AQUEL 18 DE JULIO DE 1936 EN SANTA CRUZ DE TENERIFE, QUE YO VIVÍ Y RECUERDO


Heme aquí sentado ante mi ordenador, para tratar de recordar todos aquellos días que nos llevaron a aquella fecha, que tan marcada ha quedado en tantos españoles, y más en los que por diversas circunstancias fueron testigos.

Van a cumplirse ahora nada menos que 76 años, y aunque yo iba a cumplir 11, si siguen leyendo mis recuerdos que relaciono con lo acontecido en esos tristes días, una parte de ellos los apoyo en mis vivencias, según van aflorando a mi mente abusando de poseer buena memoria a pesar de los años que acumulo ya.

Luego continuaré con lo que Pedro Medina Sanabria ha desvelado con tanto trabajo y acierto, después de hurgar entre tantos papeles y legajos, para mostrarnos declaraciones de personajes, casi todos de la Guardia Civil, y que tomaron parte muy activa en ese día 18, si bien es verdad que a veces me permito hacer algún comentario a los mismos.

Y, finalmente lo haré con lo que mi padre Gorgonio Pérez Velasco, Capitán de la Guardia Civil y su intimo amigo y compañero desde los tiempos en que ambos eran cadetes en la Academia de Infantería de Toledo, el también Capitán del Cuerpo D. Guillermo Candón Calatayud, destinado como mi padre en la Comandancia de Santa Cruz, me contaron sobre como ellos vivieron aquel día 18 de julio de 1936, y sucesivos, cuando yo ya había dejado de ser un niño, tras haberme convertido en un hombre hecho y derecho.

Con el entonces Capitán Candón mantuve a través de los años una buena amistad hasta su fallecimiento.

Más adelante volveré a hablar de este Capitán.

Ya en año 1936 con la llegada del Frente Popular el 16 de febrero, empiezan a surgir conflictos entre la clase obrera y patrones. Y con este ambiente hostil llegamos al día 13 de marzo, en que a las 10 de la mañana llega a Santa Cruz de Tenerife, el General Franco, para hacerse cargo de la Comandancia Militar de las Islas Canarias.

En 1936, la Guardia Civil de Canarias, estaba mandada por el Coronel D. José Osuna Pineda, Jefe del 24 Tercio, si bien desde el 17de enero había quedado configurada de este modo:

Jefe accidental; el Teniente Coronel D. Emilio Baraibar Velasco, que era Primer Jefe de la Comandancia de Las Palmas.

Bajo este mando en Tenerife estaban:

El Comandante D. Ignacio Gárate Echeto, recién ascendido procedente de la Comandancia de Palencia,

Los Capitanes D. Gorgonio Pérez Velasco, D. Rafael Herrera Zayas y D. Francisco Pallás Martínez, más el Teniente D. Pedro Jiménez Moreno, Jefe de Línea al mando de la Casa Cuartel de la calle del Pilar.

Franco no fue muy bien recibido por el pueblo canario, apareciendo en las paredes de las calles pintadas contra su persona.

El día 14 se produce el asalto a la imprenta de la GACETA DE TENERIFE, por individuos armados con pistolas, los cuales fueron sorprendidos por una pareja de Guardias Civiles que se encontraban en las inmediaciones, pero consiguieron huir.

El día 17 en la Ciudad de La Laguna, grupos de elementos extremistas se personaron en Conventos  y Colegios ordenando los abandonasen a fin de pegarles fuego, al propio tiempo que dichos grupos se dedicaban por la Ciudad a cachear al personal de orden. Seguidamente se establecieron servicios lográndose no llevasen a efecto sus propósitos.

Los sucesos de los días 14 y 17 de marzo de 1936 los he sacado de unos papeles que mi padre conservaba y que pertenecían a la Comandancia  de Santa Cruz. Podía enumerar más, pero se haría largo.

A primeros de abril, se hace cargo de la Comandancia tinerfeña como Primer Jefe el Teniente Coronel D. Isidro Cáceres Ponce de León, triste personaje del que ya hablaremos, quien venía precedido y alardeaba de haberse sublevado el 10 de agosto de 1932, cuando el General Sanjurjo lo hizo contra la Republica, y haber sido deportado a Villa Cisneros.

