueva (que tampoco fue definitiva), en la que ya tenía la democracia numerosa representación; pero casi todos sus representantes eran demócratas a medias y republicanos de mentirijillas.

El subrayado es mío.

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Sin que tenga relación con los sedicentes demócratas y republicanos, nuestro ínclito Nicolás Estévanez Murphy, casi al final del mismo capítulo XIV de sus Memorias, titulado AGITACIÓN POLÍTICA (1868), contando los sucesos de Cádiz, nos ha dejado este testimonio sobre Fermín Salvochea:

Dentro de la ciudad dominaba en absoluto, el pueblo vencedor, personificado en el joven Salvochea.

Era Fermín Salvochea, pocos días antes un gran desconocido; los sucesos de Cádiz lo hicieron en pocas horas el hombre más popular de Andalucía y aún de toda España. Hoy mismo es uno de los pocos españoles – no llegarán a una docena – cuyos nombres han pasado la frontera pirenaica. (…) este gaditano singular (…) cuando acaudilló a sus convecinos, deliberadamente provocados por los montpensieristas, era republicano federal; después ha evolucionado, no como la mayor parte de los personajes del 68, sino en sentido progresivo y obedeciendo a la lógica revolucionaria.

(…)

A Salvochea se le ofreció la fuga, pero no quiso irse cuando otros estaban presos. Conducido al Castillo de Santa Catalina, allí le visité horas antes de mi regreso a Madrid.

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El ínclito Don Nicolás recupera el tema de los sedicentes republicanos en el capítulo siguiente, XV EL REPUBLICANISMO DERROTADO (1869), escribiendo:

Las elecciones generales, dirigidas por el señor Sagasta, que tenía la cartera de Gobernación, llevaron a las cortes setenta diputados republicanos; todos se decían entonces federales, pero no todos lo eran. El «gran elector» (Sagasta), con todos sus abusos y atropellos, no fue tan corruptor del cuerpo electoral como ciertos candidatos de la oposición, que para obtener votos se fingieron republicanos y federales sin serlo.

De nuevo, el subrayado es mío.

Y en el capítulo XIX SE ACERCA LA REPÚBLICA (1873), Nicolás Estévanez Murphy, escribió:

En la época revolucionaria fue el más consecuente y firme campeón de la utopía federal. Pues ya son federales sin saberlo, si no todos los republicanos, la inmensa mayoría de los monárquicos. No se llamarán federalistas, sino regionalistas, autonomistas, descentralizadores, comuneros, y otras varias cosas; pero que todas trascienden a federalismo.

Si no fuera porque sabemos que la publicación de las Memorias de Nicolás Estévanez Murphy comenzaron a publicarse en 1899, cualquiera diría que este párrafo es de factura actual, vista la caterva de nacionalistas, regionalistas, autonomistas, descentralizadores, comuneros, y otras varias cosas, que pululan hoy por nuestra geografía.

Como la historia que se ignora suele repetirse, este fenómeno de los sedicentes demócratas, podría ser puesto en paralelo con lo acontecido en tiempos más recientes, en la etapa que se ha venido en denominar la transición del franquismo a esta democracia donada actual en la que vivimos.

Fervorosos franquistas revestidos de sedicentes «demócratas de toda la vida», y sus vástagos, controlan los auténticos resortes del poder, en los cuales se mantienen y eternizan, al amparo de un sistema electoral heredado.

Sistema electoral de dudosa calidad democrática, que prima el territorio, por mor de una división del territorio español dimanante de la fijada en el Real Decreto de 27 de enero de 1822, signado por el indeseable rey Fernando VII.

Por culpa de esta anomalía histórica, y algunas reformas intencionadas añadidas, actualmente no se cumple el principio democrático básico: que todos los votos sean iguales o tengan el mismo valor.

Esta baja calidad democrática se refleja en la baja asistencia a las urnas, registrándose escandalosos índices de abstención, fruto de la desmovilización social.

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