Y a finales de este mes de abril de 1936 , es el Coronel D. Agustín Piñol Riera, que se encontraba disponible forzoso en Granada, quien pasa a mandar el 24 Tercio de la Guardia Civil con cabecera en Santa Cruz de Tenerife.

Y por esos mismos días llega también a Santa Cruz el Capitán Guillermo Candón Calatayud, procedente de la Comandancia de Málaga.

Omitía decir que mi padre a finales de marzo se había desplazado a Madrid y Barcelona, para asistir a unas reuniones, como vocal que era de la Junta Pro-Huérfanos de la Guardia Civil. Regresó a mediados del mes de abril, presentándose al Coronel de Estado Mayor D. Teódulo Gónzalez Peral, el cual a su vez le hace pasar al despacho del General Franco, que deseaba saber qué ambiente se respiraba en la Guardia Civil en esas dos capitales, donde se estaba viviendo momentos muy tensos debido al comportamiento del Frente Popular.

Franco prestaba atención a todo lo que mi padre le iba informando, cosas buenas y otras no tan buenas, sobre el pensar de la oficialidad de la Benemérita en aquellos momentos, y finalizó la entrevista con estas palabras del General:

“Ya veremos quién le pone el cascabel al gato”.

Todo esto luego en mi casa, era comentado por mi padre con su amigo y compañero el Capitán Candón. Y, como era natural, mi padre informó a su Coronel, sin que éste nada objetara.

Van pasando los meses y todo son malas noticias las que se reciben de Madrid. Con tantas huelgas y líos entre los partidos políticos; y ya se comenta sin tapujos que se aproximaba un golpe militar dirigido por el General Mola, para derribar no a la Republica, sino al Gobierno del Frente Popular. Que desde el mes de febrero las cosas no iban nada bien en España.

El Coronel Piñol nunca comentó nada relacionado con el golpe militar que se veía venir, con  sus subordinados. Pero parece ser que el Jefe de la Comandancia Ponce de León, a espaldas de su Coronel, si estaba actuando por su cuenta a favor del Alzamiento.

La gota que colmó el vaso fue el asesinato el 13 de julio de Calvo Sotelo, jefe de la oposición parlamentaria.

Ya llegamos al 18 de Julio de 1936, y en su madrugada cerca de las cinco, dan unos golpes insistiendo en ellos sobre una de las ventanas de mi casa. Mi padre con muchas precauciones, y pistola en mano, abre un poco la persiana y ve la camioneta de la Guardia Civil. El Sargento Becerra le dice, que por orden del Coronel y urgentemente debe acompañarle por estar acuartelados, habiendo sido avisados el resto de los oficiales.

Fueron momentos de confusión para mi padre, que ya se esperaba que esto iba a ocurrir de un momento a otro. Rápidamente se vistió su uniforme, calmando a mi madre, que la pobre estaba desolada pensando lo peor tal y como estaban los ánimos, entre derechas e izquierdas. Marchó mi padre y en casa quedamos en silencio.

La mañana transcurrió tranquila, y por la tarde mi hermana y yo fuimos a la casa del Coronel de la Guardia Civil, D. Juan Vara Terán que vivía en la calle Campos, a visitar a su nieta Carmencita de nuestra edad, hija del Capitán de la Guardia Civil D. Enrique Pueyo del Val y una hija de D. Juan, recién llegada de la Guinea Española donde su padre había sido jefe de la Guardia Colonial.

Debo dar unos datos relacionados con este Coronel, y son éstos: Siendo Teniente Coronel, en febrero de 1928, lo destinan para mandar la Comandancia de Santa Cruz de Tenerife, hasta agosto de 1933, que vuelve otra vez destinado a la Península. En el año 1934 asciende a Coronel  y pasa a la Guinea Española con el cargo de Subgobernador de dichos territorios. A primeros de julio de 1936 llega a Santa Cruz, donde tenía fijada su residencia, tras recibir una licencia de dos meses  por enfermedad y aprovecha su estancia en la isla, para participar en los inicios de la sublevación de los militares del día 18, en que le nombran Alcalde de Santa Cruz de Tenerife.

Dicho todo esto continúo.

Esa tarde no sé donde se encontraba el abuelo de Carmencita Pueyo Vara, pero presumo que estaba tomando parte activa en los sucesos que se estaban desarrollando en la Capital.

Al producirse el tiroteo en la plaza de la Constitución entre el Ejercito y Guardias de Asalto, vino a buscarnos un guardia civil de paisano, ignorando quien lo mandaba, para llevarnos a casa, encontrando a mi madre, Leonor, desorientada y angustiada por las noticias, que a través de nuestra radio, una “General Electric”, escuchaba de Radio Unión Madrid, y se venía abajo con las noticias que difundía, confirmando que el Golpe de Estado había fracasado, quedando reducido a pequeños núcleos en Marruecos y en las Canarias.

Menos mal que una vecina nuestra, Agustina, esposa del Teniente Navarro, de Intendencia, muy amiga de casa, la animaba diciéndola que oyera Radio Sevilla, donde el General Queipo de Llano, decía todo lo contrario y nos levantaba la moral.

Yo con mis 11 años próximos a cumplir, no acababa de comprender con claridad lo que estaba pasando. Pero los días que siguieron, sin saber nada de mi padre; oyendo todas las noches tiros; las calles sin alumbrado, y viendo pasar patrullas de soldados, no hacía presagiar nada bueno. Y con esta zozobra se vivía.

Hasta que, al fin, la sublevación quedó dominada por el lado de los alzados, y mi padre pudo retornar a casa sano y salvo.

Luego vinieron las cosas más tristes. Como consecuencia del triunfo de este levantamiento militar, que muchos tinerfeños lo celebraron alegremente, otros, por ser de ideas izquierdistas, masones, o pertenecer a sindicatos, fueron a parar con sus huesos a las cárceles; que al resultar saturadas, habilitaron como prisiones, dos pequeños barcos propiedad de Rodríguez López: el “San Isidro Labrador “y el “Isora”.

En esos primeros días que siguieron al 18, se cometieron verdaderas brutalidades y barbaridades, como hacer desaparecer personas, muy dignas y honradas, tal como el Alcalde de Santa Cruz, el Sr. José-Carlos Schwartz, y otras muchas más.

Mas triste y amargo, y que ha dejado un recuerdo que siempre quedará grabado en la Historia de Canarias, es la formación de los Consejos de Guerra de Oficiales Generales, en Audiencia Pública y Juicios Sumarísimos.

Estos debían de ser presididos por un General, y en aquellos momentos, en Canarias no había ninguno General en activo, ya que Franco “había volado” a Marruecos desde Gran Canaria, unos días después le había seguido el general Luis Orgaz Yoldi. En Tenerife movilizan, a un General de Brigada, ya en la segunda reserva, D. Francisco Pérez Martel, con 81 años cumplidos y que vivía tranquilamente, disfrutando de su retiro en La Laguna, para presidir, el Juicio que se le abre al Teniente de la Guardia de Asalto D. Alfonso González Campos, que en la tarde del 18 de ese negro día, había salido de su cuartel con sus guardias para socorrer al Gobernador Civil de la Provincia, detenido en el mismo Gobierno Civil, custodiado por soldados salidos desde el cuartel de San Carlos, donde estaba ubicado el Regimiento de Infantería nº. 38, al mando del Coronel D. José Cáceres Sánchez, al creer que el Golpe Militar había fracasado, cuando no había sido así.

Ya sabemos la suerte que le tocó vivir a este Teniente que quiso ser fiel a su juramento a la Republica con sus sombras y sus luces, pero salida de las urnas un 14 de abril de 1931.

A mi padre mucho le impresionó y afectó que la condena, para su buen amigo fuera la de ser pasado por las armas; siendo además este fusilamiento el primero realizado en la Batería del Barranco del Hierro, el 11 de agosto de 1936.

Recuerdo, que en mi casa tanto mi padre como el Capitán Candón, comentaban todos estos acontecimientos, que tan mal cariz iban tomando.

Todo Tenerife sintió y lloró la muerte del Teniente Campos, tan querido en la isla. De nada sirvieron todas las gestiones que se hicieron para conseguir su indulto. Pero Burgos, adonde todavía no había llegado Franco, ni se inmutó.

Pena, da pena que esto haya podido pasar.

Luego vinieron más Consejos de Guerra, presididos por otros Generales, sacados de la reserva y movilizados. Como era los casos de los Generales. D. Antonio Alonso Muñoz y D. Salvador Acha Caamaño.

Al Consejo de Guerra del Teniente Campos siguió el formado para juzgar al Gobernador Civil D. Manuel Vázquez Moro, que tuvo como defensor al Capitán Candón.

Al mismo tiempo se juzgaba a su secretario particular, D. Isidro Navarro López; D. Domingo Rodríguez Sanfiel, empleado de la Casa Viuda de Yanes, y presidente del Circulo Recreativo XII de Enero; y a D. Francisco Sosa Castilla que creo era carpintero y presidente de un sindicato.

Fueron todos condenados a la pena de muerte, también en la Batería del Barranco del Hierro, por el delito de “rebelión militar”.

Esa tarde del 18 de julio el Capitán de Infantería, Joaquín Vega Benavente, de paisano se encontraba en el Café Cuatro Naciones, cercano al Gobierno Civil, con un grupo de amigos manifestándose hostil al pronunciamiento militar.

Y al igual que los señores citados anteriormente, compareció ante el mismo Consejo de Guerra, que le condenó a 20 años de prisión con pérdida de su carrera, también por el tan llamado “delito de rebelión militar”.

Hasta aquí, más o menos lo que yo recuerdo del 18 de julio de 1936, en nuestro querido Santa Cruz de Tenerife.

Y prosigo para dar paso a Pedro Medina Sanabria, con su Blog MEMORIA E HISTORIA DE CANARIAS, donde con tanto trabajo y paciencia nos cuenta tantas cosas relacionadas con esa fecha del 18 de julio de 1936..

Y yo amparándome en ellas, paso a relatar lo referente a la Guardia Civil de Santa Cruz; es lo que declararon un oficial, un jefe y un guardia de la Benemérita.

El Capitán D. Rafael Herrera Zayas,- “manifiesta, que por orden de su Coronel el Sr. Piñol Riera, en la madrugada del día 18 de julio de 1936 se hace cargo de las fuerzas del Cuerpo ubicadas en el  Cuartel del Pilar, permaneciendo allí acuartelado hasta las dos de la tarde, en que recibe orden, para personarse en el Gobierno Civil y detener al Comisario de Policía, a  un Inspector y a otro Agente, detención que al final no se llevó a cabo por contraorden y aprovechando su estancia en el Gobierno Civil, pasa a visitar al ya ex Gobernador Sr. Vázquez Moro por haber sido compañeros en su juventud en el Colegio de María Cristina durante varios años, pensando no necesitaba permiso de sus superiores para realizar esta visita, en la cual le muestra su sentimiento por el hecho de ver truncada su carrera política, considerando un deber moral visitarle en tales trances.”

Nada más se sabe de lo que hablaron, y pudiera prometerle.

Desde esa visita hasta las diez de la noche nada declara el Capitán Herrera sobre su comportamiento, según su testimonio de fecha 3 de agosto de 1939. Dice, -“que a esa hora 10 de la noche recibe orden de la Comandancia Militar, de proceder al desarme de los Guardias de Asalto y otros cometidos más. Que una vez finalizados y al regresar (no dice donde), fue informado por el Capitán de Asalto D. Víctor Cortés Ramón, que el Teniente Campos había mandado recado por medio de un paisano, para que fuera a buscarle, para presentárselo a su Capitán”-. No acabo de comprender todo lo relacionado con la detención de Teniente Campos, en la forma que el Capitán Herrera lo expone, que acompañado por ese paisano se dirige a la plaza de la Constitución y le pide al Capitán D. Juan Pallero Sánchez, un soldado o clase, para que le acompañara a recoger al Teniente Campos y entregarlo a su capitán”-. Todo esto después de que en aquella tarde del 18 de julio de 1936, se hubiera registrado una ensalada de tiros entre sus guardias y los soldados, que custodiaban el Gobierno Civil, con resultado de dos muertos y heridos.

Los Guardias de Asalto al verse acosados por los soldados, optan por retirarse a su cuartel donde deponen sus armas, y dejan abandonado a su teniente en el interior del edificio del Café Suizo y por ello es más lógico emplear la palabra, “detenido “que “recogido” o “entregado”. Una vez terminado todo esto que declara el Capitán Herrera, se retiró a la Comandancia de la Guardia Civil, ya en la noche que va del 18 al 19, donde dio cuenta de sus servicios prestados, permaneciendo reunido con los demás jefes y oficiales comentando las incidencias  del día.

El Comandante D. Ignacio Gárate Echeto, nos dice:

“Por la tarde del 18 de julio de 1936, hubo un tiroteo poco antes del Toque de Oración y más tarde salió el Capitán D. Rafael Herrera Zayas con unos guardias a coger el armamento de una sección de Guardias de Asalto, que al mando del Teniente Campos hostilizó a fuerzas del Ejército. El expresado teniente y guardias fueron detenidos”

Vemos que esta declaración no concuerda con la del Capitán Herrera, que nos dice fue a las diez de la noche cuando procedió a “recoger” al Teniente Campos.

El Guardia Civil D. Ginés Montalbán Navarro, manifiesta:

“Que cuando se encontraba  en la tarde del 18 de julio de 1936 en la Comandancia de la calle San Francisco, oyó desde el pasillo, que en una de las oficinas, en la del Jefe según cree recordar, discusiones en voz alta sin  poder afirmar de que se trataba y quienes intervenían”

Según el escritor Ricardo García Luis, el Teniente Campos entregaría su arma al anochecer del día 18 de julio de 1936, al Capitán de Infantería. D. Juan Pallero Sánchez en el callejón Peligros.

Total, que no queda para mí, nada claro la forma en que fue detenido el Teniente González Campos, según todo lo comentado más arriba, y sí como lo relataré más adelante al referirme a mi amistad con el ya General de la Guardia Civil, D. Guillermo Candón Calatayud.

Hay mucho escrito por buenas plumas sobre este tema relacionado con el Teniente Campos.

Lo que yo voy a exponer a continuación, no lo puedo demostrar.

Es la conversación que una tarde del mes de agosto de 1962, mantuve con el ya General Candón, Jefe Superior de Policía de Barcelona. Siendo yo Marino Mercante, y antes de esa fecha, en 1949, mi barco había arribado al puerto de Ceuta, donde le había podido visitar, cuando siendo Teniente Coronel desempeñaba el mando de la Comandancia de la Guardia Civil en dicha ciudad-

En el año 1966, hago escala en el puerto de Bilbao, y vuelvo a visitarle siendo Gobernador Civil de Vizcaya y Jefe Provincial del Movimiento.

Siempre mantuve una larga y cordial correspondencia epistolar, hasta su fallecimiento como puedo demostrar, si así fuera necesario. Volviendo a la conversación que mantuvimos en esa tarde de agosto de 1962, aunque nada pueda demostrar, doy mi palabra de honor de que todo cuanto relato es cierto y, va a misa, como suele decirse coloquialmente.

Con mi padre, poco hablé de estos temas, tal vez por no tener muchas ocasiones para hacerlo, pero con mi amigo, el General Candón, que siempre me brindó una verdadera amistad, si pude hablar del día 18 de julio de 1936.

Esto fue lo que me contó:

“Aquella madrugada en que el Coronel Piñol, me envió su coche oficial, que como sabes lo conducía el cabo Botias, para que me presentara a toda prisa en la Comandancia; y por lo que me iba comentando algo raro estaba sucediendo. Una vez en la Comandancia, en la cual ya se encontraba tu padre, junto con Gárate y Herrera, no así el Jefe de la Comandancia, al inquirir a nuestro jefe el Coronel Piñol, el motivo de nuestra presencia a esas horas nos dice que se va a declarar el Estado de Guerra en todo el Archipiélago Canario por mandato del General Franco que se encontraba en Las Palmas, adonde había marchado para presidir el sepelio del General D. Amado Balmes Alonso.

Así nos enteramos del Golpe Militar y del levantamiento de las fuerzas de Marruecos; y ante nuestra extrañeza, nos dice, que de momento estábamos acuartelados, a las órdenes del Coronel de Estado Mayor D. Teódulo González Peral, que había asumido el Mando de la Comandancia Militar.

Cuando el Comandante Moreno Ureña, del Regimiento de Infantería, realiza la detención y destitución del Gobernador Civil, ocupando el edificio del Gobierno Civil, Isidro Cáceres Ponce de León, – nuestro Jefe de la Comandancia-, estaba en dicho edificio. Y además haciendo visitas a la Comandancia Militar, actuando a espaldas de su Coronel.

El Ejército, ocupó todos los puntos importantes de la Ciudad, y la tranquilidad parecía reinar.

La Guardia de Asalto, también permanecía acuartelada, y yo como Capitán Ayudante, permanecí siempre al lado de mi Coronel, dispuesto a cumplir cuantas ordenes diera; lo mismo que el resto de los demás. Recuerdo comimos juntos en la misma Comandancia, menos su jefe que lo hizo fuera, con su familia.

Por la tarde, ya el pueblo tinerfeño en su mayoría  mostraba su descontento, al ver soldados custodiando el Gobierno Civil, y atentos a las noticias que por radio se recibían, dando cuenta que la sublevación militar estaba en vías de fracasar.

El Capitán Herrera sale hacia el Gobierno Civil, para cumplimentar unas ordenes, y visitó al Gobernador, que creo se conocían de jóvenes. También visita esa tarde el Teniente Coronel Ponce de León al Gobernador, según parece para recabar como iban las cosas por el Gobierno.

Total, que los ánimos a esas horas de la tarde, ya estaban muy alterados; y con muchas personas junto a los cafés de Cuatro Naciones y La Peña, próximos al Gobierno Civil, entre los que se encontraba el Capitán Vega, que presumía de saber que ya había fracasado el levantamiento.

Se lo hacen saber al Gobernador, por medio de un telegrama falsificado al parecer por la madre de Sanfiel, empleada de telégrafos, y le obligan a salir al balcón para comunicárselo a los allí presentes, es decir a las personas conglomeradas en la plaza de la Constitución.

Esta noticia nos llega y nos cunde de inquietud, estando presente el Teniente Campos, de Asalto, que quiere que la Guardia Civil le secunde, por estar él dispuestos a ir a liberar al Gobernador.

El Capitán Herrera, está de acuerdo y pide una bandera para salir todos juntos, y es entonces cuando se entabla una fuerte discusión, ya que el Coronel es reacio a cometer tal locura de ir contra el Ejército, y menos cuando Campos no contaba con el resto de sus compañeros y el consentimiento de su capitán.

Piñol se niega en redondo y Herrera desiste de su actitud.

Campos, creo actuó de una forma muy noble queriendo ser fiel a su juramento a la Republica, pero llevaba las de perder como así fue.

Una vez producido el tiroteo, Piñol ordena al Sargento Becerra, que de paisano se acerque al lugar de los hechos y le mantenga informado, como así fue. El Sargento Becerra regresa al poco tiempo, diciendo que algunos guardias de asalto se vuelven a su cuartel, repelidos por los soldados, que custodiaban el Gobierno Civil, y ve dos camionetas más con soldados que toman posiciones; y cree que el Teniente Campos se ha visto forzado a refugiarse en el interior del Café Suizo.

Ante estas noticias, es cuando Piñol a través de Garate, ordena a Herrera, que con una sección de guardias se dirija al Café Suizo para detener al Teniente Campos, cosa que efectúa sin ninguna resistencia por parte de Campos, al que encuentra sentado en la escalera, bastante abatido y sólo, y por supuesto muy extrañado que fuera Herrera el encargado de su detención, como así no los manifestó de regreso a la Comandancia, después de proceder a la entrega de Campos, que no recuerdo si lo hizo en la Comandancia Militar o en cuartel de Almeida. Estábamos, ya pasada la media noche, es decir al comienzo del día 19, reunidos en el despacho del Ponce de León, comentando las  incidencias del día, y que consecuencias nos podían sobrevenir de no triunfar este golpe, como ocurrió el dado por Sanjurjo en 1932.

Piñol que estaba  presente, nos decía que la Guardia Civil estaba para mantener el orden, y que no nos preocupáramos, mandando nos fuéramos a descansar y se quedara uno de nosotros de guardia por si surgía alguna novedad se la comunicáramos.

Pasados unos días parecía que las cosas transcurrían, dentro de lo que cabe, con cierta normalidad.

Pero empezaron con los Consejos de Guerra y no sé de donde salieron tantos falangistas; y empezó a cundir el pánico.

Lo peor era que Ponce de León lo secundaba y colaboraba, teniendo Piñol que llamarle la atención en varias ocasiones, pues su conducta no era nada digna de un Guardia Civil, y como se mantenía en su actitud, y hacía cosas a espaldas del Tercio, Piñol consigue, por mandato del General Dolla ya en el mes de diciembre, que entregue el mando de la Comandancia, y lo designen para el mando de las Milicias Armadas de Falange Española de la Provincia. Y más tarde como proseguía con sus abusos, pasa disponible forzoso a Valladolid.

Cuando termina la guerra, y tanto tu padre como yo ascendimos a comandantes, Ponce  de León es también coronel mandado el Tercio de Santander. Y en julio de 1939, presenta parte por escrito a la Inspección General de la Guardia Civil, denunciando la conducta  observada por Gárate, Herrera, tu padre y yo, en la madrugada del día 18 de julio de 1936; declarando que éramos contrarios al Alzamiento. Bueno me imagino que tu padre te contaría como terminó esta dichosa denuncia conocida como causa, nº 88 año 1940.”-

Hasta aquí, he tratado de reconstruir mi conversación con el General, Candón de la mejor forma y haciendo un esfuerzo de memoria.

Así, es como recuerdo aún ese triste 18 de julio de 1936.

En Cartagena hoy también 18 de julio, pero de 2012.

Baltasar Pérez Bés.

* * * * * * * * * * * *

Agradezco a Don BALTASAR PÉREZ BÉS, testigo excepcional del 18 de julio de 1936, este valioso testimonio personal, que me ha enviado por correo electrónico, para su publicación en este blog dedicado a la Historia y Memoria de Canarias.

Como nos ha dejado indicado RONALD FRASER, el gran hispanista e historiador maestro de la Recuperación de la Memoria Oral, – fallecido con 81 años, el pasado 10 de febrero de 2012, en Valencia- , comprender el pasado es una de las claves para comprender el presente.

Una vez más, se pone de manifiesto lo importante que es recordar lo de nosotros y recordarlo a otros.

La Historia también se puede construir con la Memoria.

13 comentarios en “AQUEL 18 DE JULIO DE 1936 EN SANTA CRUZ DE TENERIFE, QUE YO VIVÍ Y RECUERDO

  1. Fantástico y pormenorizado testimonio de Don Baltazar Pérez Bés. Una gran aportación para conocer un momento tan importante y tan lamentable de nuestra historia contemporánea, en un foro tan adecuado y riguroso como es este blog de Pedro Medina.

    Saludos

    • Buenas tardes, tengo el orgullo de ser amigo del autor del escrito del 18 de Julio del 36 en Sta. Cruz de Tenerife, Baltasar Pérez Bes, señor muy documentado con cosas relacionadas con esa bendita tierra, que yo tuve el gran placer de pasar los mejores años de mi vida.

    • Tengo algo importante que le gustaría tener su padre, de aquellos días del 18 de agosto del 36-Mi correo es «comodoro333@gmail.com» y mi telefono 968 12 02 76 en Cartagena . Saludos Baltasar

      • Tengo algo importante que le gustaría tener su «madre»de aquellos días del 18 de «julio» del 36. Mi correo es «comodoro@gmail.com»y mi teléfono 968 12 02 76 en Cartagena. Saludos Baltasar

  2. últimas horas del 18 de julio de 1936:
    Hay muchos errores en la descripción de lo acontecido el 18 de julio sobre la detención del teniente de Infantería Alfonso González Campos. Según José Maldonado Carilla, hoy fallecido, hijo del Coronel Jefe del Cuartel de Almeida, me dijo que estaba de guardia en la puerta de Almeida cuando vio llegar, serían las nueve de la noche, al teniente González Campos (a quién conocía bien de trato) junto a otro militar (no me dio el nombre). Vino a pernoctar esa noche en Almeida, pues el Cuartel de Asalto fue cerrado. El teniente me dijo que le trajera cigarros de la cantina y como estaba cerrada le di de mis cigarros. El teniente fumaba poco, solo alguna vez. Hablaba amablemente, con tranquilidad y no me dio la sensación de que estaba detenido. Recibí orden superior de que le acompañara durante los días de celebración del Consejo de Guerra de Oficiales Generales. Todos los días estuvo muy tranquilo. En el Consejo de Guerra no le dejaron hablar y escuchó impertérrito su condena a pena de muerte. Ya lo sabía días atrás. Demostró mucho temple. Tú puedes estar orgulloso de tener un padre así, me dijo, y me decía siempre que nos veíamos.
    Los estudiosos del caso, olvidan algo muy importante. Los hermanos y capitanes Rafael Herrera Zayas de la Guardia Civil, y Ángel Herrera Zayas de Infantería, ambos muy amigos desde la infancia del Gobernador Civil Manuel Vázquez Moro, los tres estudiaron en el mismo colegio en Málaga. Manuel Vázquez Moro fue capitán de la Marina Mercante y cuando vino de gobernador civil a Tenerife se encontraron nuevamente continuando su amistad, procurando verse todos los días bien para almorzar o cenar. Anteriormente, el capitán Rafael Herrera Zayas y el teniente Alfonso González Campos estuvieron destinados en la isla de La Palma, cada uno en su cuartel, y actuaron juntos contra manifestaciones estudiantiles y populares. De ello hay escritos publicados. Herrera Zayas y González Campos hicieron amistad y llevándose muy bien militarmente. Al ser ambos destinados a Santa Cruz continuaron su amistad. González Campos tenía anteriormente amistad con el hermano Ángel, pues estuvieron destinados en el mismo Regimiento de Infantería en el Cuartel de San Carlos.
    Llegado tristemente el día 18 de julio del 36 y enterados los hermanos capitanes Rafael y Ángel Herrera Zayas de las intenciones del comandante Alfonso Moreno Ureña de detener al Gobernador Civil Manuel Vázquez Moro, los hermanos comentan un plan con sus superiores respectivos y previo consentimiento del Coronel de Estado Mayor Teódulo González Peral, acuerdan que el teniente de Asalto Alfonso González Campos, junto con una sección de guardias civiles y otra de soldados de infantería, salga a la calle con sus guardias de Asalto y saque al Gobernador Civil y lo traiga al Cuartel de la Guardia Civil en donde estará a salvo de las intenciones del golpista y ofuscado comandante Alfonso Moreno Ureña.
    El teniente Alfonso González Campos, ante la inmensa multitud de gentes concentradas por la huelga de trabajadores portuarios en la plaza, no pudo llegar al Gobierno Civil; no acudieron los guardias civiles ni los soldados prometidos, quedando el teniente solo sin apoyos.
    Durante el Consejo de Guerra de Oficiales Generales no fueron llamados a declarar los hermanos Herrera Zayas, ni el capitán de Asalto Víctor Cortés Abril, ni el teniente de Asalto Esteban Companys Ribera, éste último responsable de la sublevación en el Cuartel de Asalto, ni el coronel Jefe de Estado Mayor Teódulo González Peral, ni el coronel José Cáceres Sánchez como jefe del Regimiento de Infantería en el Cuartel de San Carlos, ambos enterados del encargo que le hicieron al teniente González Campos. Con los años, tanto el coronel González Peral como el comandante Moreno, hicieron en tres ocasiones unas declaraciones totalmente diferentes unas de otras sobre lo acontecido la tarde de 18 de julio. Y el mismo día 18 de julio, confiesa el coronel González Peral que le dijo al coronel José Cáceres: Pepe, si esto falla mañana nos fusilan. Y esto quedó escrito. Hay hemeroteca.

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